San Blas pide proteger sus lagunas secretas de la M-40

El distrito aprueba proteger el paraje, cercado por la basura y con graves peligros para sus visitantes

Aitor Santos Moya

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A un costado de la M-40, en el camino de Ambroz a Coslada ( San Blas-Canillejas ), cuesta imaginar que detrás de uno de los mayores vertederos incontrolados del este de Madrid se esconde un oasis de naturaleza en estado de abandono. Ubicadas en unas antiguas graveras de sepiolita, las lagunas de Ambroz emergen como un terreno escarpado en el que solo una destartalada valla –fácilmente sorteable– y algunas señales advierten de la peligrosidad del enclave. «Algún día volverá a ocurrir una desgracia», apunta una mujer a las puertas de una parcela cercana. Su comentario hace referencia al trágico ahogamiento de un niño de 11 años seis años atrás. Desde entonces, la situación apenas ha cambiado. Es por ello, que en primavera la Mesa de Medio Ambiente del distrito aprobó por unanimidad una propuesta para su protección y conservación.

Desde la propia Mesa explican a ABC que continúan los contactos con la concejal, Marta Gómez Lahoz , para «recabar información» y «buscar soluciones entre los diferentes actores». Este es el primer paso para recuperar un paraje surgido por la acción del hombre. Durante décadas, la empresa Tolsa, encargada de la explotación de las canteras, ha penetrado por debajo del límite freático para extraer los minerales. Un hecho que ha motivado la salida a la superficie de toneladas de agua subterránea , en los márgenes del extinto caudal del Arroyo de Ambroz que alimentaba El Humedal de Vicálvaro. Precisamente, recuperar su cauce y el entorno es una reclamación histórica de sus habitantes.

«Cuando murió el niño en septiembre de 2012, descubrimos que las lagunas se habían formado por las minas de sepiolita. Hablamos con Tolsa y nos dieron el compromiso de que regenerarían la zona tras finalizar la actividad», explica a ABC la presidente de la asociación de vecinos de Vicálvaro, Alicia Delgado, sin saber entonces que los terrenos pertenecían al término de San Blas-Canillejas: «Llevamos el asunto al pleno municipal, pero lo rechazaron porque Vicálvaro limita con la R-3 y no con la M-40 como pensábamos todos».

Grandes desniveles

Lejos de trazar un plan que pusiera fin a la peligrosidad del lugar , los moradores señalan que lo único que realizó Tolsa meses después del suceso fue rodear el perímetro de las lagunas con una valla y colocar algunos carteles de advertencia. Esta «solución» tampoco dejó satisfecho al colectivo vecinal de Las Musas-Las Rosas . «Desde hace más de diez años venimos pidiendo un plan de actuación, que las rehabiliten o las cubran, ya que los desniveles que hay en las lagunas son un riesgo extremo para los chiquillos que se cuelan allí a jugar», advierte su presidente, Pablo Moreno.

El problema reside, además, en que las aguas no fluyen («están estancadas»), por lo que la suciedad se acumula en el fondo y los márgenes de las lagunas. La formación de un ecosistema rico en flora y fauna supone el punto de partida para una batalla que se prevé larga y compleja. La Sociedad Española de Ornitología es la encargada de asesorar a una Mesa que, tras años de reivindicaciones, abre ahora una nueva puerta para que las lagunas secretas de San Blas sean declaradas de interés medioambiental.

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