El primer edificio privado de Madrid con centralita telefónica para comunicar sus dependencias
El Palacio de Fontalba abrió sus puertas en 1912 siendo uno de los más modernos de la capital. En 1991 se constituye como sede de la Fiscalía General del Estado
Francisco de Cubas y Erice, II Marqués de Cubas y Fontalba, y su mujer, Encarnación de Urquijo y Ussía, eligieron el Paseo de la Castellana para construir su palacio como residencia familiar que desde 1991 es la sede de la Fiscalía General del Estado . Empezaron las obras en 1911 y por entonces ya no había casi espacio en el centro de Madrid para instalar este tipo de palacetes. Por eso optaron por una parcela que formaba parte de una finca conocida como «Huerta de Loinaz», anteriormente llamada «Huerta de las Anorias», que fue propiedad de Felipe II.
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Personaje influyente de la época, era hijo del I Marqués de Fontalba, conocido y respetado arquitecto con obras tan emblemáticas como la construcción de la Catedral de la Almudena. Ocupó diversos cargos políticos pero hizo fortuna como magnate de las finanzas juntando una de las principales fortunas de España del primer tercio del siglo XX. Riqueza que le permitió levantar este edificio de planta rectangular y estilo ecléctico, con clara influencia italiana que estuvo rodeado de jardines.
La construcción del palacio estuvo a cargo de dos arquitectos jóvenes, Joaquín María Mendoza y Ussía y José Aragón y Pradera. Una obra que les sirvió para recibir de manos del Ayuntamiento el premio por su valor artístico y por el uso de la tecnología, siendo la primera vivienda privada de la capital provista de centralita telefónica para comunicar las distintas dependencias.
«En los años 30 los marqueses prescindieron de una parte del jardín para construir viviendas de alquiler . La integración fue muy bien hecha porque se encargó al mismo arquitecto», cuenta a ABC Ana Cuadrado, directora de la biblioteca de la Fiscalía General del Estado. En 1 944 el ministerio del Ejército compró la finca e instaló el Consejo Supremo de Justicia Militar, ya inexistente. En 1991 la Fiscalía General del Estado dejaba las instalaciones del Tribunal Supremo, por falta de espacio, para instalarse en este palacete muy reformado a lo largo de los años. El palacio consta de tres plantas y un sótano . «La planta baja estaba destinada a la vida social. El patio central daba a distintas dependencias como la capilla, el despacho del marqués, e comedor o la sala de invitados», indica Cuadrado. En la primera planta estaban los dormitorios de la familia y en la segunda la de los criados. Ya en el sótano estaban las zonas de servicio como la cocina, la despensa o la lavandería. «El edificio es ahora muy funcional, los espacios se han convertido en despachos y salas de reuniones de los fiscales», añade.
Es precisamente en el patio central , conservado tal cual era, donde se encuentra una mesa perteneciente a la familia Fontalba, «el único mobiliario que se conserva del palacio». Lo que sí han permanecido han sido otros elementos originales como puertas de espejo, la marquetería de algunos de los suelos o los artesonados de zinc . Y en todo el palacio se encuentran cedidos cuadros y otras obras de arte (como tapices, relojes y candelabros) del Museo del Prado, el Museo Nacional de Artes Decorativas y Patrimonio Nacional. En esta zona están las dependencias donde se reciben a las delegaciones de otros países, la llamada Sala de Reuniones Internacionales. También la Sala de Juntas con une enorme mesa, y la Sala del Consejo Fiscal donde deliberan sus doce miembros sentados alrededor de una mesa redonda. Una de las salas más curiosas es la que en su día fue para el billar, puesto que cuenta con un techo de zinc al igual que el despacho del Fiscal General de Estado. Cierra este patio central una bonita vidriera - claraboya que le dota de una gran iluminación.
El jardín que ha permanecido está muy bien conservado y cuenta con rosas y camelias que rodean simétricamente alrededor de una fuente central. Y los laterales están adornados con chopos, castaños y cipreses. En el sótano, la antigua zona de servicio, se abrió hace onde años la biblioteca de uso restringido para los fiscales.
Fiscalía General del Estado
María José Segarra ocupa desde junio de 2018 el cargo de Fiscal General del Estado, jefatura superior y representación del Ministerio Fiscal. « Es nombrado y cesado por el Rey, a propuesta del Gobierno, oído el Consejo General del Poder Judicial y previa valoración de su idoneidad por la Comisión correspondiente del Congreso de los Diputados», se puede leer en la página de la Fiscalía. A esta entidad se accede por antigüedad en la carrera y por concurso. «Es un trabajo en equipo, cuando hay una duda piden ayuda a sus compañeros», señala a ABC Fernando Noya, director de Comunicación de la Fiscalía General del Estado. Una forma de buscar la seguridad jurídica de los ciudadanos y que «en toda España se busque una unidad jurídica », añade. Desde este departamento destacan la labor cada vez más internacional que ejercen los fiscales, trabajando en conjunto con otro países, y se lamentan que todavía no se haya llevado a cabo la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que permita a los fiscales españoles instruir los sumarios, algo que ocurre en casi todos los países. Esta anomalía les hace sacar los colores ante sus colegas de otros países y esperan que lo antes posible se apruebe el proyecto de reforma.
El mandato del Fiscal General actúa con imparcialidad y es independiente, sin que pueda recibir instrucciones ni órdenes del Gobierno ni de ningún otro órgano administrativo o judicial. Tiene una duración de cuatro años y cesa con el Gobierno que lo haya propuesto. Preside el Consejo Fiscal compuesto por 12 personas. Le acompañan en el mismo el Teniente Fiscal y el Fiscal Inspector Jefe (los tres cargos son natos) y 9 vocales elegidos por los propios fiscales.
En este palacio trabajan algo más de 200 personas y abren sus puertas a los ciudadanos organizando visitas guiadas a través de distintos programas además de ser palco de conferencias y conciertos en algunas ocasiones.