IGLESIAS DE MADRID

San Jaime, el eficaz trabajo de la parroquia y el colegio en Villaverde

El templo se construyó en 1961 y fueron los mismos feligreses los que levantaron los muros

Vista exterior de la parroquia de San Jaime Google Maps

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La pandemia del coronavirus ha hecho estragos en las parroquias. Aunque poco a poco se va recuperando la vida de las comunidades, hay una forma de trabajar anterior a la pandemia que parece que ya no va a volver. Las misas en la parroquia de san Jaime, que es el apóstol Santiago, calle Juan José Martínez Seco, 54, distrito Villaverde-Usera, en la línea divisoria de Villaverde Bajo, han vuelto a congregar a los fieles de antes.

Pero como señala el párroco, Manuel Francisco Mora Quintana, «hay personas que se han acostumbrado y piensan que se puede ser cristiano sin pasar por la Iglesia». El párroco, que se maneja con soltura y espontaneidad, con un conocimiento profundo de su parroquia, insiste en que «constará que nos recuperemos porque las personas mayores siguen teniendo miedo. Aunque lo mismo que van a la peluquería, a las cafeterías o al mercado se puede venir a la Iglesia».

La parroquia de San Jaime, que tiene hoy una feligresía censada de unas veintitrés mil personas, se erigió en 1953. El primer libro del Archivo parroquial es de 1957. El templo se construyó en 1961 y fueron los mismos feligreses los que levantaron los muros. De hecho se iba haciendo a media en que había recursos para comprar materiales. La mano de obra fue la del trabajo de fin de semana de los fieles cualificados para esas tareas. En las paredes del templo se nota las líneas con el cambio de color de los ladrillos según venían las partidas. En la parroquia trabaja también el sacerdote Aloys Sibomana.

El barrio muestra la mezcla de dos núcleos de población. Las personas hoy ya mayores que llegaron en los años cincuenta y sesenta a trabajar a Madrid, muchas de ellas empleadas de Tafesa ferrocarril, dedicada a la construcción de los vagones de los trenes, y las personas procedentes de la inmigración, mayoritariamente de Hispanoamérica. También hay un núcleo poblacional, muy implicado en la parroquia, procedente de Rumanía y Polonia, parte del cual es de originaria confesión cristiana ortodoxa. En una parte del territorio de la parroquia también hay personas procedentes de Marruecos.

En la vida parroquial hay dos grandes actividades, el trabajo en el Colegio diocesano San Jaime Apóstol, cuya titularidad diocesana está ligada a la parroquia y Cáritas.

El Colegio San Jaime Apóstol, cuyos edificios están en el entorno de la parroquia, tiene unos cuatrocientos alumnos. Nació en 1959 como una guardería laboral ligada a Cáritas. Luego se transformó en una escuela infantil, pero como había una demanda de continuidad en los ciclos formativos, la parroquia decidió desarrollar la línea educativa. En 2009 se construyó el primer edificio de la actual estructura. Y en 2018 se amplió la oferta formativa hasta la secundaria obligatoria. Ahora tiene la peculiaridad de ser el único colegio concertado religioso de la zona. Ofrece una guardería desde los 0 a los 2 años. En los últimos años son frecuentes los bautizos tanto de niños como de padres de los alumnos, que hacen su vida de formación de fe, preparación para la catequesis, vida litúrgica, en la parroquia. De hecho, antes de la pandemia, el proyecto de catequesis estaba ligado al trabajo con las familia. En la sencilla web del colegio se recoge una frase que puede sintetizar su propuesta pedagógica: «Escucha, mira y aprende. Construye tu vida de modo que no se derrumbe».

Cáritas de la parroquia atiende a 380 familias al mes con alimentos y ayuda económicas ante necesidades especiales. En los últimos meses se percibe una avalancha de personas procedentes de Venezuela y Honduras que son acogidas en Cáritas y a las que se les hace un seguimiento personalizado. Cuenta también la parroquia con grupos de formación de fe de adultos.

Hasta la pandemia, en la parroquia eran muy populares las procesiones en Semana Santa y en el mes de mayo. Expresiones de la piedad popular que volverán cuando se normalice la vida de una parroquia que vive al ritmo de lo que pasa en la barrio y que contribuye decisivamente a la promoción y desarrollo social de la zona.

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