La Policía identifica a 50 carteristas en el Metro cada día
Solitarios o en grupo, acechan a turistas japoneses, rusos y alemanes. Más de una veintena tiene órdenes judiciales de alejamiento del suburbano madrileño
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El otro Madrid, el que viaja en Metro , es también escenario de una buena parte de los delitos patrimoniales que se cometen en la capital. La mayoría corren a cargo de los carteristas, algunos históricos y solitarios; otros, movidos por mafias de la inmigración y que se organizan en grupo a la caza de objetos que tienen fácil salida en el mercado negro, sobre todo los móviles de última generación.
Movilidad geográfica
De media, la Policía Nacional realiza entre 40 y 50 identificaciones de ladrones al descuido cada día en el suburbano, según ha podido saber ABC. De cualquier modo, establecer un número concreto de este tipo de amigos de lo ajeno es muy complicado. Pueden ser cerca de 200 , pero el número va fluyendo y, aunque parezca lo contrario, en la época estival la cifra de hurteros en el Metro decrece: «Prefieren irse a zonas de la Costa, como Valencia, Barcelona o Tenerife », explica uno de nuestros informantes.
Porque una de las señas de identidad de parte de estas personas es su movilidad geográfica. Sobre todo, en el caso de los clanes del Este, que son los más numerosos. Los hay tanto rumanos como, desde hace dos años, con carta de identidad de Bulgaria , aunque los investigadores recuerdan que, en algunos casos, esa documentación puede ser falsa y proceder de otro país.
Este tipo de grupos suelen estar bajo la bota de mafias, que residen en poblados o en viviendas medias e incluso chalés, dependiendo de su poder adquisitivo (y delictivo). Se dedican tanto a trasladar diariamente a mendigos por el centro como a poner a robar por calles, tiendas y bares a menores ( existen unos 150 niños perpetrando hurtos por toda la zona centro de la capital ), además de a estos robos en el Metro.
En el caso del suburbano, utilizan a mujeres jóvenes (también algunas que no han cumplido la mayoría de edad). La Policía Nacional no baja la guardia y su actividad es diaria y constante, para lograr una menor victimización.
Hurteros históricos
También hay carteristas latinos y, cómo no, siguen existiendo los españoles. De cualquier modo, los que actúan en solitario suelen ser los más «finos» a la hora de trabajar. Los había y hay que son muy conocidos en este mundillo : uno de ellos es el iraquí Sadek Isassi, de 48 años, que cuenta con más de 40 reseñas policiales desde 2009. Se sube al convoy y, antes de que arranque, se baja al menos con una cartera. Las líneas 2, 3 y 10 y los intercambiadores es donde más actúa.
También hay «consortes» (parejas de delincuentes) como los rumanos Vasile Pavel y Bianca Avahabacescu, con más de cien detenciones sumadas entre ambos. Estos les «pegan» a los hurtos al descuido en las escaleras de las estaciones. Se ofrecen a ayudar a los turistas con sus maletas, pero en verdad los desvalijan. El caso de los «chinaores» es distinto. Utilizan cuchillas y machetes para rajar los bolsos de sus víctimas y sacar lo que llevan dentro. En contadas ocasiones utilizan la violencia.
«Sin embargo, estos tipos se conocen el sistema legal español y no suelen emplear la fuerza, porque el hurto apenas está penado. La herramienta que sí está sirviendo son las órdenes de alejamiento del Metro que imponen los jueces. Hay entre 20 y 30 y eso sí que no se atreven a saltárselo, porque saben que, en caso de ser detenidos, sería un quebrantamiento de condena o medida cautelar e ingresarían inmediatamente en prisión», dice otro mando policial.
Las zonas calientes
Las estaciones más victimizadas son la de Cercanías de Recoletos, y las de Metro de Sevilla, Sol, Nuevos Ministerios, Gregorio Marañón y Santiago Bernabéu , aunque la problemática se da prácticamente en todo el centro. La razón es que es donde viajan más turistas, que son los objetivos principales, especialmente, los que más dinero llevan: japoneneses, rusos y alemanes.
En cuanto al material robado, abundan los teléfonos, que despiezan en España o Marruecos y venden en el mercado negro o comercios. También se llevan cantidades en efectivo, que pueden ser de solo 20 euros a 2.000, además de ordenadores portátiles que sacan directamente de las maletas.
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