El Palacio de la Industria y las Artes, uno de los edificios pioneros en el uso del hierro
Levantado a finales del XIX para albergar las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, hoy es la sede del Museo Nacional de Ciencias Naturales y de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales
El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) y la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales (ESTII) comparten sede desde hace más de un siglo en un emblemático edificio de la capital, el Palacio de la Industria y las Artes . Algo escondido en uno de los laterales del Paseo de la Castellana, a la altura de la plaza San Juan de la Cruz, hoy acoge un campus universitario que pasa desapercibido desde el exterior, donde conviven a diario 5.000 personas , y acoge una pequeña muestra de los importantes fondos que posee el MNCN. Todo dentro de un interesante espacio desde el punto de vista arquitectónico. El empleo del hierro fue clave en su construcción , siendo uno de los edificios pioneros en el uso de este material.
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Madrid, al igual que otras ciudades europeas, impulsó el desarrollo de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes en la segunda mitad del siglo XIX. Para albergar estos eventos empezó a construirse en 1881 este palacio, inaugurado en 1887 por la reina María Cristina. El arquitecto Fernando de la Torriente ganó el concurso para esta obra pero tras su muerte inesperada terminó el trabajo su colaborador Emilio Boix Merino. El edificio se situó en los Altos del Hipódromo, en la Colina de los Chopos, lo que por entonces eran las afueras de Madrid.
Se levantó un edificio de planta rectangular con dos patios interiores , un cuerpo central adelantado que formaba la entrada y un remate posterior con un ábside. Y todo coronado por una cúpula sobre tambor. La revista “La Ilustración Española y Americana” recogió en mayo de 1887 valiosa información sobre el edificio de más de 15.000 metros cuya fachada principal «consta de un cuerpo arquitectónico de 26 arcos de medio punto y en sus extremos hay dos pabellones salientes con una grandiosa arcada y ventanas y hornacinas en su piso superior», se puede leer. En su interior la techumbre está sostenida por columnas de hierro fundido y el cuerpo principal lo forman una crujía de tres naves.
Actuales inquilinos
La primera exposición que se realizó fue la de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1887 y la última la de 1899. Estuvo unos años algo abandonado y tuvo entre medias distintos usos siendo incluso hospital provisional en 1889 durante una epidemia de gripe. La Tabacalera llegó a tener algunas dependencias y en 1907, por ejemplo, se celebró el Primer Salón del Automovilismo, Ciclismo y Deporte. Y en 1907 llegaron dos instituciones que permanecen todavía en este edificio: la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales (ETSII) y el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN). La ETSII se fundó en 1845,«la carrera de Industriales se cursaba en la Escuela Central en el llamado Real Instituto Industrial», cuenta a ABC Óscar García, director de la ETSII. «Casi desde el principio la escuela ha convivido en este edificio con el museo pero hubo otras instituciones, como el Museo del Traje, dependencias de la Guardia Civil o el Laboratorio Central de Electrotecnia que se fue recientemente», indica María Luisa Martínez, catedrática de la escuela.
«La escuela tiene ahora 4.500 estudiantes y con todo el personal docente y administrativo llegamos casi a los 5.000. Este campus universitario en el centro de Madrid es un pequeño oasis que pasa desapercibido», indica el director. En sus años de estudiante había incluso una piscina que se cerró cuando se introdujo nueva normativa de seguridad. Pero sigue habiendo espacios para el deporte como pistas de pádel o frontón. La nota de corte de esta escuela es la más alta de España en Industriales.
El edificio ha sufrido varias rehabilitaciones desde su creación , especialmente en la distribución interna y según los usos que se han dado. La cúpula es el elemento más característico del edificio de la escuela y el que les representa, siendo elegido como su símbolo y forma parte de su imagen corporativa. «Es una de las cúpulas más grandes de Madrid », resalta María Luisa Martínez. Cuenta con un diámetro de 22.3 metros frente a los 33 metros de San Francisco el Grande y los 20 metros de La Almudena. Su superficie alcanza una altura de 20,80 metros, su base es un octógono cuyos vértices descansan sobre una circunferencia. La estructura que lo soporta está formada por vigas de acero y de madera que sustenta las láminas de cristal centrales y las chapas de zinc que la rodean.
Otro de los espacios más emblemáticos de la ETSII es su hall donde se encuentra una máquina de vapor instalada allí en 1914 . Fue la primera máquina de vapor industrial que se importó a España, procedente de Londres, que se construyó en 1832 par accionar las estampas de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. «Tiene un valor histórico inmenso, está intacta, se podría utilizar, algo que nos gustaría para explicar su funcionamiento», reconoce Óscar García. También merece mención especial el aula original que se conserva, con el mobiliario de la época, llamada “ Pedro Puig Adam” , en homenaje al ingeniero industrial y matemático. «Los pupitres no son cómodos y este aula se usa poco, pero tiene un valor simbólico», detalla el director. Eso sí,s e han rodado películas, anuncios y serios, como algún capítulo de Velvet.
