MADRID/LIMPIEZA
«Plaga» de hojas en Madrid: «¡No me he matado de milagro!»
La falta de presupuesto para limpieza provoca la acumulación de restos arbóreos. Los vecinos se quejan del peligro
Con la vista clavada en el suelo , Manuel Cruz sorteaba ayer los miles de hojas caídas de los árboles que se amontonan en la plaza de los Reyes Magos, en el distrito de Retiro. «Nunca ha existido tanta degradación como ahora. Esto es peligrosísimo . Si pisas alguna hoja que no está del todo seca, el resbalón es casi seguro». El testimonio de este vecino coincide de lleno con el que ayer denunciaban en muchas zonas de la capital, cubierta por auténticas alfombras arbóreas. «No me he matado de milagro» , se queja Inés R., otra vecina que acaba de deslizarse mientras empuja su carrito de la compra.
«¿Dónde están los 500 barrenderos que dijo la alcaldesa Carmena que iban a estar en las calles a partir de octubre?», se preguntaban Isabel y Pilar, que viven en la misma zona, muy próxima al parque del Retiro . Manuel Cruz, interviene de nuevo: «Es una vergüenza. Tenemos aquí al lado el cantón de la calle del Conde de Cartagena y hasta su puerta de acceso está sucia».
Virginia, la empleada de un popular supermercado, reconoce que, cuando llega por las mañanas, es ella misma la que se ocupa de barrer la entrada al local: «Así, todos los días. Aquí no sólo recojo las hojas de los árboles. Me encuentro de todo. Plásticos, vídrios, cartón... No me pagan para ello pero la imagen es malísima de cara a los clientes».
Esta joven está convencida de que tanta acumulación de restos de los árboles y basura se debe «al recorte del prespuesto municipal» para limpieza viaria. «Yo vivo en el Ensanche de Vallecas y pasa lo mismo. Estoy harta de llamar al 010 y de mandar fotografías sobre cómo nos encontramos la entrada de la guardería de mi hijo. No sólo un asco; es un peligro».
La zona de la colonia del Retiro, a base de viviendas unifamiliares, está repleta de colegios . «Aquí el peligro se eleva porque los críos van corriendo todo el rato. Como no limpien más a menudo, un día tenemos un disgusto» , comenta la profesora de uno de estos centros cerca de la calle de Walia. «¡Que no hay presupuesto!. No lo hay para lo que se quiere» , replica un padre que espera la salida de su hija.
Nos movemos un poco. En la calle de Sánchez Barcaíztegui, casi esquina con la avenida de la Ciudad de Barcelona, nos encontramos a Rocío, escoba en mano, barriendo las hojas del quiosco de prensa. «No hay derecho a tanta suciedad », comenta. Una vecina que escucha la conversación asegura que ha visto pasar vacíos camiones municipales de limpieza. «No se paran. Desconozco los motivos porque las calles están a reventar de hojas. Hace poco oí a un barrendero decir que esto no hay quien lo quite».
Sin embargo, a pocos metros, por la calle de Granada, una barredera, con sus dos cubos, va retirando del suelo lo que buenamente puede con el rastrillo. Ya ha llenado de hojas más de dos voluminosas bolsas de basura que va dejando en las esquinas a la espera de las que vaya a recoger el camión.
«Al final, todos con la escoba», decía el empleado de una gasolinera que ya la había utilizado muy de mañana. A su lado, un joven recordaba que, a principios de octubre, Carmena tuvo una de sus primeras felices ocurrencias: había visto los restos de un botellón y pensó que los jóvenes «ayudaran» a barrer la ciudad como «un servicio social de trabajo universitario», dijo la alcaldesa. Todo se andará.