Superviviente de la explosión de La Paloma: «Perdí la noción del tiempo, el orden en la vida, el sueño…»

El sacerdote uruguayo Matías Quintana quedó atrapado en la quinta planta del edificio parroquial situado en la calle Toledo. Siete meses después del siniestro, ofrece su testimonio a ABC

Matías Quintana

Casi siete meses después… fundamentalmente, me encuentro bien. Tranquilo, en paz. En un primer momento, fue un cambio traumático en mi vida. Yo estoy aquí por motivos de estudios. Ayudo en La Paloma, pero vine como sacerdote a estudiar para después volver a mi país.

Perdí la noción del tiempo: el orden en la vida, el sueño, los estudios… por eso ahora hablo de 'el arte de recomenzar' . ¿Qué significa volver a empezar después de un acontecimiento traumático? Tienes que reaprender de nuevo. Y lo primero es aceptar que estás vivo. Yo he tenido que aceptar la muerte de los otros, especialmente la de Rubén, y replantearme seriamente mi vida, mi vocación, la misión que estoy haciendo aquí, en España… Solo sé que ha habido un cambio radical en mi vida, y ha sido para bien: ha sido voluntad de Dios que esté aquí. He experimentado que en medio de la tragedia está el amor de Dios .

Estoy en paz

Uno no vive pensando «va a suceder una tragedia», y no vive con las alarmas puestas. Pero después de que sucediera, estuve semanas como en alerta permanente. Los primeros días tuve pesadillas; después, zumbidos en el oído. Fue un cambio radical. Pero fui al otorrino y me dijo que no tenía ningún daño en los órganos ni nada afectado. Mi cuerpo ha estado en estado de alarma, pero las secuelas han ido desapareciendo. Estoy en paz. Contemplando cada vez más la obra de Dios: a medida que pasa el tiempo, todo se va recolocando. Es como cuando visitas los Museos Vaticanos: si te acercas mucho a un fresco enorme, no ves la teología de los colores. Pero, según te alejas, ves lo que el artista hizo en su conjunto: el entramado de Dios es perfecto.

Esta es la primera vez que voy a estar en las fiestas de La Paloma . Yo tendría que estar ahora en Paraguay de vacaciones y, por las normas sanitarias, las restricciones de la pandemia, he tenido que cancelarlas. Dios ha querido que celebre aquí este año el día de la Virgen de la Paloma.

Un grito a Dios desde mi corazón

Yo solamente puedo narrar desde lo más profundo mi experiencia de fe, que es pobre pero llena del amor de Dios… ¡tanta riqueza en medio de tanta pobreza que es mi vida! No dudaré en hablar siempre del amor de Dios y de hablar con firmeza y honestidad: tenía miedo, venían las dudas, la misma pregunta todo el tiempo (¿Por qué? ¿Por qué a mí?) y pedí muchas veces ayuda al Cielo para poder entender… fue como un grito a Dios desde el corazón. He tenido que llorar muchas lágrimas , muchas noches sin dormir, pero veo que no han sido en vano. Hoy tengo el corazón lleno de alegría: se ha ido conjugando mi vida con la Palabra de Dios.

Yo quiero ser un canal. Que, a través de mi vida, de mi ministerio sacerdotal, esto sirva para poder ayudar aunque sea solo a una persona. A quien piense que no se puede recomenzar o que todo es demasiado difícil. Nada es imposible para Dios. Especialmente, quisiera ayudar a los que piensan que nunca podrán volver a ser felices, vencidos por el desánimo. A mí me tocó pasar aquella brutal explosión, pero la crisis no fue en la 5ª planta sino al bajar y decir: «Ahora hay que empezar de nuevo». Yo nací el 20 de enero de 2021 en Madrid. Y este testimonio no es para mí sino para que todos los que estén en contacto conmigo puedan encontrar el amor de Dios.

Dios estaba presente

No es suficiente partir de una mirada histórica –eso es importantísimo, la Biblia está llena de conmemoraciones, de la reconstrucción del dato histórico y del hecho, de la mirada física—sino que se trata también de intentar darle un significado teológico espiritual a lo que ese ojo ha visto. Yo he visto que ha sucedido una explosión enorme, y se trata de adquirir esa mirada interior que se deja llevar por el Espíritu Santo de Dios: a partir de ese hecho, ¿qué nos ha querido decir Dios a mí, a los feligreses…? ¿Qué vida saca Dios de esa roca destruida? Y ahora viene la pregunta escandalosa: ¿quién puede ver a Dios en medio de los escombros? ¿Quién puede ver a Dios cuando Jesucristo está siendo crucificado y lleva una muerte injusta? Pues Él está presente en la luz y en las angustias. Dios no está solo en los momentos de felicidad: Dios estaba presente en medio de la explosión. Cuando Rubén y David entregaban su vida y se iban al Padre, eran Jesucristo. Y yo allí, como el ladrón perdonado, «hoy estarás conmigo en el Paraíso».

Aceptar que estás vivo

Mis ojos han visto la magnitud de la explosión y mi mente aún recuerda cada detalle. Mi corazón todavía tiembla y ahora mismo, mientras hablo, tengo la piel de gallina. Pero ahora mi ojo interior –que es el gemelo del ojo físico—ha visto a Dios en esa explosión. Ahora concuerdan ambos. Y esto es el arte de recomenzar:

Primero, aceptar que estás vivo. Cuando bajé del esqueleto del edificio, fue el minuto cero para mí. Yo he tenido que aceptar que no ha sido Rubén, que no ha sido David, que he sido yo.

Segundo, el orden, la rutina, todo desapareció. No tenía hambre, no sabía si era de día o de noche. Tienes que tener la sencillez de aceptar que las cosas no son como deberían ser.

Tercero, empezar a reconocer lo que nos hace daño. En ese momento, es el susto, el desorden, no te enteras. Pero, poco a poco, he tenido que aceptar que hay heridas, que me ha hecho daño. Aceptar mis grietas.

Si quieres recomenzar, tienes que digerir lo real. Como primer paso, digerir lo real. Acogerlo, dejar de forcejear («esto no puede estar pasando», «cómo es posible que Rubén se haya muerto» ), aceptar que estamos vivos, que no es poco. Y de aquí se parte.

A mí me bajaron en cucharillas , como decimos en mi país [tú estás hecho polvo y van y te recogen en cucharillas porque estás deshecho] Frente a esta realidad, ¿cómo empezar de nuevo? Frente a una situación difícil, cuando sucede algo muy fuerte en nuestra vida, el saber quiénes somos es lo que nos ordena. S aber que soy hijo de Dios, que tengo un Padre… tantas noches repitiendo «Padre nuestro, Padre nuestro»… escuchar «No te preocupes» fue poniendo en orden muchas cosas. Y darse el derecho a recomenzar. Porque se nos ha dado de lo Alto.

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