Con motivo de las celebraciones de los 100 años de esta sede, la ESTII llevó a cabo una profunda limpieza del edificio y se encontró un fresco en el hall. Se cree que los de la escalera se perdieron, con alegaciones al mundo industrial. En una de las distintas reformas realizadas se descubrió también que pode debajo de las columnas de mármol que sustentan la estructura en el hall se encuentran las columnas de fundición , de abajo arriba, y se han dejado al descubierto en la parte superior donde se han ampliado las instalaciones. La escuela además ha podido ocupar otras dependencias del complejo según han abandonado las instalaciones otros inquilinos.
Durante la Guerra Civil la escuela cerró «y no existe documentación sobre lo que ocurrió en esos años aunque sí muchos comentarios. El edificio estaba en la frontera de las dos zonas y nos dicen que por los pasadizo que conectaba esta escuela con la de Ejército al otro lado de la Castellana pasaron familias», indica la profesora. Unos pasos subterráneos hoy tapados.
Falta de espacio en el Museo Nacional de Ciencias Naturles
Aunque en este edificio conviven dos instituciones la división del espacio no se realizó a partes iguales . El MNCN ocupa aproximadamente un tercio del edificio frente a los dos tercios de la ETSII. « La instalación definitiva del museo se produjo en 1910 aunque en 1907 se trasladó una colección. Con Ignacio Bolívar como director se logró que se concediera la zona norte del edificio», cuenta a ABC Soraya Peña de Camus, del grupo de investigación Historia y Documentación de las Ciencias Naturales en España. En 1913 Bolívar solicitó a Alfonso XIII que se hiciese con una de las ocho réplicas que hay en el mundo del esqueleto de Diplodocus carnegii , gran dinosaurio herbívoro del Jurásico de Wyoming. «Se cedió un patio central que era de la escuela para colocar el esqueleto y los visitantes debían entrar por la escuela lo cual generó protestas entre los ingenieros», comenta la investigadora. Sería más tarde, con motivo de una visita de Primo de Rivera al museo, cuando Bolívar pidió más espacio. «Le llegaron a decir que se quedarían con todo el edificio pero al final en 1935 les dieron un nuevo espacio en el ala sur donde se trasladó al Diplodocus.
El museo fue creado en 1771 por Carlos III, con el nombre de Real Gabinete de Historia Natural que fue cambiando de nombre hasta el actual en 1913. En el despacho del director del MNCC, Santiago Merino, se conservan algunas piezas del despacho del antiguo director del referido Real Gabinete. Un tablero de una sola pieza de un árbol de Filipinas y un armario y un reloj del despacho de Floridablanca son algunos de los objetos más simbólicos, también libros del siglo XVII incluso una copia del Oso hormiguero de Mengs del que se dice que pudo ser Goya quien pintara una parte.
Santiago Merino no esconde los dos verdaderos problemas de este museo: « t enemos poco espacio y necesitamos más personal». Y es que este museo nunca ha disfrutado de una sede propia, siempre ha compartido espacio y «cuando nos construyeron la nuestra acabó por ser ocupada por el Museo del Prado», se lamenta. No es una quejan sin fundamento ya que de los ocho millones de piezas que forman el fondo del museo, están expuestas el 3%. «Es una anomalía no tener un espacio mayor, no nos caben las donaciones que recibimos, no tenemos una cafetería, la tienda es pequeña...», continúa. Alrededor de 300.000 personas pasan cada año por este museo en el que no falta la creatividad para organizar talleres y muchas otras actividades, especialmente con los más pequeños. Pero si estuviese englobado en el eje de museos de Madrid, las visitas podrían ser muy superiores.
En la zona norte el MNCC se encuentra la sala de Biología. Son muchas las piezas destacadas, entre ellas el elefante africano cazado en Sudán en 1913 por el duque de Alba que donó la piel al museo. La piel permaneció en el sótano hasta 1923, año en el que Luis Benedito abordó su naturalización y montaje que se prolongó hasta 1930. También se encuentran los queridos Chulín y su madr e que llegaron hace unos años del ZOO de Madrid y se restauraron o el esqueleto de una ballena que se quedó varado en una de las playas de Marbella. Pesa más de 2.500 kilos y mide más de 20 metros. En la zona sur se puede visitar el Diplodocus y toda la parte de Geología.
Entre las curiosidades del museo se encuentra el hecho de que por razones de fusión de distintas entidades llegaron a parar instrumentos que pertenecieron al Instituto de Radiactividad de la Universidad Central y se encuentra el cuarzo piezoeléctrico de Pierre Curie, entre otros.
Durante este siglo siempre ha existido una rivalidad entre ambas instituciones por quedarse con el espacio. «En todos estos años a ambos nos han prometido que el otro se iría», comenta Merino. Una rivalidad histórica por el espacio que no se traslada a la convivencia ni a las relaciones entre ambas direcciones. Todos sueñan con tener más espacio, especialmente el museo, que incluso contemplaría un nuevo emplazamiento. Pero es algo que no depende de ellos.