Las otras «víctimas» de Martínez Campos: «¡Esto es una lata! Vamos a reclamar hasta el último euro»
Vecinos y negocios afectados por los dos desplomes del edificio se organizan para exigir los daños
Entre la resignación y el fastidio. Así están los afectados por los dos derrumbes ocurridos en el edificio siniestrado en construcción, situado en el número 19 del paseo del General Martínez Campos , que se desplomó como un castillo de naipes, sepultando de forma mortal a dos trabajadores.
Ahora, tras la tragedia y los sucesivos sobresaltos sufridos (el 22 de mayo y la madrugada del 2 de junio), llega la hora de evaluar los perjuicios ocasionados a los propietarios del inmueble que ocasionó el accidente ( Rockefeller Group ) y a la promotora y constructora que realizaban las obras ( Richelieu Development y Aldesa ) para levantar apartamentos de lujo.
«Desde luego que vamos a reclamar. ¡Esto es una lata! Nos ha tocado la china dos veces y no sabemos cuánto tiempo vamos a estar fuera. Dicen que un mes, ya veremos...». Eso decía un vecino que acudió con su mujer y su hija el viernes provistos de maletas y bolsas de viaje para recoger ropa y otras pertenencias de su domicilio. Son una de las veintiuna familias desalojadas de manera temporal, hasta que los trabajos de demolición del interior de la finca en ruinas lo permita. Así lo ha decidido el Ayuntamiento de Madrid, encargado de esa tarea de forma subsidiaria, como medida de prevención, para evitar cualquier riesgo derivado de los trabajos que se están realizando.
Dos días a la semana
Con cara de pocos amigos , de forma apresurada, nuestro interlocutor nos contestó, mientras se introducía en su portal, el número 21 del paseo del General Martínez Campos para hablar con un agente de la Policía Municipal y un miembro del Samur Social. Tenía que realizar el trámite exigido : acreditar que reside ahí para poder entrar en su vivienda.
Esas son las recomendaciones del Ayuntamiento de Madrid, que figuran expuestas en los tres inmuebles afectados por los desalojos: aquellos cuyos muros lindan con el edificio siniestrado. Además del 21, el 17 de Martínez Campos y el 62 de Viriato.
Se han habilitado dos días para que las personas obligadas a abandonar sus hogares puedan acudir a recoger los objetos personales que necesiten. Los viernes de 18.30 a 20 horas y los martes en el mismo horario.
«Estamos en casa de unos familiares, pero es un incordio, la verdad. Gracias a Dios, parece que no hay daños en el edificio y que todo es por seguridad, pero es un trajín tener que ir y venir. Somos muchos y estar fuera es un lío...», replicaba otra mujer que no quiso decir su nombre. «No quiero saber nada de nada», dijo, molesta, otra señora de mediana edad que salía de la misma finca bastante menos cargada: una bolsa con cuatro prendas.
El número 21 fue el más transitado. Acudieron cinco familias en total, algunas de las cuales apuraron el horario permitido y se marcharon a las 20 horas. La mayoría, parcos en palabras, eludieron a la prensa.
En el 17, uno de los inquilinos afectados, era un joven al que este trastorno no le borró la sonrisa. « Estoy de mudanza . Ya lo tenía previsto y me ha tocado en medio de todo este embrollo. He estado en total once días fuera de casa y, aunque estoy con unos amigos, tendré que reclamar daños y perjuicios», decía, mientras los operarios iban y venían sorteando vallas.
«Algunos han alquilado apartamentos y pisos turísticos; una anciana se ha ido a vivir con su hija y un par de familias están en segundas residencias, en la sierra. La mayoría ha encontrado cobijo con allegados », comentaban en un corrillo varios residentes. El Samur Social tiene realojadas a cuatro personas.
2.000 euros al día
«Los administradores de las fincas están tratando el tema de las denuncias y de las indemnizaciones. No sabemos aún si lo harán los tres inmuebles juntos, pues fueron desalojados en su totalidad durante cuatro días tras ocurrir el primer derrumbe», explicaba un residente del 62 de Viriato . Ahí, las familias expulsadas podían regresar hasta el lunes a las 8 horas, cuando empiecen la grúa a actuar. La noticia, conocida a última hora de la mañana, apenas trascendió entre los residentes que están fuera.
Quienes están más organizados son los comerciantes que han visto cómo se han resentido sus negocios. Algunos se han visto obligados a echar el cierre duranteun mes. Es el caso de «Caravan» , un local de copas que está precintado, una notaría, una consultora, un salón de belleza... Este último paga dos alquileres porque se iba a mudar en julio.
«En total somos una docena. Hemos contratado a un perito y a un abogado para que valoren las pérdidas y presentar una demanda conjunta. Invitamos a las fincas a que se sumen: cuanto más seamos, mejor», explicó a ABC Isidro Fernández , uno de los socios de «La escalera del 15». «Nosotros perdimos entre 1.500 y 2.000 euros brutos cada día que estuvimos cerrados», concluye.
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