Palacio de Gaviria, de discoteca a nuevo espacio para el arte
La zona noble del edificio del siglo XIX está decorado por la exposición «Brueghel, maravillas del flamenco», que estará abierta hasta el 12 de abril
La Reina Isabel II fue una de las visitas habituales de los famosos bailes que se organizaron en el Palacio de Gaviria , uno de los más lujosos de Madrid del siglo XIX. Situado en la calle Arenal, Manuel Gaviria y Gouza, Marqués de Gaviria y Conde de Buena Esperanza , quiso con este edificio mostrar su poder económico. «Fue banquero y estaba muy bien relacionado», explica a ABC José Luis Sancho, historiador del Palacio Real de Madrid. Sevillano, había hecho fortuna con arriesgadas operaciones financieras y en 1840 le dieron el título de Marqués de Casa de Gaviria.
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El palacio se construyó entre 1846 y 1847 , obras dirigidas por el arquitecto Aníbal Álvarez Bouquel , uno de los introductores de la nueva corriente renacentista basada en el Quattrocento italiano. «En este solar había estado el palacio del Duque de Arcos y Maqueda. La calle Arenal estaba de moda entre los aristocrátcas», puntualiza Sancho, una vez que unía la Puerta del Sol con el Teatro Real y la Plaza de Oriente. Al mismo tiempo, otro conocido banquero levantaba su residencia en otra zona de la ciudad. «El Marqués de Salamanca optó por construir su palacio en el Paseo de Recoletos, la otra zona donde empezaba a acudir la alta burguesía», añade el historiador. Ambos banqueros participaron en la creación del Banco de Isabel II y en el caso del Marqués de Gaviria fue diputado y senador vitalicio. Se convirtió en una de las primeras fortunas del país.
Baile inaugural
Inaugurado en 1851 con un gran baile presidido por Isabel II al que acudieron realeza, nobleza y burguesía adinerada. El de Gaviria, con sus trece salas y su delicada decoración , se convirtió pronto en uno de los palacios isabelinos más admirados de la ciudad . Además de la riqueza de sus salones y las obras de arte, Aníbal Álvarez creó un nuevo tipo de fachada basada en modelo de palacios del Renacimiento italiano pero rompe con la simetría que era una condición clásica. Desplazó la entrada principal hacia el lado izquierdo y prescindió del balcón principal sobre la portada. En cuanto a los materiales, siguió la tradición castellana combinando piedra para la planta semisótano y baja y ladrillo en las grandes superficies.
Fue el pintor de la reina, Joaquín Espalter y Rull, quien se encargó de gran parte de las pinturas de los techos, muy bien conservadas a día de hoy. «Los dormitorios de los marqueses y las salas de baile y recibimiento estaban en la primera planta y en la segunda los dormitorios de los hijos y del servicio», cuenta el historiador.
El edificio estaba distribuido en torno a dos patios principales. La estructura original del palacio se conservó hasta 1916 cuando el siguiente propietario, el Conde de Revilla, encargó al arquitecto Luis Sainz de los Terreros una redistribución de la planta baja y principal . «Uno de los aspectos más llamativos fue la introducción de un patio andaluz», indica José Luis Sancho. Más tarde, se derribaron las caballerizas para construir espacios como la biblioteca. En 1953 «la familia Revilla añadieron al edificio una nueva planta con locales para alquilar, muy bien conseguido desde el punto de vista arquitectónico», añade. Se introdujo un nuevo portal en la travesía de Arenal para independizar las dos plantas superiores del resto.
La escalera principal comunica sólo con la planta noble donde se instaló el Centro Asturiano de Madrid, que permaneció allí hasta 1986. Antes había sido cuartel republicano durante la Guerra Civil y Ministerio de Abastos. En las dos plantas superiores se alquilaron los locales y durante muchos años fue un centro comercial de decomisos. Entre 1991 y 2011 la zona noble alojó la discoteca Palacio Gaviria. Al igual que en su día la reina y la nobleza disfrutaron de estos salones, más de un siglo después lo hicieron varias generaciones de madrileños que disfrutaron durante dos décadas de una de las mejores salas de fiesta de la capital. Hasta su cierre.
Espacio cultural
« Se alquila planta noble ». Este cartel, colgado en un balcón del palacio en el 2017, llamó la atención de Jesús Rodríguez, delegado en España de Arthemisia , empresa de producción y organización de exposiciones internacionales de arte. Esta firma había aterrizado en Madrid con la exposición de Kandinsky en CentroCentro. «Buscamos entonces un espacio para poder seguir el trabajo y nos encontramos con esta joya maltratada por el uso », explica a ABC Rodríguez. «Nos dimos cuenta que tenía muchas posibilidades y empezamos a alquilarlo», añade. Hoy es propiedad de un grupo inversor y Arthemisia, socia del proyecto, se ocupa de su gestión. «Queremos que sea un espacio multifuncional con exposiciones temporales y permanentes. Que el palacio sea un gran exponente para la ciudad de uso cultural», cuenta el responsable.
Como edificio protegido, «existen muchas limitaciones de uso pero tenemos un plan integral a la espera de aprobar para poder comenzar a recuperarlo», aclara Jesús Rodríguez. Viendo la belleza del lugar es difícil entender cómo durante 20 años funcionó como discoteca. «Hizo mucho daño al interior del palacio aunque paradójicamente, según nos han contado los expertos, el humo ha hecho que se conserven mejor las pinturas de los techos aunque están muy oscuras», señala. Limpiar el espacio es una de las prioridades, «para que se puedan contemplar mejor las pinturas».
Desde el pasado 7 de octubre la zona noble del palacio está decorado por la exposición Brueghel, maravillas del flamenco , que estará abierta hasta el 12 de abril. Comisariada por Sergio Gaddi, está compuesta por un centenar de piezas. «En verano queremos traer una exposición de pop-art y para el próximo otoño las grandes obras del impresionismo », avanza Jesús Rodríguez. Según las cuentas de la empresa de producción, en cuatro o cinco años esperan tener todo el espacio operativo (5.000 metros cuadrados más 1.000 metros cuadrados de terraza) pero sobre todo « poner en valor este palacio ».