Parroquia San José María Rubio: Cómo hacer una parroquia de la nada
El nuevo templo ha llegado primero a Los Berrocales, donde aún no hay ni bares
Hoy toca en esta serie de parroquias de Madrid narrar cómo se hace vida la ‘Plantatio Ecclesiae’ ¿Qué significa ese latinajo?, se preguntarán. Procedente de la historia , y formulada por la teología misional, la ‘Plantatio Ecclesiae’, según la ‘Encíclica Redemptoris missio’ de Juan Pablo II , hace referencia al proceso de cómo la Iglesia llega a un nuevo territorio, a un nuevo sitio, y se instala allí.
¿Qué se necesita para este proceso? Evangelizadores misioneros y un espacio. En este caso que nos ocupa de la parroquia de San José María Rubio, un sacerdote, Miguel María Ruiz de Zárate Aguilar, y una incipiente comunidad. Pongámonos en situación. Una comunidad católica entre edificios recién construidos y proyectos de edificaciones para un barrio que se expande a través de círculos concéntricos, lo que llaman fases, en la avenida de Blas de Lezo, sin número, esquina Mayorazgo de Duarte, El Cañaveral . Sí, el Cañaveral, una zona de límites y de fronteras, en donde la parroquia, que ocupa una zona de locales a pie de calle, ha llegado en el primer momento. De hecho aún no hay por allí bares ni farmacias, símbolos de la vida diaria.
El 30 de noviembre del año 2019, el arzobispo de Madrid , Carlos Osoro, firmaba el decreto de creación de la parroquia San José María Rubio. En la peculiar exposición de motivos del decreto se lee: «El Ayuntamiento de Madrid ha iniciado la construcción de un PAU, que contará cuando esté concluido con 14.000 viviendas, en el barrio de El Cañaveral, dentro del distrito de Vicálvaro, limítrofe con los municipios de Coslada, San Fernando de Henares y Rivas Vaciamadrid. Este PAU está alejado del casco histórico de Vicálvaro, donde está construido el templo de la parroquia de Santa María la Antigua, de la que se segregará el terreno para la nueva parroquia de San José María Rubio».
Curso por estrenar
El sacerdote, un todo terreno, un hombre capaz del milagro de hacer la Iglesia de la nada y convertirla en una parroquia ejemplar. Ahí está su trayectoria en anteriores destinos. Y ahora, un nuevo inicio en un templo que es un local multiusos, que lo mismo sirve para las eucaristías que para una comida familiar. Porque lo que tiene, hasta el presente esta parroquia, es una inmensa voluntad de convertirse en una familia. Hasta tal punto que el templo se parece al salón de una casa, incluso por la amplia terraza que lo flanquea.
«La parroquia es una familia. Aquí se viene a vivir la vida, la fe se hace vida. La parroquia es el lugar dónde la vida se hace viva», me insiste el párroco cuando recrea aquella frase de la Escritura que dice: «Mira, todo lo hago nuevo». Nuevas son las salas para la catequesis que comenzará el próximo otoño; nueva es la sala de la acogida de Cáritas, con acceso directo a la calle para el reparto de alimentos; nueva es la capilla del Santísimo, que pronto recibirá un preciosa imagen de la Virgen con el Niño , que es un canto a la vida; nuevo es el despacho del párroco, donde se pasa el día y la noche, aunque muebles de herencias familiares. Nueva es la ilusión de que en el año 2029, año del centenario de la muerte de san José María Rubio, el apóstol de Madrid, la parroquia pueda estrenar un templo exento.
Nueva es la devoción y protección de San José María Rubio. Se podría decir que lo único que tiene esta parroquia es una reliquia del santo, por cierto, procedente de una curiosa historia en la que interviene un familiar, jesuita, del párroco, que participó en el traslado del cuerpo de San José María Rubio a su actual ubicación en el claustro de la iglesia de san Francisco de Borja. La reliquia de quien pronunciara el afortunado lema de la vida cristiana, «Hacer lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace», fue hace mucho tiempo un regalo su madre al joven seminarista que un día sería párroco de la Iglesia que lleva ese nombre. Cosas del pasado en una Iglesia que sí tiene futuro.
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