Mucho más que héroes detrás de las mascarillas

ABC habla con diez profesionales de la Sanidad madrileña que luchan contra el coronavirus (Covid-19)

Nacho González, enfermero del Hospital Universitario de Torrejón, impartiendo una formación sobre equipos de protección invidual empleados contra el coronavirus ABC
Adrián Delgado

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En la vorágine, el teléfono rompe la inercia de la lucha. Un paréntesis que encierra, aunque no lo verbalicen, un pensamiento natural de culpabilidad. Dedicarse tiempo a uno mismo es hoy, para cualquiera de los profesionales de nuestra Sanidad, un lujo accesorio. Responder preguntas sobre los estragos del coronavirus (Covid-19) también supone renunciar a una parte importante de ese espacio sagrado que estos días supone la familia –o la soledad de uno mismo– para reencontrarse con la esperanza. Pero han decidido ponerse al otro lado, exhaustos aunque no vencidos, para ser los ojos y la voz de esa pertinaz batalla contra en virus . Al fin y al cabo, lo son de todos los que no pueden estar aferrando la mano de sus seres queridos. Una enorme responsabilidad que viven con una fuerza desgarradora. Un reto vocacional, el de salvar vidas, que afrontan sin espacio para el miedo. 

La doctora María Herrera, en su despacho ABC

Acostumbrada a los estragos de la muerte, a María Herrera lo que más le duele estos días es no poder «abrazar a las familias». Jefa de Geriatría y de Cuidados Paliativos del Hospital Universitario Infanta Elena de Valdemoro, informar a las familias del estado de sus seres queridos está siendo más difícil que nunca. «Habrá duelos patológicos», señala sobre aquellos que han perdido a alguien sin poder verlo ni tocarlo. «A mí me gusta que la gente pueda despedirse. Es una herramienta que ayuda mucho», explica. Sin parar ni un segundo, implicada allí donde la necesiten, reconoce el enorme esfuerzo que están haciendo los allegados de los pacientes. «Nos dejan el encargo de transmitirles, dentro de la UCI , sus mensajes de cariño. Somos sus ojos y sus manos. Hacemos videollamadas para que puedan verse», cuenta. «La humanización es fundamental para soportar este desconcertante virus. Me mantengo animada. Esto es un reto: salvar todas las vidas que podamos», dice cansada desde la UCI, al otro lado del teléfono.

Ángela Guzmán ABC

Están siempre, detrás de los mostradores, en los pasillos de cada hospital para ayudar. Les distingue su chaqueta verde y una amabilidad que llevan a gala a la hora de responder las preguntas que les realizan familiares y pacientes. «En estos momentos tan complicados que nos ha tocado atravesar una de las labores más importantes es la de informar», explica Ángela Guzmán , una de las trabajadoras del Servicio de Atención al Paciente del Hospital Universitario Infanta Elena (HUIE) de Valdemoro. Detrás de la mascarilla, y a una distancia prudencial, habla con los familiares que tienen a sus seres queridos ingresados. «Tenemos el compromiso de mantenerles informados brindándoles una palabra de apoyo y cercanía», asegura. En nombre de todos sus compañeros, Ángela quiere recalcar que forma parte de un «gran equipo» que está volcado en esta ardua tarea de vencer al virus. «Lo hacemos con todo el esfuerzo, el amor y la dedicación posible», destaca.

Su fortaleza, imprescindible para continuar con la dura tarea que se les ha encomendado, les mantiene al pie del cañón incluso con una sonrisa. «Trabajamos muy duro, muchas veces sin descanso, pero tenemos la absoluta certeza de que saldremos adelante», asegura sin que la dureza de todo lo que están viviendo en primera persona le reste optimismo. «Mientras tanto, como dice la canción, pintémonos la cara de color esperanza», concluye detrás del verde de su chaqueta, faro de tantos estos días.

