La okupación anarquista «resucita» en Carabanchel
Los radicales de extrema izquierda vuelven a la carga tras el reciente desalojo de La Dragona

Sin hacer ruido y con el «asalto» perfectamente estudiado, el grupúsculo anarquista La Gatonera desplegó su pancarta a finales de octubre en el número 60 de la calle de Antoñita Jiménez (Carabanchel): «Un desalojo, otra okupación» . Un mensaje, que a tenor de acontecimientos recientes, no resulta esta vez baladí. Más allá de la mera soflama -habitual entre los círculos de extrema izquierda-, la usurpación del inmueble, antaño sede de la empresa de telefonía Sintel, se produjo días después del desmantelamiento definitivo de La Dragona . Aunque esperado, el cierre de este pabellón del Cementerio de la Almudena supuso un duro golpe para un movimiento que no por anárquico resulta menos organizado.
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«Tras la caída, toca levantarse. No es la primera ni será la última vez que nos golpeen, pero nunca podrán pararnos», reza el inicio del comunicado difundido por este autodenominado «centro social okupado» para anunciar su nueva ubicación. Tras más de diez años de actividad, La Gatonera vuelve a contar con un «cuartel general» después de que en junio seis de sus integrantes fueran detenidos por amenazar y agredir a un trabajador que trataba de cambiar la cerradura del edificio donde anteriormente se refugiaban. La intervención de la Policía provocó finalmente su salida del bloque de Valentín Laguno, 32, también en el distrito de Carabanchel.

Ahora, en su nuevo emplazamiento, tapiado meses atrás, han vuelto a la carga pese a la presión policial acontecida durante los primero días. Según los radicales, «la abogada de la Asamblea» habló con los agentes desplazados, que estarían «a la espera de recibir la pertinente orden del juzgado para poder entrar». Fuentes del Ayuntamiento informan de que la propiedad del inmueble no es de titularidad municipal , por lo que deben ser los actuales dueños quienes denuncien su usurpación.
«Lleva muchos años vacío», explica el propietario de una empresa cercana al edificio, sin saber muy bien la procedencia de los nuevos «inquilinos»: «Parecen antisistema, pero no te puedo decir mucho más». El vecindario se mantiene vigilante sin que hasta la fecha haya constatado «movimientos reseñables». «Hemos visto cómo descargaban provisiones, mientras algunos permanecían fuera», resume una moradora preocupada ante la expansión de estos colectivos okupas por el barrio. Hace alusión a los número 5 y 7 de la calle de Antonio González Porras, tomados en su totalidad por los miembros de Kambaranchel.
En febrero de 2016, este otro grupúsculo entró en el inmueble, vendido por la Sareb dos años después. La propiedad actual consiguió el pasado mes de julio que un juzgado autorizara el desalojo cautelar del mismo, que no pudo llevarse a cabo pese a la presencia de la Policía Nacional, Municipal y la empresa Desokupa. En una pancarta que cuelga de un balcón se puede leer «Las ratas de los colectivos serán tu peor pesadilla», haciendo gala de la resistencia empleada.

Kambaranchel tiene relaciones con los okupas de la La Yaya , enclavados en Juan Álvarez de Mendizábal, 74 (Moncloa-Aravaca), y cuyas acciones traen de cabeza a los vecinos de la zona. No tienen agua ni luz, pero se enganchan al alumbrado público, con el riesgo de provocar cortocircuitos, y los fines de semana hacen unos fiestones que no nos dejan dormir», explicaba en junio a ABC un afectado.
El temor a que la nueva sede de La Gatonera altere la tranquilidad del enclave no parece, visto lo visto, infundado. Tras anunciar que volvían a estar activos, sus miembros enviaron una consigna nada halagüeña : «¡Claudicar nunca, rendirse jamás! ¡Muerte al Estado, viva la anarquía!».