Premio al programa que rompe con los tópicos del enfermo mental
La iniciativa Espacio Joven crea grupos con diagnosticados de 14 a 30 años y les ayuda a planificar su ocio

Ser joven y tener un diagnóstico de esquizofrenia no es algo fácil de llevar. Lo saben muy bien los responsables de la Asociación Madrileña de amigos y familiares de personas con esquizofrenia (Amafe), que lleva años tratando estos casos y ha terminado por encontrar la fórmula para mejorar su situación: se llama Espacio Joven y es una solución tan eficaz que se ha ganado un premio: uno de los diez que otorga cada año l a Obra Social LaCaixa a los proyectos más innovadores.
Amafe compitió con más de 450 candidaturas de toda España . Y fue una de las elegidas porque en la entidad ponen el corazón, además de la cabeza, en lo que hacen. Así fue como se les ocurrió que los jóvenes con este problema de salud mental no podían continuar conviviendo en los centros de día con personas mucho más mayores, con diferentes necesidades y situaciones vitales.
Dani, uno de los técnicos que trabaja con ellos, lo explica así: «Antes estaban todos juntos, desde los 18 a los 65 años. Ahora, se ha creado un grupo sólo con chavales de 14 a 30». Con ellos se montó, hace cuatro años, el Espacio Joven, una iniciativa encaminada a ayudarles a socializar y ganar autonomía.
Arropados
Porque uno de los principales problemas en estos casos es el aislamiento. Lo sabe bien Mateo , que con sus 25 años es uno de los 130 beneficiarios del programa premiado por La Caixa. Él fue diagnosticado a los 14 años; le gusta el Espacio Joven porque «aquí nos sentimos más arropados e identificados». Sentirse miembro de un grupo ayuda, además, a «no centrarte en los síntomas , sino en otras cosas: tener trabajo, tus estudios...».
Dani explica que este proyecto, en el que ahora mismo participan 47 jóvenes, funciona por medio de asambleas que celebran los propios jóvenes y en las que «ellos mismos marcan objetivos y prioridades; nosotros somos los brazos ejecutores, pero ellos deciden».
Hay una parte puramente terapéutica en la iniciativa, donde se habla sobre la amistad, las relaciones con los padres, inquietudes sobre los estudios... Y, por otra parte, organizan actividades de ocio: «Quedan para escuchar música, ir al Parque de Atracciones o salir de fiesta por la noche. Los técnicos les acompañan –explica Dani–. Incluso han hecho algunos viajes : a Calpe, a La Manga; este año van a Almería una semana. Han hecho senderismo, han visitado Toledo, Segovia o Ávila, han ido a la bolera, a montar en bici, a un «escape room» –donde un grupo es encerrado en un espacio y deben resolver enigmas para salir...–.
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«El ocio es muy importante para los jóvenes ; lo necesitan, como cualquier otro chico de su edad. Por eso es el eje principal del programa», cuenta el técnico. Mateo lo corrobora: «Aprendemos mucho entre nosotros y de nosotros». Relacionarse con personas con problemas similares ayuda a sobrellevarlos y a protegerse del «frío» que en ocasiones sienten fuera: «Tienes mucho miedo a identificarte con cosas que ves en las redes sociales y en la tele» , estereotipos que relacionan la enfermedad mental con actitudes violentas, y ante las que «tú te dices: ‘eso no soy yo’. Eso son etiquetas. Lo veo sobre todo con mis compañeros, que son bondad pura», insiste Mateo.
Para él, este era, dice, el final del camino: «He tenido malas experiencias previas, y esta era mi última oportunidad. Ha sido una buena jugada». Chicos y chicas juntos conviven y van avanzando en el camino de la vida, con el objetivo de terminar sus estudios y encontrar un empleo: ser autónomos. Como cualquier otro.
Rechazo
No siempre es fácil: «Hay empleos donde te rechazan cuando les dices qué te pasa». En su caso, sin embargo, ha conseguido un trabajo donde lo saben y lo aceptan. «Fui bien recibido; a veces me decían: ‘No se te nota nada’». Es recepcionista , y «me encanta; tener una rutina me viene muy bien».
El apoyo de la asociación ha sido fundamental, para él y también para su familia: «Nadie nace sabiendo; la familia también necesita saber cómo recibirlo» , comenta Dani. En su opinión, «en el cole no se nos enseña nada sobre las emociones y las dificultades. Crecemos creyendo en un mundo de Disney, pero la vida es dura. Hay desconocimiento sobre estos temas, y eso lleva al miedo».
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