Rebajan la pena al brutal asesino Snoopy por un «crimen por error»
El pistolero colombiano lideraba el grupo que acribilló a un joven al que confundió con un alunicero en Usera
Se llama José Arbey Rentería, es colombiano, tiene 43 años y en el mundo del crimen organizado le conocen como «Snoopy». Y no por su bondad, precisamente. Está considerado uno de los gatilleros más sangrientos que se han movido por Madrid; sobre todo, desde que descerrajó ocho tiros a José Luis Lucas Serrano, de 32, un joven ejecutivo que tuvo la mala suerte de conducir el mismo modelo de coche y acudir a un centro de formación en el mismo edificio del que debería haber sido su verdadera víctima: un conocido alunicero al que unos narcos se la tenían jurada por jugársela en un alijo de droga. La Policía sospecha que es el mismo que años después fue baleado en el distrito de Latina a plena luz del día.
Snoopy fue condenado a 28 años y 3 meses de prisión por liderar el grupo (encausaron a otros dos compinches, también encarcelados, Breiner Portilla y JohnsonMedina) que cometió el crimen. Pero ahora el tribunal considera que no está probado que el asunto fuera un encargo, que lo hicieran a cambio de dinero (solía cobrar entre 30.000 y 50.000 euros por asesinatos a la carta) y le han eliminado ese agravante. Sus compañeros de banquillo también, fruto de los recursos de apelación, han visto rebajada su condena de 22 años y cinco meses a 17 años y medio.
La Sala de lo Civil y lo Penal del TSJM cree que la agravación de precio, recompensa o promesa «sólo alcanza el nivel de la sospecha, porque no hay un indicio sólido, más allá de estar acreditado que el autor material se trasladó desde Alicante siendo financiada su estancia en Madrid, pero no hay otros datos que permitan afirmar la esperada contraprestación y en el mismo sentido los otros recurrentes». «Hemos de prescindir de esta agravación porque no hay prueba incontestable de que el beneficio económico de los acusados fuese el resorte de la ejecución del asesinato», sentencia.
La concatenación de hechos arranca en julio de 2014, cuando uno de los reos alquiló un apartamento en la capital utilizando un nombre falso. Utilizaba un terminal móvil para mandar mensajes a sus dos compinches y realizaba seguimientos a su objetivo con una moto.
Dos meses después, el 12 de septiembre, concertaron una cita cerca del centro comercial La Gavia , en el Ensanche de Vallecas. Allí terminaron de trazar su plan sanguinario. En Villaverde, le entregaron a Snoopy el arma homicida, una pistola semiautomática.
Le tendieron una celada a José Luis. Desde la moto, esperaron a que se metiera en su coche, se acercaron a él y desde la ventanilla del copiloto le encañonaron. El joven se dio cuenta de que algo ocurría, salió del Smart y le dispararon. A continuación, uno de ellos se acercó y le descerrajó casi a quemarropa al menos ocho tiros en el cuello, un brazo, la cara y el pecho. Murió inmediatamente.
Fue catorce meses después de los hechos cuando la Policía Nacional detuvo a Snoopy. Se escondía en la Costa del Sol, donde preparaba presuntamente el asesinato de un empresario marbellí y de sus escoltas a cambio de 30.000 euros por persona. La lista de detenidos era de siete personas, incluidos dos menores de edad a los que pretendía utilizar como gatilleros y parte de la logística de su oficina de cobros, que es como se conoce a estas organizaciones criminales.
Pretendía cometer las ejecuciones siguiendo el patrón de su país de origen, donde suelen emplear a estos chavales por ser inimputables o juzgados por la Ley del Menor. Y, de nuevo, desde una motocicleta.
Se refugiaban en una vivienda de la Cala de Mijas. Los agentes se incautaron de dos pistolas, dos subfusiles, cargadores, diversa munición, mil euros en efectivo, dos motocicletas de gran cilindrada, dos coches y diversos aparatos electrónicos e informáticos, así como cámaras de vídeo y fotografías para sus vigilancias.
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