La posada que sabe a Madrid
La Posada del Dragón, en la Cava Baja, se encuentra en una antigua corrala del siglo XIX. Desde el 2011 esta antigua pensión se ha transformado en un hotel boutique en donde sigue muy viva la historial de la capital
Durante años la Posada del Dragón fue una de las muchas pensiones que existían en la Cava Baja de Madrid. Era una calle donde las compañías de postas y diligencias establecieron las paradas de sus carruajes que con el tiempo se convertirían en paradas de autobuses. Por eso estas posadas acogían a todos aquellos que se podían únicamente permitir un alojamiento sencillo y económico, como espadachines o albañiles que participaron en la construcción de los edificios de la zona. Hoy esta posada se ha convertido en un hotel boutique donde se respira, se huele y se siente Madrid . Su historia sigue muy presente dentro de sus paredes convirtiéndolo en un lugar muy singular y muy madrileño.
El origen de este alojamiento se remonta a 1868, año en el que el Marqués de Cubas lo mandó construir como casa de huéspedes. Pasa a ser Posada del Dragón con su dueño en 1880, Pedro Villoria, y fue demolida a finales del siglo diecinueve y reconstruida a principios del siglo veinte. El nombre de la posada se debe al dragón que había esculpido en la ya desaparecida Puerta de Moros (uno de los accesos del recinto amurallado de Madrid). Sus actuales propietarios , provenientes del mundo hotelero, adquirieron en el 2007 el negocio que reabrieron en 2011 , después de una profunda reforma, transformado en hotel boutique. Entre medias, muchas anécdotas y personajes forman parte de la historia de este local. Se habla incluso de la existencia de un fantasma . La familia González fue una de las últimas dueñas del negocio y durante un tiempo cedieron la gestión de la posada a otras personas mientras ellos regentaban la tienda de jabones La Antonia , hoy convertida en el restaurante de la posada.
Joyas arquitectónicas
«No es un sitio para alguien muy tradicional», explica a ABC Óscar Lucas, uno de los propietarios. Han conservado «el nombre romántico» de posada y se han convertido en un establecimiento donde se puede disfrutar de Madrid de una forma muy diferente. El lobby se confunde con la barra del bar que da la bienvenida a los huéspedes en un ambiente muy familiar y acogedor . El edifico conserva algunas joyas arquitectónicas que no dejan a nadie indiferente: el patio de la corrala del siglo XIX , restos de la muralla cristiana medieval , una bañera de mármol , un pilón-abrevadero y una escalera de madera, todos elementos históricos protegidos. La bañera, por ejemplo, funciona ahora como lavabo del cuarto de baño del hall, en donde se encuentra igualmente un mapa antiguo de la ciudad de Madrid. Y el patio de la corrala funciona como zona de restauración.
En función de la época del año aparecen más turistas nacionales o internacionales, entre ellos alemanes, ingleses e italianos. «Tenemos una ocupación media anual del 90%», avanza Óscar Lucas. Tienen en total 27 habitaciones , todas distintas entre sí, y a la hora de decorarlas los dueños tenían algo claro, «queríamos que se respirase Madrid». En cada cuarto se encuentra una imagen de un punto o mapa de la ciudad. Están repartidas por los tres pisos del edificio y toda la restauración está en la planta baja.
Apuesta por la cocina
El proyecto de reforma del alojamiento estuvo siempre asociado al de restauración. «Optamos por un espacio diferente que estuviese desligado del hotel», cuenta Óscar Lucas. Es decir, el restaurante tiene su puerta independiente y en el bar hay mucho movimiento de las personas que pasean por la zona, no solo de los huéspedes. Muchos actores y políticos llegan a este local en busca de anonimato . Buena comida, buen y variado vino y un ambiente muy familiar a la vez que discreto. «Quisimos que tuviese sensación de tasca y algo informal», subraya el propietario.
Entre sus platos más originales se encuentra un postre , el del jabón , con el que se evoca antigua jabonería. Una receta original que como los dueños de la posada afirman, « sabe a Madrid ». ¿Alguien se imagina sus ingredientes?