Premios Goya

El ocaso del Paseo de la Fama de Madrid

Las 26 estrellas de la calle Martín de los Heros han caído en el olvido. Lejos de brillar, tratan de sobrevivir bajo las pisadas de turistas y madrileños

Una turista fotografía el Paseo de la Fama de Madrid, en la calle Martín de los Heros ABC
Adrián Delgado

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No brillan y nadie recuerda si lo llegaron a hacer alguna vez. Las 26 estrellas del Paseo de la Fama de Madrid resisten, al desgaste y al olvido, en un pequeño tramo de Martín de los Heros. Llegaron en 2011 con ínfulas «hollywoodenses» relucientes, a imagen y semejanza de las que adornan el paseo homónimo de la meca del cine americano. El Ministerio de Presidencia fue el artífice de una idea que hoy se ha quedado en anécdota y visita curiosa para cinéfilos y turistas.

El objetivo, bajo el nombre « Calles de Cine », fue conmemorar el 25 aniversario de la fundación de la Academia Española de Cine . Una estrella por cada año y el propósito fallido de añadir una tras la ceremonia de los Premios Goya . Tras la histórica foto de familia, con los cines Renoir y Golem de telón de fondo, nada ha cambiado con la excepción de la colocación de la estrella póstuma número 26 al actor y director Luis Escobar. Aquel 27 de junio, posaron con sus homenajes estelados Penélope Cruz, Javier Bardem , Pedro Almodóvar , Sara Montiel , Alejandro Amenábar o Concha Velasco, entre otros invitados.

La estrella de Javier Bardem, agrietada ABC

Desgastadas, agrietadas e incompletas pasan desapercibidas en el trasiego matinal de los trabajadores de la zona. Unos turistas extranjeros las revisan con paciencia hasta encontrar un nombre famoso. Se detienen en la estrella de Javier Bardem, la peor parada. La cruza una grieta de lado a lado. Le falta la placa de la Academia del Cine , una de las dos que la adornan. La otra, un patrocinio de la LAE (Loterías y Apuestas del Estado), aún la conserva. La mayoría de las estrellas lo hace. «Las de la Academia las habrán quitado. Hay mucho fetichista entre los cinéfilos», opina Carlos Díez, un joven que acude a tomar café a la mítica librería Ocho y Medio , en la acera de enfrente. En muy mal estado está también la de Amparo Rivelles , justo donde dobla la cola de entrada a los Renoir.

«La idea no era mala, pero el resultado fue cutre. Una losa que, injustamente, pesa históricamente sobre el cine español», comenta. Las colillas, la basura e, incluso, algún excremento canino terminan de restar cualquier atisbo de glamour al Paseo de la Fama madrileño. «No me imagino la estrella de Penélope Cruz de Hollywood con una caca de perro encima», concluye.

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