La ruina de las cabinas telefónicas en Madrid: un millón para menos de una llamada al día

La capital, por debajo de la media de uso nacional, cuenta con el teléfono que más recauda de la región

Dos cabinas telefónicas pintarrajeadas, en la Puerta del Sol de Madrid GUILLERMO NAVARRO

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La consideración de que las cabinas telefónicas no son más que una reliquia se hace más evidente en la Comunidad de Madrid, donde el balance es especialmente ruinoso . Con una media de uso por debajo de la nacional, el coste de mantenimiento se dispara por encima del millón euros a pesar de que no se registra ni una llamada diaria por terminal en sus más de 2.000 unidades. La capital, que absorbe la mitad de este presupuesto, representa a su vez una extraña dicotomía: es una de las ciudades más deficitarias, pero cuenta con el teléfono que más recauda de la región.

El final de las cabinas iba a llegar con el cambio de año, pero una decisión inesperada del Gobierno central ha prorrogado su permanencia en el paisaje urbano, al menos durante este 2019. Aunque durante décadas fueron una herramienta fundamental de comunicación y hasta fuente de inspiración para el cine, ahora no son más que un artilugio anacrónico entre «smartphones» y «tablets», cuya fisonomía ni siquiera es la original , reconvertidos en postes. Tanto es así que el 88 por ciento de los españoles han reconocido que nunca han usado una, como ya reveló el Eurobarómetro de 2014. Los últimos cuatro años no han hecho sino confirmar esta tendencia.

Esta es especialmente palpable en la región. Si en España hasta 2018 se superaba la llamada diaria (actualmente existen 16.612 teléfonos) y algunas provincias aún se mantienen, en la Comunidad la tónica generalizada es que pueden estar varios días sin que nadie repare en ellos, como un trasto inerte en mitad de la acera, a menudo expuesto al vandalismo. El principal culpable de esta problemática, explican desde Telefónica –responsable de la gestión del servicio–, es Madrid ciudad, que con Barcelona registra los niveles más bajos.

Según datos de esta compañía, la capital tiene una media de 0,59 llamadas por día y cabina , correspondientes a las 987 unidades que posee en sus calles. Su uso es puramente residual y sufre aún más el mal que afecta al resto de España: la demanda cae año a año y el año pasado se desplomó por encima del 20 por ciento.

Fuentes de esta empresa detallaron que la utilización de estos teléfonos tiene mucho que ver con el estilo de vida en cada lugar; es lógico que en zonas más rurales se use más que en grandes ciudades, de la misma forma que en áreas turísticas es habitual que sean un recurso. No obstante, advierten: «Las cifras son tan bajas que una o dos llamadas aisladas desde una misma cabina ya cambian los datos».

El Consejo de Ministros aprobó en la última sesión del año pasado un real decreto que elimina la obligatoriedad de las guías telefónicas y del servicio de consulta sobre números de abonado, pero sorpresivamente mantuvo la necesidad de que existan las cabinas telefónicas, de modo que debe haber una por cada 3.000 habitantes .

Las cabinas que más recaudan

Una óptica costumbrista ayudaría a entender por qué una simple cabina es la que más recauda en la capital. Se ubica en la calle de la Hacienda de Pavones, en el distrito de Moratalaz, muy lejos de zonas frecuentadas por turistas. En apariencia no tiene nada especial y el teléfono apenas se descuelga durante horas, pero lo cierto es que su saldo es superior al resto. Es posible que, utilizando como referencia la reflexión de la compañía, una sola llamada de varios minutos sirva para engordar las pírricas cifras. La segunda cabina en esta singular clasificación está en la calle del Marqués de Vadillo, en el distrito de Carabanchel, a orillas del Manzanares. Telefónica, no obstante, no ha especificado la recaudación de ambas. En cualquier caso, como en el resto, no alcanza para cubrir su mantenimiento; la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia sostiene que el servicio es deficitario desde el año 2013 .

Los irrisorios ingresos de las escasísimas llamadas no cubren ni el coste derivado de su mantenimiento ni mucho menos los arreglos o reposiciones cuando las cabinas son vandalizadas. Pero el abandono es tal que ni siquiera son un objetivo para robos. Desde Telefónica señalan que cada vez se averían menos y, puesto que no hay casi monedas en la hucha, los ataques han bajado exponencialmente.

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