Concha Domingo, supervisora del laboratorio de Microbiología del Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares ABC

Los laboratorios de microbiología ebullen estos días con una cantidad ingente de trabajo analizando cada caso que les llega. A su frente están profesionales como Concha Domingo , supervisora del Hospital Universitario Príncipe de Asturias, uno de los más grandes de la región. Su entorno de trabajo cuenta con las medidas de protección más extremas. «Nos equipamos constantemente para evitar contagios. Es muy duro ver cómo enferman algunos compañeros», explica a ABC desde este centro ubicado en el campus de la Universidad de Alcalá. La dureza y la intensidad con la que trabajan estos días la resume con una frase: «Después de 30 años, sin duda, esta es la peor experiencia». «Sufrí hace muchos años otro problema de salud que hubo con la legionella y me pareció impactante, pero sin duda nada que ver con esto», añade. Su único miedo es «cuando lo piensas» –es decir cuando la carga de trabajo no le atropella– «infectar a alguien más, incluso alguien de la familia». «Eso te da más fuerzas para cumplir a rajatabla los protocolos de seguridad. Es verdad que cada persona lo lleva de una manera diferente: hay técnicos que tienen mucho miedo, otros que también lo tienen pero no dicen nada y siguen trabajando», relata. «Es nuestro trabajo y cumplimos con lo que debemos hacer, aunque mentiría si dijera que no nos emocionan las muestras de apoyo de toda la población. Sé que más de uno lloramos con los aplausos», confiesa.

María José García, jefa de Medicina Interna del Hospital Universitario de Torrejón ABC

En el Hospital Universitario de Torrejón (HUT) trabajan sin tregua para ganar la batalla a una nueva patología «llena de incertidumbres». Así la define María José García Navarro , jefa de Medicina Interna y subdirectora médica de este centro sanitario. «Aquí estamos trabajando, todo el personal, 24 horas y siete días a la semana para vencer al coronavirus. Vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos para que todos los pacientes estén tratados lo mejor posible y, además, con la calidad asistencial que se merecen», explica.

«Por encima de todo somos profesionales. Hay que mantener la cabeza fría para no cometer errores», asegura. En toda su carrera no recuerda algo parecido: «El número de pacientes y su situación, así como la reorganización de los recursos, hacen de esta situación algo excepcional». «Estamos aquí para ayudar. Es algo vocacional. Va en nuestro ADN», concluye.

Margarita Orgaz trabaja en Urgencias del Hospital Universitario Infanta Elena ABC

En las Urgencias del Hospital Universitario Infanta Elena de Valdemoro no imaginaban la «magnitud» que tomaría esta crisis cuando llegaron los primeros casos. En pleno avance del coronavirus, y con mucho camino aún por recorrer, Margarita Orgaz cree que están ante un reto de dimensiones épicas: «Día a día se pone a prueba nuestro coraje y humanidad». «Son días díficiles, jornadas muy largas en las que el cansancio se acumula. Hay estrés y algún lloro que otro», reconoce. «Pero cuando esto ocurre, nos levantamos, nos curamos las heridas y volvemos con más fuerza para cuidar a los enfermos», dice. «Somos un gran equipo de profesionales y, sobre todo, con una gran calidad humana», subraya.

Patricia García-Rama , enfermera de Urgencias del Hospital Universitario Infanta Elena de Valdemoro, no tiene miedo a contagiarse. Si lo tuviera no hubiera participado nunca en misiones humanitarias en varios puntos del mundo. Sin embargo, pese a haber visto el dolor tan de cerca, no deja de sentirse sorprendida por las consecuencias más crueles del coronavirus. «Fuimos uno de los primeros hospitales en recibir pacientes con Covid-19. Semanas antes adaptamos las urgencias y nos formamos para lidiar con este virus. Pero nada de la formación técnica nos iba a preparar para la parte humana que estamos viviendo», cuenta en un breve receso en la UCI . «Estamos a la carrera», pone sobre aviso por si tuviera que colgar para atender una urgencia –otra más–. «Ahora más que nunca es cuando se demuestra el amor y la vocación que tiene la profesión que elegimos. Ahora más que nunca es cuando se demuestra la importancia que tienen nuestras manos, las horas que le dedicamos a hacer cursos para poder ayudar», defiende.

