Mimo y precisión para restaurar las 178 páginas del «Plan Bigador»
Fue el primer plan de urbanismo de la capital que recogía los diferentes usos del suelo, y el documento data de 1946
Su lastimoso estado de conservación ha obligado a trabajar con extremo cuidado textos y, sobre todo, mapas
A Pedro Bidagor le llevó cerca de tres años redactar su plan de urbanismo para el Gran Madrid , un conjunto que incluía, más allá de la capital, otra cuarentena de municipios en su entorno, desde Chamartín de la Rosa a Alcorcón, Leganés o San Sebastián de los Reyes. Y que se considera el primer plan de urbanismo como tal, en el que se regulan los usos del suelo. Cerca de 200 páginas con mapas y anexos, cuya aprobación oficial y definitiva se produjo en 1946, y cuyo original -sobre el que trabajaron los técnicos, y que está por ello lleno de anotaciones manuscritas- se encuentra bajo custodia en el Centro de Documentación de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Comunidad de Madrid.
Han pasado desde entonces más de 75 años y el estado de conservación del documento era francamente malo cuando se decidió restaurarlo. Una labor de la que se ha encargado la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Agricultura, que dirige Paloma Martín, y que ha durado varios meses.
Gran plano
Se le conoce como 'Plan Bidagor' , y fue aprobado por la Ley de Bases en 1944 y publicado en el Boletín Oficial del Estado en 1946. El plano de ordenación contiene planos manuscritos sobre papel impreso, mapas con escala 1:50.000 y 65 láminas que conforman un plano de la ciudad de Madrid escala 1:2.000.
Según la reseña oficial, el soporte de este documento es papel continuo de pasta mecánica y está impreso en tintas de impresión y caligráficas, además de los planos con técnicas de fotorreproducción. Las medidas del libro son 51 por 37,5 centímetros y cuenta con 178 páginas. Está encuadernado en piel marrón oscuro y cartoné -tapa dura- y posee unas preciosas hojas de guarda.
La obra se encontraba en un estado de conservación muy malo, con muchas de sus páginas descosidas y con riesgo de pérdidas. La encuadernación estaba muy sucia, con la piel deshidratada y desgastada en las cubiertas, esquinas y cantos, y presentaba manchas de distintas características.
A punto de desprenderse
Estaba también muy dañado el lomo de piel de la encuadernación, e incluso estaba sujeto con cintas adhesivas . En cuanto al cosido de las páginas, se encontraba tan deteriorado que algunos de los cuadernillos estaban sueltos o a punto de desprenderse.
En el cuerpo del libro, además de la suciedad superficial que se apreciaba, había también manchas de distinta naturaleza. En cuanto al papel, su estado era frágil y quebradizo; de hecho, en la mayoría de las hojas, sus bordes estaban muy deteriorados , con riesgo de pérdidas, lo que hacía imposible su manipulación. O tenían desgarros unidos por medio de cintas adhesivas y las páginas aparecían muchas veces con arrugas, ondulaciones y pliegues.
Para repararlo, ha habido que emplearse a fondo : la intervención de los profesionales se han centrado en la limpieza, la eliminación de cintas y añadidos, la reintegración de los soportes, la reintegración cromática en papel y encuadernación y la utilización de materiales de conservación para su correcto almacenamiento.
La restauradora encargada de los trabajos comenzó realizando fotos del inicio, proceso y fin de la obra, para continuar con la paginación de todas las hojas con lápiz de grafito blando . Se separó la encuadernación y posteriormente se descosió para un mejor tratamiento.
Esponja de humo
En un primer estadio, se realizó una limpieza con esponja de humo y brochas suaves. Posteriormente, se llevó a cabo una más profunda, eliminando las concreciones con ayuda del bisturí . Más adelante, se realizó un análisis de la solubilidad de tintas en agua y en otros disolventes, para decidir cuál era la metodología más apropiada a seguir. Y se midió el ph para comprobar su acidez.
Tras todas estas operaciones, se realizó una limpieza húmeda por inmersión o pulverización, lavando todas las hojas en agua . Y se desacidificó la parte dedicada a la memoria y al índice, y también a los planos. El secado se produjo por oreo.
Papeles japoneses
Con vistas a devolver a tan precioso documento su flexibilidad de años anteriores, se han realizado labores de reapresto y alisado . Y se ha reintegrado el color, a la vez que se realizaban injertos con papeles japoneses y se unían los fragmentos de las escartivanas (las cartulinas que se unen al lomo de los cuadernillos para mejorar la estructura del libro).
Cada una de las láminas se ha introducido dentro de una funda de poliéster para protegerlas del paso del tiempo y aislarlas de posibles elementos externos que las puedan dañar. Por último, la encuadernación se limpió e hidrató , utilizando también injertos de piel donde hicieran falta y cosiendo los cuadernillos. Se ha elaborado una caja para conservarlo, con materiales de calidad de museo. Y el último paso ha sido la digitalización de la obra.