Parroquia de San Jorge: cima de caridad en Chamartín
El templo, rodeado por colegios religiosos, es cuna de obispos y sacerdotes; forma una comunidad superlativa
Érase una parroquia a una Fundación pegada, la Fundación de la Santísima Virgen y San Celedonio . Érase una comunidad superlativa. Érase un párroco, Juan Pedro Carrera , con alma misionera y deje cubano. Érase una historia mucho más que vida. Así era y es la parroquia de San Jorge mártir, el de Córdoba, paladín de quienes sacaron del pecho la fe y la osadía ante el sultán de turno. La parroquia de San Jorge, mártir, el de Córdoba, subida al monte de la fe y de la caridad , cuna de obispos y de sacerdotes y de fieles cristianos siempre inquietos. La fe que da perspectiva. Una parroquia que no se entendería sin los nombres de los recordados Francisco José Pérez y Fernández Golfín, el primero siempre, párroco aquí, nombrado por el cardenal Tarancón por cierto, y luego obispo en Getafe; o quien es su pupilo, monseñor Rafael Zornoza, que anda por la tacita de plata. Y luego Carlos Martínez y José Vara.
El templo parroquial está ubicado en la cima de la historia de la Fundación de la Santísima Virgen y san Celedonio que, según nos facilita su directora, Esther Díaz Moreno, fue instituida gracias a la generosidad de los Condes del Val. En 1896 Celedonio de Val y su esposa María Zamora manifestaron su voluntad de constituir, inicialmente, «una fundación para la creación y el sostenimiento de una universidad católica», siempre que este centro obtuviese «efectos académicos». Sí, Universidad católica, por algo era y será. Pero como ya sabían del percal, si transcurrido un periodo de diez años no hubiese podido erigirse la fides et ratio, se estipulaba «la fundación y sostenimiento de un hospital destinado a convalecientes sin calentura de enfermedades que no sean contagiosas». «Dirigido por la Hermanas de la Caridad» de la «sapientia fidei » a la «sapientia caritatis» y tiro porque me toca, homenaje a Calderón y su hospicio de los pobres.
Las Hijas de la Caridad de San Vicente Paúl están en todos los sitios. Y me alegro, me alegro mucho. Ahí tenemos a la hermana María del Pilar Cuevas, norteña y cantábrica, alma del Asilo. Es la servidora de una comunidad de Hijas de la Caridad de 20 hermanas, algunas de ellas muy mayores, que atienden como un primor a 261 ancianos. El olor del asilo lo convierte en antesala del cielo ; limpieza, cariño y cuidado, tesón y muchas noches sin dormir, madres coraje.
Pero volvamos a la parroquia, ya que llegará el día de hablar in extenso de la Fundación y del Asilo. Según ha estudiado Oscar da Rocha Aranda, las obras del templo se realizaron entre 1930 y 1935 y se financiaron con los fondos de la Fundación por la testamentaría de la Condesa viuda, fallecida en abril de 1927. La erección canónica de la Parroquia data del año 1974, que es como decir que preanuncia la transición social y cultural. Un templo con vidrieras art decó, escenas de la vida de Cristo que sana y salva. Porque la belleza de esta parroquia son sus vidrieras, Cristo recibido en tecnicolor, así es la experiencia cristiana.
En la parroquia nos recibe Juan Pedro Carrera, que está auxiliado por el joven sacerdote Diego Cristóbal Calvo y que tiene la ayuda del superior del formador del Seminario Mayor de Madrid, Fausto Calvo, y de un padre de la Compañía de Jesús, por ejemplo, Jaime María Badiola, ahora metido en temas de economía divina y humana. Y como la historia es muy elocuente, por aquí anduvo diciendo misa otro de la lista de los obispos, Alfonso Carrasco Rouco.
Esta parroquia de cima y cerro, en el antiguo Chamartín de la Rosa, rodeada por colegios de religiosos : Agustinos, Jesuitinas, Sagrados Corazones, el padre Damián que lo vertebra todo, sabe que todo lo que no se da, se pierde y por eso alimenta el Fondo Común Diocesano, es decir, la caja de la Iglesia común con más del 35 por ciento de los ingresos de la comunidad, responsabilidad compartida. A los que hay que añadir un 20 por ciento destinados a la caridad, alimentos, ropa, y euros para mantenerse erguida la vida. La Asociación «En la brecha» de Caritas Vallecas ha establecido un corredor de emergencia con esta cima de esperanza. Lo mismo que el Banco de Alimentos.
Pero como la caridad es políglota, lo demás se nos dará por añadida. Una caridad de nuestro tiempo que no puede pasar inadvertida. Es la iniciativa denominada AME, Ayuda a la Mujer Embarazada . Atiende a mujeres embarazadas en riesgo de exclusión. Su objetivo, la formación integral para la maternidad, que pasa por la formación profesional y un trabajo digno. Y sin programas lectorales de por medio.
La otra cara de esta moneda que vale el ciento por uno y la vida eterna son las misiones. Ayudan con generosidad, también de estancias y voluntariados, a las Hijas de la Caridad de la zona de la Calzada del Cerro de la Habana, una edad de oro sin oro, solo barro. Una especie de «cottolengo» en donde las Hijas de la Caridad acogen a los niños marginados, excluidos por el lado oculto de la historia, de la naturaleza y del sistema cruel. Denuncia del sistema, quiebra de los proyectos de redención humana. También la ayuda de la parroquia llega a las religiosas de María Inmaculada de la Calzada del Cerro.
Y como la vida parroquial es cultura y culto, cómo no citar al Coro de San Jorge, que peregrina en la alabanza a Dios desde hace más de veinte años. Un coro, la mayoría de voces jóvenes, que reza cantando o canta rezando. La vida es puro teatro, la parroquia de San Jorge también tiene una notable afición al teatro. La última representación, «Una noche de primavera sin sueño», de Jardiel Poncela, que es como hacer pastoral matrimonial con la vía apofática. La recaudación íntegra fue destinada a las misiones de Cuba, de esta parroquia que, como dice su párroco cambia con los tiempos. El tiempo pasa y la caridad permanece. Lección primera de Iglesia en camino.
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