La suerte no acompaña a los loteros de Madrid
Dos administraciones de lotería abandonan sus ubicaciones privilegiadas, con décadas de historia, por un cúmulo de factores: comisiones congeladas, alquileres desorbitados y efectos de la pandemia. «Antes vendías un producto y vivías, ahora vendes 27.000 y malvives»
Así es el anuncio de la Lotería de Navidad 2021
La cola más larga de Sol se forma a las puertas de una administración de lotería . «Un número bajito, un número bajito», piden al mediodía en la ventanilla, donde ya se venden décimos del sorteo de Navidad, el premio gordo del año, también para los loteros. Desde septiembre de 1981, la administración número 10 ha despachado fortuna en este pequeño local encajado entre la centenaria Casa Diego y las grandes marcas que presumen de ubicación en el kilómetro 0 de la capital. A partir de la próxima semana, no obstante, la suerte se repartirá en una calle secundaria.
El año pasado, el segundo premio de la Lotería de Navidad, el ‘feo’ 06095, cayó en la administración número 10. Después de descorchar la botella de champán, la lotera Paloma de Marco (61 años) dijo: «La pandemia nos está haciendo mucho daño, no sé qué va a pasar el año que viene». Sus malos presagios se han cumplido y, este invierno, cuando los niños de San Ildefonso canten las combinaciones ganadoras, De Marco ya no festejará en el establecimiento donde aprendió de su padre , en el mostrador donde vendió sus primeros décimos por 250 pesetas.
Tras radiografiar la zona en busca de otro local y después de seis meses enzarzada en trámites burocráticos, De Marco se muda unos 80 metros más allá. Es poco, pero abandona Sol y su ajetreo. «No me preocupa, no tengo opción ‘b’», confiesa. Como le decía su padre: «Palomita, al mal tiempo, buena cara». También se despide del «alquiler desorbitado» que descuadra sus cuentas. «Antes vendías un producto y un sorteo a la semana y vivías; ahora, vendes 27.000 productos y malvives. Llevamos 17 años sin subidas de comisiones , los gastos han subido alrededor de un 33 por ciento, la vida crece, los alquileres crecen y nosotros estamos estancados y no vendemos más», resume.
La protesta del sector
De Marco es el espejo del descontento de un sector que, el pasado 22 de septiembre, invadió el corazón de Madrid para reclamar unas comisiones «de este siglo». La Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado (Selae) elevó las cifras por última vez en 2004 y, desde entonces, como clamaban los loteros de distintas partes de España hace unas semanas, el IPC (Índice de Precios al Consumo) ha crecido un 35,2 por ciento. Y De Marco, en el mismísimo centro de España desde hace cuatro décadas, se tiene que marchar. «La gente me dice: “Joe, Paloma, es que no paras de tener cola”. Ya, pero es que de 5.000 euros de caja que hago en un día, me estoy llevando 200 euros de comisión. ¡Bruto! Ahora quita el alquiler del local, la luz, los gastos...».
Unos 800 metros hacia el sur hay otro pequeño local, quizá una de las administraciones de lotería más antiguas, que se despide de los bajos de un edificio del siglo XVII. La 24, la de San Millán, data de 1929 . «Cuentan que hay un sótano y que aquí se refugiaron durante la Guerra Civil», asegura el lotero Juan Carlos López (52 años), que en 2011 tomó el relevo de Concha, la anterior dueña. Cambian de ubicación «porque las ventas ya no van tan bien» y por un excesivo alquiler, que sus caseros han inflado este año cerca de un 20 por ciento.
La vida se encarece, pero ellos ganan el mismo dinero. Por un décimo de Lotería de Navidad de 20 euros, se embolsan 80 céntimos. Por uno de la Primitiva de 5 euros, 5 céntimos. «Es una fama eso de que los loteros somos millonarios, no somos todos Doña Manolita», señala López sobre la mítica administración que acostumbra a regar de millones la capital, como lo hacen la La Bruixa d’Or en Lérida y la Lotería Valdés en Barcelona. Después de las explicaciones, López enseña un recorte del diario ABC de los años 50 que destaca la combinación premiada en la 24 en el sorteo del Niño, 70.000 pesetas para el 4463. El mismo número cuelga detrás de la ventanilla. «Es una pena, porque no nos queremos ir de aquí por la longevidad del local», reconoce.
La pandemia agravó una situación preexistente. Para De Marco fue «la gota que colmó el vaso»; para López, un daño añadido a Madrid Central. En cualquier caso, el año pasado, los cerca de 500 loteros de la capital —además de otro centenar en el resto de la Comunidad de Madrid— perdieron entre un 30 y un 40 por ciento de su facturación habitual. La campaña navideña, el grueso de sus ingresos, tampoco salvó 2020. De momento calientan motores para un nuevo sorteo extraordinario y las previsiones son positivas. «Ahora estamos prácticamente igual que en 2019», asevera por teléfono el presidente de la Asociación de Loteros de Madrid, José Luis Sánchez.
Años de negociaciones
Con apenas 8 años, Sánchez empezó a patear las calles y vender boletos. Con 62 atiende junto a su mujer una pequeña administración en Carabanchel y es «el raro»: no se manifestó el pasado 22 de septiembre al lado de sus compañeros del gremio. Las asociaciones se han reunido en numerosas ocasiones con la Selae para atajar, entre otras cosas, las comisiones congeladas. «Llevamos años intentándolo, tenemos miles de páginas con estudios económicos y nos mantenemos en la vía del diálogo con la empresa», zanja Sánchez.
Aunque comparte que el margen de ganancia de los loteros tiene que ponerse sobre la mesa, no cree en el discurso simplista que culpabiliza a las comisiones de todos sus problemas: «Es tan complicado y hay muchos matices, se han producido traspasos por infinidad de motivos». Su administración, sin ir más lejos, sufrió la demolición del estadio Vicente Calderón. Hace tiempo trabajaban cinco personas. Hoy son solo Sánchez y su esposa .
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