CARTAS A LA ALCALDESA

La patrulla

Estos transeúntes de la concordia no van a mejorar el show de la plaza del Dos de Mayo, o de Malasaña entera, porque en Madrid la gente toma la calle como el que irrumpe en un pinar, entre el grito y el brindis

Dos de los miembros de la patrulla «antirruido» charlan con unos jóvenes MAYA BALANYÀ
Ángel Antonio Herrera

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No acaba de estallar el verano, pero ya están preparadas todas sus tolderías para el bullicio de calle, tan propio de la temporada. Quiero decir que las terrazas vienen con retraso, pero vienen. O sea, que Madrid va a subir el ruido de alboroto , y algunos vecinos regresarán a la maledicencia, porque aquí no hay quien duerma, según el barrio.

Claro que sabemos que en Madrid hay mucha marcha, alcaldesa, y eso tiene su tirón, pero hay zonas de la ciudad donde la vida se pone difícil , cuando sube la jarana. Esto usted lo sabe bien, y en esta esquina de epístola hemos detallado alguna vez el reguetón de botellón que toma la tarde, o la noche, de Centro, o de Azca, que resultan muy amenos sitios de acampada con litrona.

Usted esto lo sabe bien, o muy bien, y por eso ha puesto a caminar a una patrulla «antirruido», un ramo de gentes de muy buen afán que hacen la ciudad bajo el lema «Salimos sin molestar» . Son una punta de jóvenes que charlan con los ajetreantes, porque es mejor una reflexión que una multa.

Uno está de acuerdo con esto, y conmigo muchos vecinos, porque es mejor pedirle silencio de convivencia al peatonaje que pedirle cien euros de sanción . Uno está de acuerdo, pero uno presume, también como tantos vecinos, que estos transeúntes de la concordia no van a mejorar el show de la plaza del Dos de Mayo , o de Malasaña entera, porque en Madrid la gente toma la calle como el que irrumpe en un pinar, entre el grito y el brindis.

Dicen los amabilísimos militantes de estas patrullas que quieren que los fiesteros se fijen en el ejemplo del gato , que es «sigiloso y silencioso», y esta propuesta o ejemplo es casi colegial, por entrañable, alcaldesa, porque quien sale de fiestuqui no sale a estar callado, precisamente.

El español es criatura de bullicio y alterne, y esto, tan saludable, resulta un asco, según donde pongamos el campamento. No va a servir para nada este empleo elogiable de los chicos que patrullan para la pedagogía vecinal. Empezando porque a los que están de copas les corta el rollo que vengan a explicarles lo educado que es un gato.

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