El Pequeño Nicolás, de celebridad a juguete roto
El joven dijo ser del CNI y tener hilo directo con las altas esferas. Una agresión y un choque con los CDR le devuelven a los focos
El Pequeño Nicolás ha vuelto a ser noticia. Esta vez ha sido por algo impropio del personaje de relumbrón que Francisco Nicolás Gómez Iglesias , de 25 años, se ha encargado de crear y alimentar desde que era casi un adolescente y que se ha desvanecido como un castillo de naipes. Ha sido protagonista de la crónica de sucesos .
Fue detenido y pasó una noche en los calabozos por un burdo delito de lesiones. Ocurrió el martes pasado, cuando trató de apuñalar al camarero de un restaurante de comida rápida en Azca que se zafó como pudo y sufrió cortes en una mano, amén de un sonoro puñetazo en el rostro. Y todo ello, tras insultar a una empleada reiteradas veces. Él y su acompañante (también arrestado) se negaron a ser expulsados e hicieron uso de la violencia . Estaban ebrios, precisaron los testigos.
A pesar de su edad, el Pequeño Nicolás ha vivido ya muchas vidas. La mayoría, fruto de las farsas que ideaba y que han marcado y siguen marcado su existencia, tal y como recogen las hemerotecas. Su labia y sus aspiraciones le dieron resultado durante un tiempo en el que acaparó los focos y los flashes mediáticos con los políticos del PP de la época –Rajoy, Aznar, Aguirre...– y otros personajes influyentes de los círculos de poder económico y social. Todo ello le llevó a decir que era asesor del Gobierno. Según él, era un «charlie», colaborador del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que le denunció por decir que le espiaba. Además, sostenía que mantenía hilo directo con la Casa del Rey y que hacía de enlace entre esta y Moncloa.
Sus días de gloria acabaron el 14 de octubre de 2014. Fue la primera de sus tres detenciones , que se prolongó durante 72 horas. El registro de su vivienda duró dos días. Por esta causa está imputado por falsedad documental, usurpación de funciones públicas y cohecho activo. Su osadía le llevó a decir que Felipe VI iba a visitar Ribadeo (Lugo) el 14 de agosto. Y quien llegó fue él con una nutrida escolta. El juicio se celebrará el próximo año, tras ser aplazado en mayo de 2018 por su estrategia de cambiar de abogado.
Amante del lujo y de la ostentación –se crió en Prosperidad–, en el informe policial de su detención consta que el imputado «se desplazaba en vehículos de alta gama a los que añadía luminosos semejantes a los que usan las Fuerzas de Seguridad». Así, evitaba los atascos. La juez instructora llegó a decir en su auto de puesta en libertad que no entendía cómo un joven de 20 años «con su mera palabrería» podía haber llegado tan lejos «y accedido a los lugares y actos a los que accedió sin alertar a nadie , y menos aún, prosperar su afirmación de ser asesor del Gobierno de España». Un informe pericial los juzgados de plaza de Castilla determinó que el Pequeño Nicolás tiene «una florida ideación delirante de tipo megalomaniaco».
Su declive seguía mientras se acumulaban las denuncias y llegaba su segunda detención. Además de la de Ribadeo, tiene otras tres causas pendientes. Una es por falsificar su DNI, sobornar a un amigo para que se presentara por él a la Selectividad (tenía una media de 5,53) y obtener una de las notas más altas de su instituto (8,25) que le permitió estudiar Derecho en Cunef, carrera que colgó tras su primer arresto.
Esa trama contó con el beneplácito del jefe de estudios a cambio de que empleara a sus hijas. El juicio se prevé celebrar en 2020. Después será el turno del de la estafa de La Hidalga y del caso de las grabaciones ilegales del comisario José Manuel Villarejo, con ambas instrucciones ya concluidas.
En cuanto al CNI, hubo dos. En el primero le condenaron a una multa de 4.320 euros por injurias . Del segundo, que se repitió al implicar al ex-DAO Eugenio Pino, salió absuelto. Otra de sus tretas legales ha sido utilizar su trastorno megalomaniaco para ser considerado inimputable, aunque sin éxito.
Televisión, lazos amarillos...
La estrella de Nicolás se apaga. Concursó en Gran Hermano VIP en enero de 2016. Fue el primer expulsado. Con los réditos se fue a Las Palmas. Ahí volvió al lujo. Y a las andadas. Intimó con el presidente del club de fútbol de la UD Las Palmas y se convirtió en «fontanero»; en intermediario de operaciones futbolísticas de alto nivel», reflejó Marca. Quería convertir a las islas en la nueva Silicon Valley y aprovechar así sus ventajas fiscales. Era 2017.
No se volvió a saber de él hasta que en enero pasado anunció que iba a concurrir a las elecciones europeas con su partido Influencia Joven. No lo hizo. Luego apareció en TV3 luciendo un lazo amarillo «porque Pilar Rahola me convenció» . En noviembre se encaró con los CDR concentrados en la estación de Sants (Barcelona) y le agredieron. Una serie de televisión recreará ahora su vida.
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