Paseo del Prado: viaje al centro del idioma
Madrid celebra la lengua española y convierte el centro urbano en un homenaje a la Hispanidad literaria
Tiene el tráfico de Madrid , en sábado y en octubre, algunos momentos de pausa. Tiene Madrid también, en ese manifestódromo que es el Paseo del Prado, unas fuentes ocultas donde parece que va a cruzarse el personal con Antonio Machado, que hasta se lo cruzó, al final, recitado en acento latinoamericano. En ese Madrid, la Oficina de Español -lo de Toni Cantó - organizó este sábado una ruta guiada al interior del idioma, que es como decir al interior de nosotros mismos. Coincidiendo casi con el 12 de octubre, y dentro del festival Hispanidad 2021, el susodicho Paseo del Prado se convirtió en un jardín de palabras, donde Luis Alberto de Cuenca y Juan Carlos Pérez de la Fuente habían seleccionado textos para que Fran Perea y demás actores nos recordaran a Cervantes y a Calderón , que no era mal plan para un sábado de octubre.
La pandemia impedía multitudes, y por eso se le pudo preguntar a Luis Alberto de Cuenca por el espíritu de un evento que «evidencia que un océano no rompe un idioma», según el plural sabio, que caminaba con la elegancia habitual no tan lejos de La Castellana, que es su Macondo particular. Fran Perea, entre las fuentes recoletas, hacía de maestro de ceremonias junto a Beatriz Argüello, y la imbricación entre 'Los Serrano' y 'Cien años de Soledad' era, cuando menos, curiosa. Sonaba el chotis de Agustín Lara y Paula , presuntamente argentina y con ortodoncia, disfrutaba con su perro de que le recitaran el Quijote mientras pasaba por delante de bancos donde, metafóricamente, andaban solazándose Paco Umbral, Pablo Neruda confesando que había vivido y Ernesto Sábato reflexionando sobre el idioma, que ya dijo Wittgenstein que era el principio y el final de todo.
Se dramatizó hasta a Borges en la Fuente de Apolo, para demostrar que no hay imposibles para el actor. En un claro de la visita guiada a un corazón desconocido -por visto- de Madrid se montó un recordatorio a los mitos hispánicos universales, allá donde el Tenorio revivía en la voz de Fran Perea, que no era la de Paco Rabal pero servía. Montaban guardia los chicos de Odin Crew muy en negro y muy en su papel mientras que el personal aplaudía entusiasmado al diálogo entre Ruiz de Alarcón (México) y Calderón de la Barca (España), entre 'La vida es sueño' y 'La verdad sospechosa'. Hubo, sí, aplausos a la poesía, incluso curiosos que también daban palmas al caballo de cartón del bueno de Don Antonio Machado. Los libros sin libros salieron a la calle, y el madrileño exploraba, casi como un escolar, todo un bagaje literario que casi se podía respirar. De Lorca a Cernuda, los versos volaban frente a los árboles aquellos donde en otro tiempo se encadenada la Baronesa Thyssen.
De fondo, se mezclaba el rugido del autobús que va a Las Águilas, el 34, con el rumor de las fuentes y un grupo que ponía temblor de rumba al famoso chotis de Agustín Lara. En realidad, con conciertos simultáneos en la calle de Fuencarral, en la Plaza de Oriente o en la de Juan Goytisolo, en todos los acentos de el español, se demostró lo que comentó Luis Alberto de Cuenca al principio del paseo lírico: todo lo que se hace a este lado del Atlántico tiene su respuesta en la otra orilla. Y en el mismo idioma.
A última hora, todo el mundo acabó bailando 'Los Nardos': con la falda 'almidoná' y después de que la literatura les hubiese entrado suavemente en el alma. Casi, casi que como por ósmosis. Fran Perea se sacaba fotos con madrileños de una generación antigua: la que conoció 'Los Serrano'. Sobre la ciudad caía, entre los versos, un agradable sol de otoño.