Juicio contra el presunto pederasta

El «regreso virtual» del pederasta al «piso horrores»

Un vídeo proyectado en la Sala muestra el lugar donde Ortiz retenía a sus víctimas y las pruebas que lo acusan

El sospechoso cerraba a veces los ojos, como si quisiera borrar las imágenes que veía, quizá por delatoras

El procesado, en la sesión del juicio de ayer ABC
M. J. Álvarez

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El bautizado como « piso de los horrores», el situado en la calle de Santa Virgilia, donde se sospecha que Antonio Ortiz Martínez, el presunto pederasta de Ciudad Lineal llevó a dos de sus víctimas, quedó repleto de un reguero incriminatorio, esencial para la causa que se sigue contra él.

Así quedó demostrado ayer en el «tour virtual» que se exhibió en la segunda jornada del juicio oral. La grabación la realizaron los investigadores de la operación Candy en 3D para que las menores no tuvieran que volver y revivir la pesadilla.

La emisión de las imágenes, en abierto para todos los medios de comunicación, estuvo plagada del rastro acusatorio del denominado «enemigo público número 1», con las típicas marcas de la Policía Científica concentradas en la cocina, en el baño (donde las obligaba a ducharse para eliminar cualquier tipo de vestigio) y en otras estancias. Entre ellas, destacan el pasillo, recibidor, salón y dormitorio. En uno de ellos estaba el colchón cubierto de plástico señalado con cinco círculos en donde hallaron una huella palmar, restos de sangre y células de la testigo protegido número 3 (TP3), la menor española, así como esperma del acusado.

También se mostró el mueble y el lugar exacto en el que vomitó la pequeña , de 9 años, raptada el 10 de abril de 2014 en la calle de Cidamón, a consecuencia de las tres pastillas de Orfidal que le obligó a tomar. Además, en el salón se hallaron huellas de pisadas de zapatilla de un menor. También había otros vestigios en paredes y en ventanas. Y todo ello, a pesar de que el procesado contrató los servicios de una empresa de limpieza.

«El portal tiene dos ascensores de puerta vieja con cristal fuera y una cosa para tirar y otra puerta moderna dentro»

«Nos bajamos en un cuarto o en un quinto piso», revela en el sumario una de las victimas

En los vídeos, además de cajas apiladas, el sofá floreado y otros objetos descritos por la cría, se mostraron las imágenes del garaje por donde accedía con sus víctimas, así como los trasteros «con tres números» y «las puertas blancas de las escaleras» descritas por esta pequeña, que llegó a hacer un plano muy fidedigno del lugar y de la entrada. «El portal tiene dos ascensores de puerta vieja con cristal fuera y una cosa para tirar y otra puerta moderna dentro. Nos bajamos en un cuarto o un quinto», refleja el sumario. Y el piso está en la cuarta planta.

Ortiz se mostró ayer más inquieto. Al comienzo del visionado del piso echó el cuello para atrás para después poner cara de circunstancias. Otras veces se movió ligeramente y se tocó la oreja, el ojo y el cuello. Tosió un par de veces y se tapó la boca. Con la vista pegada a la pantalla que le mostraba el lugar en el que habría cometido sus atrocidades, en la sala del plenario no se oía ni una mosca. Había veces que pestañeaba , como si quisiera borrar la imagen que veía, quizá por ser delatora. Sin embargo, su postura corporal, con las piernas abiertas y estiradas y los pies apoyados en los talones, revelaba lo contrario.

Antes, el presunto pederasta de Ciudad Lineal volvió a escuchar el testimonio de las dos últimas víctimas a las que se acusa de agredir sexualmente, la TP4 y la TP5 , grabados como pruebas preconstituidas. La primera fue la niña de origen chino de 6 años que estuvo a punto de morir, tras ser raptada y drogada en la calle de Luis Ruiz, a las puertas del comercio que regentaban sus padres. Los hechos ocurrieron el 17 de junio de 2014 sobre las 18.30 y fue liberada a las 23.30 en las inmediaciones de la calle Jazmín con signos de intoxicación y dificultades para mantener el equilibrio.

El puzzle se completa

Las últimas palabras que oyó fueron las de la TP5, la menor dominicana de 7 años a la que abordó cuando jugaba en un parque de la calle de Gomeznarro sobre las 17.30 horas del 22 de agosto.Ni la sedó ni la llevó al piso. Fueron a un descampado y paró a comprar crema. Al salir, parte de su coche fue grabado por una cámaras y usó el teléfono. Tras abusar de ella en una caseta la abandonó a las 19.10. Los errores de Ortiz, unidos a la descripción física y los detalles que aportó la niña (la toalla del gimnasio con el nombre, sus lunares, sus músculos...), fueron las piezas que faltaba para encajar el puzzle.

A final de la sesión, Ortiz, impertérrito, se levantó y muy erguido, sacó pecho y alzó los brazos para que le engrilletaran . «Las niñas de hoy también le han reconocido sin dudar. Tampoco ha dado muestras de sensibilidad ante las manifestaciones de las vejaciones a las que la sometió», precisó José Antonio Tuero, uno de los abogados de la acusación. Hoy declaran los responsables de la investigación de la operación Candy.

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