El Piojo, a punto de declarar ante el juez en Plaza de Castilla y volver a prisión

Jonathan Moñiz, que se fugó el pasado 5 de diciembre de la cárcel de Valdemoro, fue detenido el pasado lunes en Colonia Jardín tras una persecución en la hirió a cinco agentes

Jonathan Moñiz, de 32 años, conocido como el Piojo

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El peligroso alunicero y butronero Jonathan Moñiz , conocido como el Piojo, ha sido trasladado esta mañana a los calabozos de Plaza de Castilla después de pasar la noche en la comisaría de la Policía Nacional de Villaverde. Está a la espera de que el titular del Juzgado de Instrucción número 39, que se encuentra en funciones de guardia de detenidos, le tome declaración, lo que está previsto que suceda a lo largo de esta mañana.

El Piojo fue arrestado alrededor de las nueve de la noche del pasado lunes tras una persecución en coche en la que embistió a dos vehículos camuflados de la Policía, dejando cinco agentes heridos . Este peligroso delincuente tiene varias buscas y capturas en vigor y se le va a tomar declaración tanto en relación con la fuga del pasado diciembre de la cárcel de Valdemoro como por el intento de fuga de este lunes. Con total seguridad, será enviado a prisión tras pasar por el juez y previsiblemente no será la de Valdemoro.

En ese sentido, el juzgado número 7 de la localidad está a la espera del informe policial completo de la fuga del 5 de diciembre, que aún se encuentra en fase embrionaria, para tomar una resolución al respecto.

La actuación llevada a cabo por la Brigada de Policía Judicial de la Jefatura Superior de Madrid el pasado lunes acabó con los más de dos meses de búsqueda del Piojo, aunque se está trabajando ahora para localizar a su hermano, Miguel Ángel, huido desde que ambos protagonizaron una escapada de película del penal de Madrid III.

Como adelantó ABC, el Piojo, su hermano y un tercer reo del módulo 9 de Valdemoro, llamado Adrián Muñoz y miembro de su banda, planearon durante semanas la escapada con éxito. Elaboraron una llave tipo ganzúa con la que violentaron la cerradura del llamado cuarto de maletas, donde serraron los ya oxidados barrotes de la ventana que daban a la cubierta de la cárcel. Esa tarde, se descolgaron con sábanas, rodearon la cúpula superior del complejo y bajaron camino del primer muro, de 7 metros de alto. Utilizaron una especie de pértigas fabricadas con palos de escobas (eran presos poco conflictivos y se encargaban de la intendencia del módulo), anudadas con bolsas, que engancharon a la cima del muro. Gracias a su excelente forma física, en menos de veinte minutos consiguieron rebasar la tapia, el foso y la siguiente sin temor a las concertinas. Adrián tuvo peor suerte y fue arrestado antes de que pudiera poner un pie fuera. No sin antes avisar con un teléfono móvil a los compinches que les daban cobertura desde fuera en un coche Audi robado.

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