La Policía disuelve un macrobotellón en Malasaña tras el fin del estado de alarma

Un centenar de personas ha celebrado la caída del toque de queda esta medianoche

Cris de Quiroga

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El estruendo ha estallado apenas un cuarto de hora antes del toque de queda todavía vigente. Frente al mítico local de la Vía Láctea, en el corazón de Malasaña , se arremolinaba un centenar de personas. La fiesta estaba en su máximo apogeo, mientras los bares bajaban la persiana. Un vecino molesto ha lanzado un cubo de agua por la ventana. La turba le ha increpado unida. Saltaban, cantaban, se besaban, se servían copas. La calle de Velarde se ha convertido en el epicentro de una noche que se avecinaba turbulenta con la caída del estado de alarma a medianoche.

23.00 horas. Un joven trepa una farola. Los congregados abren un pasillo a los vehículos VTC que se atreven a cruzar la vía mientras les golpean el capó como si fuera un tambor. Las cámaras de televisión han sido apartadas con silbidos y latas volando por el aire. «¡Libertad, yo con Ayuso!», clama un joven ebrio. Varios ‘skater’ hacen piruetas sobre los adoquines. El bullicio solo cesa cuando la Policía aparece en lo alto de la calle, pasadas las 23.15 horas.

Un coche de la Policía Municipal ha empujado a la masa hacia la plaza del Dos de Mayo. La fiesta ha perdido fuerza, pero los jóvenes resistían. «¡Chavales, hay que aguantar hasta las doce!», animaba uno entre el montón. A medianoche ya es 9 de mayo, lo que supone el fin del estado de alarma y, con él, del toque de queda. Mientras los agentes municipales intentaban ganar terreno, las decenas de personas han trasladado el jaleo a la plaza, que se ha convertido de forma improvisada en una corrida de toros, con jóvenes toreando entre ellos, y en un ‘skatepark’, con patinadores saltando escaleras. Minutos después, han llegado los refuerzos.

Una decena de agentes municipales, acompañados por una patrulla de la Policía Nacional, han formado un cordón para disolver el macrobotellón. Entre gritos, lanzamientos de latas y patadas a los cubos de basura, las personas se dispersaban. Y aguantaban. «Tres, dos, uno...». 0.00 horas . Decenas de grupos, desperdigados por los alrededores de la plaza del Dos de Mayo, han celebrado la medianoche. Y, a gritos, lo que ellos llaman «libertad». A la una de la madrugada, la Policía, protegida con cascos y escudos, continuaba controlando la zona.

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