Un palacete centenario reconvertido en centro médico
El Palacio de la Marquesa de Oliva y de Nerva acoge, desde 2006, al Instituto de Medicina Láser. Tras una importante intervención para recuperar el edificio, luce su mejor aspecto.
El Palacio de la Marquesa de Oliva y de Nerva es uno de los edificios que más deslumbran en la calle Martínez Campos. Vecino del Instituto Británico y muy próximo de la Casa Sorolla, este palacio de inicios del siglo XX luce un bonito aspecto después de una completa rehabilitación llevada a cabo entre 2005 y 2006, cuando pasó a ser el Instituto de Medicina Láser (IML) . Los pacientes de esta clínica médica quedaron maravillados cuando en el 2006 el doctor Javier Moreno Moraga y su mujer, la doctora Josefina Royo de la Torre, trasladaron su consulta a este edificio . «El IML es la consecuencia del crecimiento de la consulta privada», explica a ABC la doctora Josefina, directora de este centro. «Cuando visitamos el edificio en venta estaba bastante deteriorado y llevaba año y medio sin encontrar comprador», añade. Se encontraba en estado de semi-abandono, con una utilización muy limitada pero mantenía un excelente estado estructural gracias a la gran calidad de la construcción original.
Noticias relacionadas
En 1887 Ramón Ortiz y Samor compró un solar en el antiguo paseo del Obelisco por valor de 37.827 pesetas y fue su mujer, una vez viuda, quien mandó construir el palacio en lo que era por entonces las afueras de Madrid. Marquesa de Oliva y de Nerva, título nobiliario el primero y pontificio el segundo, encargó construir el edificio al arquitecto madrileño Valentín Roca Carbonell, muy vinculado a la nobleza y alta burguesía. Proyectó un edificio en forma de abanico situado al fondo del solar y dejó la parte delantera para un jardín que bordea su fachada. Utilizó líneas curvas en la planta y en la fachada y sus elementos decorativos son de influencia modernista. También se encuentran elementos neoclásicos combinados con otros neogóticos lo cual confirma el eclecticismo con el que el arquitecto Roca define el trazado de este palacio.
La planta tiene forma simétrica sobre el eje del chaflán . Hay dos patios simétricos centrales y uno en el fondo que permiten la iluminación y ventilación natural de casi todas las estancias del palacio. En las plantas baja, primera y segunda se distribuyen los accesos principal y de servicio, los salones que se sitúan en la crujía de fachada y los dormitorios en las crujías laterales. Las plantas semisótano y ático se destinaban al servicio. «Cuando el edificio se vendió era propiedad de la familia Raventós y funcionaba en rentas de casa. En la planta baja vivía a un lado una mujer con renta antigua y al otro estaba la Embajada de Haití. En el tercer y cuarto piso estaba la familia Raventós, propietaria del palacio y en la quinta planta hubo una escuela de pintura», explica la directora del IML. Cuando el matrimonio se aventuró a adquirir el palacio existía un plan especial para construir diez pisos de lujo , dos por planta, con un parking motorizado y una de las palmeras del jardín se iba a quitar. «Rafael Nieto Raventós y su hijo son arquitectos y diseñaron el proyecto. Nosotros solicitamos el uso para servicios terciarios y nos lo concedieron si quitábamos el plan especial y recuperábamos el jardín proyectado por Roca Carbonell que nunca se llegó a hacer», añade Josefina.
Obras de rehabilitación
En total fueron cerca de 3,5 millones de euros invertidos en la rehabilitación, «2,5 millones en la obra y un millón en instalaciones, para adaptarlo a su nuevo uso, conservando de forma rigurosa su original carácter palaciego », indican desde el IML. La restauración del palacio tuvo sus peculiaridades y tal y como cuenta Josefina Royo, algunos techos y paredes estaban negras, como era el caso de la pintura de la Alegoría de la fiesta del vino que « limpiaron con gomas de borrar », puntualiza. Se sabe que el palacio tenía muchas obras de arte, tanto pinturas como esculturas y se llevaron todo. Las palmeras que estaban en el patio, con más de 70 años, provienen de Sevilla «y nosotros colocamos otras palmeras, más pequeñas». Se han restaurado todos los elementos constructivos y de decoración a su estado original, utilizando los materiales y técnicas de la época con los procedimientos actuales. Así se ha hecho con los pavimentos, las escayolas y artesonados, las carpinterías exteriores e interiores, los óleos y pinturas decorativas, la cerrajería etc., conservando los elementos originales y, en algunos casos, reproduciendo fielmente los muy deteriorados o perdidos. Para decorar el espacio buscaron elementos acordes con el estilo del palacio, como lámparas de bohemia.
Durante la última venta del palacio los anteriores propietarios contaron algunas curiosidades a los nuevos dueños. «Durante la Guerra Civil se ayudó a escapar a muchos nacionales que se habían quedado en Madrid y eran perseguidos. El edificio tiene una bajante general que engancha con un conducto ancho por el cual se podía salir de Madrid», indica Josefina Royo de la Torre. Hace poco supieron que en la novela Malena es un nombre de tango, su autora, Almudena Grande, narra la historia de la familia de Malena cuyo abuelo vivía en este palacio. En cuanto a las pinturas, una de ellas, la Alegoría de la fiesta del vino, «es de un discípulo de Goya que se trajeron de otro palacete de Cataluña». Y los azulejos que se encuentran en la sala de espera son de Daniel Zuloaga.
Centro médico de referencia
En diciembre de 2006 los doctores Javier Moreno Moraga y Josefina Royo de la Torre hicieron la mudanza de su anterior consulta en la calle Almagro al palacete. «Al principio los pacientes estaban muy impresionados y los empleados sentían que estaban en un museo », reconoce la directoral de IML. Poco a poco se han acostumbrado a trabajar en este privilegiado entorno que conserva su encanto original pero que no deja de ser un centro médico. «Todas las salas que están protegidas se mantienen como tal, siendo despachos, salas de espera... », explica la directora. IML es un centro multidisciplinar de tratamiento médico y quirúrgico con fines tanto estéticos como para corregir patologías. Reciben la visita de unos 300 pacientes al día y llevan a cabo 45.000 actos médicos al año. «Nos caracterizamos por la tecnología, buscamos estar en la primera línea, en la vanguardia», indica la doctora Royo de la Torre.
Instalar un centro médico con su respectivo quirófano en un palacete conlleva una serie de requisitos y superar trabas acordes a un edificio de estas características. El resultado es positivo, han crecido en personal, llegando a los 90 empleados en época alta, y poco a poco van amortizando la fuerte inversión. Pero lo más importante, están satisfechos de haber contribuido a recuperar uno de los palacetes de Madrid y poder compartirlo con sus pacientes.