LAPISABIEN

Olivito madrileño

Sólo le pido a Dios que en mayo vuelva a reír la primavera, que nos dejen ir a los toros y que los árboles sean lo único que rebrote

Calle del barrio de Salamanca GUILLERMO NAVARRO
Jesús Nieto Jurado

Jesús Nieto Jurado

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Vale, comunismo o libertad es la dialéctica y la moda del momento. Y el adoquín de Vallecas que casi me deja tuerto, y el autobús de quien toque por el cinturón obrero, y la hoja roja de Iglesias, y los que sabotearon el Zendal con las radiales haciendo campaña, y eso de que no hay canapés ni cercanías con la terna de candidatos como en otros años: cuando los escraches en San Isidro. Así está la campaña en este momento, pero Madrid, digo, es mucho más que este docudrama para que Jorge Javier disfrute y haga proselitismo entre las marujas y las maquilladoras.

Tanto es más Madrid (sic) que hay quien -o que- ha retoñado después de Filomena. Y hay quien -o que- no ha podido abonarse a esta primavera sosa, bochornosa, que espera a un tormentazo que no cae.

Por aquí, por el esquineo de Princesa, hay algunas acacias a las que les ha salido, como del rayo, una rama que muestra tierna a los gorriones y a Sánchez, cuando el presidente va y viene de Moncloa con una comitiva que ni Franco. En el Parque del Oeste aún hay árboles desmochados, pero también la fauna humana de siempre besándose entre los dos patos del estanque, sin respeto a la distancia ni a las costumbres: hacen bien. La cifra de los dos patos no es casual, los cuenta el pequeño Oliver los domingos y son dos. Sólo dos.

Hay eso, un Madrid verde y otro Madrid despeluchado, que quizá se nos ha olvidado desde que se disolvió la Asamblea y por Twitter se armó una noche toledana. Pero es que a mi olivo, que era verde como el valle de John Ford, le cayó el nevazo y un volquete de nieve desde una cornisa ('volquete', qué recuerdos de la Púnica). Ahora anda ahí, en la esquina entre Meléndez Valdés y Arcipreste de Hita, con las ramas hacia el Cielo como si fuera una Verónica triste y vegetal. Frente al iraní lacónico al que le felicitan los 'kebabs' y que responde, irónico, que si tan bueno fuera con la espada y con el cordero adobado iba a estar haciéndole 'bocadillos' a la muchachada.

Mi olivo sin ramas y sin aceitunas, a cuya generosa sombra fuimos tan felices tras el confinamiento, me da una tristeza infinita. También las fotografías de Madrid bajo la nieve que, a veces, me van saliendo en Instagram y que hablan de un invierno atroz en la Capital. El del nevazo, el helor, y el bombazo con la nieve sucia en la Calle de Toledo.

Sólo le pido a Dios, como León Gieco/Ana Belén, que en mayo vuelva a reír la primavera, que nos dejen ir a los toros y que los árboles sean lo único que rebrote.

Ojalá.

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