Primer día de clases «online» en Madrid: «El coronavirus ha creado un reto educativo muy potente»
Los profesores del colegio Claret, que mantendrán sus puertas cerradas durante dos semanas, impartirán los contenidos a través del campus virtual a 2.000 alumnos
En el colegio Claret el timbre del recreo sigue sonando a las 11.20 horas, aunque las aulas no tienen inquilinos. Las sillas, normalmente ocupadas por los alumnos, se encuentran encima de las mesas. Los pupitres se han vaciado y las taquillas cuelgan su candado para proteger un interior sin contenido. Por los pasillos, desde hoy, no corretean los alumnos ni las pelotas golpean las canastas del patio. En la secretaría, justo en la entrada del centro, un cartel de la consejería de Sanidad sobre el coronavirus advierte de los síntomas de la enfermedad y cómo actuar. Es la estampa del primer día sin clases presenciales en la Comunidad de Madrid debido al Covid-19, una jornada en la que todos los profesores del centro se han organizado para saber cómo trabajar durante las dos semanas de prevención que ha impuesto el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso a los estudiantes y en la que vuelcan los contenidos al aula virtual para que los casi 2.000 alumnos del centro educativo puedan seguir avanzando en las asignaturas. «Esto es una oportunidad educativa . Al enfrentarnos a una situación como esta, en la que al final hay que hacer un servicio social como centro porque supone enfrentarnos a un problema global, nos ayuda a enseñar a los chavales cómo todos juntos podemos hacer algo grande . La situación impuesta por el coronavirus ha creado un reto educativo muy potente», explica a ABC José Ignacio Jiménez , el director de este colegio concertado del barrio de Prosperidad.
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El centro, que cuenta con estudiantes desde los tres años hasta los dieciocho, se ha preparado de manera progresiva desde hace tres semanas, coordinándose siempre con el servicio de enfermería. «Nos intentamos adelantar a las circunstancias que iban ocurriendo. Primero tabajamos con los alumnos todos lo hábitos de higiene y constatamos que todos los dispensadores estuvieran activos y tuviesen jabón; también hicimos una compra de soluciones hidroalcohólicas», continúa Jiménez, responsable desde hace dos años. A los más pequeños se les explicó con juegos y canciones, como el «Rap del Codo», grabado por un colegio público; a los mayores, incluso en las clases de Biología, para que supiesen cómo funcionan estos virus. A día de hoy, ninguno de los estudiantes ni docentes ha contraído la enfermedad aunque, como prevención, antes de la suspensión de las clases, ellos también cancelaron actividades como convivencias , salidas con los scout, competiciones deportivas o ensayos de teatro.

Los profesores de Claret tienen un reto ahora: sistematizar los contenidos para no sobrecargar a los «chavales» y acostumbrarse a que las zonas comunes estén, al menos durante dos semanas, vacías. Jiménez lo resume: « Un colegio vacío es un cascarón ».
La opinión es compartida por Justa López-Cozar , profesora de Tercero de Infantil: «Les vamos a echar mucho de menos, nuestra actividad va a bajar pero a través del campus les mandaremos canciones, juegos y pistas para que los padres sepan cómo entretenerlos en casa». La docente lleva 33 años impartiendo clases a los más pequeños del colegio, pero debe hacer ahora a la situación más complicada de su carrera: «Nunca había pasado algo así. Sí que nos hemos enfrentado a atentados como el 11-M o huelgas generales, pero había servicios mínimos. Nuestra misión ahora no se centra tanto en el contenido, sino en ayudar a padres o abuelos a entretenerlos ya que van a estar tantas horas en casa», cuenta López-Cozar. Para ello, a diferencia de las otras etapas educativas, el contenido que ellos mandan no es obligatorio, se recuperará cuando las clases vuelvan a la normalidad, y tampoco se les va a evaluar: «Lo que hemos hecho ha sido archivar sus carpetas de trabajo y explicar a los padres lo que tienen que hacer los niños en cada ficha y cómo trabajar».
La tristeza de los docentes por ver los juguetes sin dueños no ha sido compartida por todos los alumnos. «Algunos ayer nos decían: "Vamos a estar mucho tiempo sin veros, qué pena"; otros, decían "qué bien". Lo que todos compartían es que estaban un poco en shock porque ha sido repentino », continúa la profesora, al tiempo que sus colegas suben a la nube los materiales de los niños.
Y de Infantil a Primaria, cambiando de zona del edificio, Antonio Urbistondo, tutor de Sexto de Primaria y profesor de Matemáticas, Lengua y Ciencias Sociales, ha tenido que explicar el cierre del centro y resolver dudas de niños de entre 10 y 12 años . Urbistondo, que dirige una clase de 26 estudiantes y tiene una cartera de 80, continuará con sus clases de unidades de medida en Quinto de Primaria y terminará de explicar mañana las operaciones con números enteros a los Sexto. Además, hoy, ha impuesto, siguiendo la programación normal, un control de problemas a los de 10 años. «Vamos a ter una conferencia al día con los niños, a través del sistema que utilizamos, donde podrán contar sus dudas. Al final, vamos a aprender a dar clase de otra forma », indica este profesor con 16 años de experiencia a sus espaldas. Destaca la naturalidad y tranquilidad con la que los alumnos se han enfrentado al Covid-19, aunque asegura que tenían dudas. ¿La más recurrente? La gravedad y consecuencias que la enfermedad puede tener.«Ayer estaban un poco tristes, nos decían que no son unas vacaciones y que echarán de menos a los compañeros», cuenta Urbistondo. La idea que mantienen es que durante el parón de clases presenciales no se hagan clases de repaso, sino avanzar en los contenidos y «aprender todos juntos» respentando el horario de clase diario que los alumnos ya tenían marcado.

En peor situación están los que se enfrentan este año a la EVAU . La tensión asomó entre los alumnos de Segundo de Bachillerato al conocer la paralización de los centros educativos. Elena Rubio les da clase de Historia e Historia del Arte en Secundaria y, además, es tutora de Primero de la ESO. «Les hemos visto tranquilos porque vamos a seguir dando clases, colgando material escoral, haciendo videoconferencias y power points. Esto es una oportunidad de la que todos vamos a aprender y, además, seremos más cercanos a ellos, que nos dan mil vueltas en cuanto a las herramientas tecnológicas », dice la docente, que nunca se ha enfrentado a clases explicadas de manera virtual ni a resolver dudas en directo a través de una pantalla. «Ayer les explicamos que se tenían que llevar todos los libros. Estaban un poco más alterados, pero no por preocupación, sino porque es algo nuevo », asevera. Hace hincapié en que los alumnos deben buscar una rutina de estudio en casa , pero sabiendo siempre que los profesores están a su disposición.
La situación ha estado coordinada en todo momento por Carolina Duce , la enfermera del colegio, que atiende a una media de cuarenta niños al día. Muchos estos días le iban a preguntar si tenían coronavirus porque les dolía la garganta. Ella era la encargada de tranquilizarlos. A ellos y a los padres, a los que cada dos días envía un correo actualizando la información del Ministerio de Sanidad respecto a la pandemia. «En el cole es muy importante que cuando quieres prevenir, sobre todo con los pequeños, todo sea un juego», opina la responsable sanitaria del colegio, que mantiene las puertas de su despacho, y ahora su correo electrónico, operativo para todos los alumnos y los progenitores durante el tiempo que dure la medida preventiva.