La Policía Municipal impuso 60 multas diarias en la primera semana de confinamiento en Madrid
Los comerciantes de las áreas restringidas en la capital sufren pérdidas de en torno al 50%
Mapa con la evolución por zonas y municipios ante los confinamientos en Madrid
Las restricciones en las 45 zonas básicas de salud de la región han ocasionado no pocos trastornos, pero la confusión o las infracciones apenas se han traducido en multas durante la primera semana. Fuentes municipales indicaron a ABC que desde que empezaron a multar, el pasado viernes por la tarde, las sanciones diarias en la capital no han pasado de las 60, ya que los agentes están primando la labor informativa. Las limitaciones, sin embargo, sí están haciendo mella en los bolsillos de los comercios.
Aunque la frontera es invisible, el miedo es tangible en las áreas que desde este lunes están bajo las restricciones. La avenida de Buenos Aires, en Puente de Vallecas, marca una línea divisoria entre tres realidades distintas: a un lado de la calle, las áreas de Ángela Uriarte y Alcalá de Guadaira, que estaban limitadas desde el pasado lunes; al otro, el área de Campo de la Paloma, uno de los nuevos barrios incluidos, y Portazgo, que aún goza de libertad de movimiento, aunque su ratio se encuentra cerca del umbral del millar al alcanzar ya los 909 casos por cada 100.000 habitantes. «El 50% de mis clientes han anulado las citas porque viven en la acera de enfrente y tienen miedo a las multas», cuenta Sonia Carvajal, dueña de una peluquería que lleva su nombre.
Para vigilar al millón de personas que desde ayer están bajo las restricciones se han reforzado los controles en la capital, con 76 frente a los 60 de la semana pasada. En total, hay desplegados 250 policías municipales, 50 más. A ellos se han sumado 222 agentes de Policía Nacional y Guardia Civil.
El miedo a ser sancionados –las multas van desde los 600 a los 600.000 euros, según la gravedad– y a contagiarse se ha notado en los comercios de la acera de la avenida de Buenos Aires que ya llevan una semana con las restricciones. «Abrí hace tres semanas y me iba bastante bien, pese al Covid. Pero estas nuevas restricciones se han notado de golpe, me han anulado la mitad de las reservas porque viven en un barrio distinto », indica Sandra Galisteo, dueña de un centro de manicura. «Era un proyecto que ya tenía en mente y ahora los materiales están más baratos. Había que intentarlo, era ahora o nunca. Todo se irá normalizando, hay que aprender a vivir con el virus, con todas las precauciones», expresa, con cierto optimismo pese al panorama.
Problemas para los vecinos
Quienes ya no tienen demasiado hueco para la esperanza son los hosteleros de las zonas restringidas , que acarrean desde marzo la bajada de aforo y, ahora, la limitación del horario. «Tengo la barra acordonada, solo me cabe una mesa dentro y cuatro en la terraza. Tener que cerrar antes de las 22 horas va a ser la ruina», lamenta la propietaria del establecimiento, Esther Zambrano, que lleva 5 años al frente de su bar de Puente de Vallecas, y que ahora atiende sola a la clientela fiel que le queda, ya que no se puede permitir contratar a nadie. «Ha venido el proveedor de cerveza, pero le he dicho que no le puedo comprar más, que no me salen las cuentas. Ahora facturamos, como mucho el 40% de lo que hacíamos antes», indica, con pesar.
Más allá de los negocios, los vecinos del barrio han tenido que cambiar sus rutinas. Cristina cruza cada mañana en Metro la ciudad de sur a norte para ir al colegio donde trabaja. «Para mí es un trastorno vivir en una zona restringida porque durante las dos horas de descanso para comer me quedaba en la zona donde trabajo, ahora me obligan a ir y volver dos veces cada día», cuenta mientras compra el pan en su barrio, Ángela Uriarte.
«Vivo en Portazgo, mañana es el cumpleaños de mi hija, pero no voy a poder ir a verla porque vive al otro lado de la calle», relata Paqui Pardo, que, previsora, el pasado viernes cuando se enteró de que no podría cruzar la acera también hizo compra abundante en la frutería a la que suele ir y que ahora no puede.
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