Patricia García-Rama, enfermera de Urgencias del Hospital Universitario Infanta Elena de Valdemoro ABC

Esta enfermera, puramente vocacional, cree que estos momentos se parecen bastante a los que vieron nacer su oficio. «Nos recuerdan a esas damas enfermeras que estaban en los momentos que más se les necesitaban. Nuestra generación nunca imaginó tener que estar en un momento tan difícil. Pero aquí estamos, haciendo muchas horas», relata. «Está siendo muy duro a nivel psicológico y, cuando esto termine, necesitaremos ayuda», reconoce. «Los aplausos hacen que nos vengamos arriba. Este equipo lo estamos haciendo entre todos. Gracias», afirma antes de seguir con su gran labor.

Nacho González, enfermero de Medicina Preventiva del Hospital Universitario de Torrejón ABC

La medicina preventiva se convierte en una herramienta imprescindible para evitar nuevos contagios dentro del propio sistema sanitario. Nacho González se afana en que la profilaxis sea un cañón contra el coranavirus. «Uno de nuestros objetivos es que todos nuestros compañeros estén formados para que puedan exponerse con seguridad a este Covid-19», explica este enfermero del Área de Medicina Preventiva del Hospital Universitario de Torrejón . Detrás de los EPI (como conocen los sanitarios los equipos de protección individual) se encuentran «más que héroes». «Hay compañeros contagiados que lloran por no poder seguir trabajando», cuenta.

«La gente tiene que concienciarse de que sólo podemos pararlo quedándonos en casa y evitando más contagios». Marta Calvo , enfermera del Hospital Universitario Príncipe de Asturias (HUPA), es plenamente consciente de la virulencia del Covid-19 : «Lo más duro es ver que la cantidad de gente infectada no deja de aumentar. Hay casos en los que, por más que hagas e intentes, al final pierdes la batalla». En esta situación «inédita» para todos los profesionales de la salud reconoce que, para evitar el miedo natural a cotagiarse y a infectar a la familia, «nos tienen que proveer de los medios para que podamos trabajar de una manera segura». «Mi agradecimiento a toda esa gente y empresas que nos está donando material. Las muestras de cariño nos dan fuerzas para seguir», dice.

Luisa María Andrés en las cocinas del Hospital Universitario Príncipe de Asturias ABC

Luisa María cree firmemente en que la alimentación es primordial para recuperarse del coronavirus. Por ello, cada día se pone delante de los fogones del Hospital Universitario Príncipe de Asturias (HUPA) con el objetivo de hacer la comida lo más atractiva para los pacientes. «Queremos que lo que les cocinemos, ya que están inapetentes, se les haga lo más agradable posible. Hay muchas gastrointeritis. Les vamos a meter proteínas a las cremas», explica a ABC. Su contribución es clave y está tan implicada en esta crisis que lo que más le preocupa es que no les llegue suficiente género para dar de comer a todos los enfermos. Confiesa que tienen miedo pero tiene claro que «hay que dejarlo a un lado». Siente «impotencia» por no poder hacer más. «El momento de la comida es el único en el que se les puede acercar un poquito a casa», piensa en aquellos que llevan días sin ver a sus familias.

Manuel Martínez, jefe de cocina del HUIE

El optimismo vital también se cuece en las cocinas del Hospital Infanta Elena (HUIE) de Valdemoro. Su jefe, Manuel Martínez , ha añadido energía positiva a su lista de ingredientes. «Nos encontramos en unos momentos muy complicados pero, gracias al trabajo conjunto de todos los departamentos del hospital, saldremos adelante más unidos y reforzados que nunca», confía. Como en el resto de hospitales de la Comunidad de Madrid, el servicio de cocina también trabaja a destajo. «Tenemos una misión muy importante que cumplir, y es ofrecer una de las mejores cosas que tenemos: nuestra dieta mediterránea». «¡Quédate en casa! Nosotros cuidamos de los enfermos», ruega desde delante de sus fogones.

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