Los vecinos de los chabolistas: «Nos da miedo; de noche no pasamos por ahí»
En Delicias, al calor del núcleo de chamizos, cuando oscurece «hay camellos que trafican con droga, toxicómanos y rateros, lomejor de cada casa», afirman los vecinos
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«De noche, no pasamos por aquí, porque nos da miedo, aunque tengamos que dar un buen rodeo. Y no solo nosotras, nadie lo hace». Eso dicen dos amigas de la calle del Párroco Emilio Cuenca , María Jesús y Judith, aludiendo al asentamiento de Delicias (Arganzuela), enclavado en terrenos del Ministerio de Fomento (Adif) y del Ayuntamiento de Madrid.
No se refieren solo a los rumanos que malviven en los chamizos, sino a la fauna que se reúne al otro extremo del Museo del Ferrocarril , al final y debajo del puente. «Cuando oscurece hay de todo: camellos que trapichean con droga, toxicómanos, rateros... Lo mejor de cada casa», recalcan.
Rodeados de viviendas de nueva construcción, en un sitio céntrico y bien comunicado, a pocos metros de Atocha, desde lo alto del paso elevado que divide en dos este punto negro de marginación, el panorama que se contempla «invita a la desconfianza , tal vez por prejuicios», explica Judith. Debajo, en el campamento de rumanos, montones de basura, sofás quemados, hileras de chamizos y un par de mujeres al sol indican que el resto de los habitantes se han marchado y que ellas están ahí, al pie del cañón, vigilando el cotarro.
«Piden en la puerta del súper, rebuscan en la basura, recogen chatarra y cartones que después mojan en la fuente, para que pesen más y obtener más dinero», comentan. Todos esos habitantes son jóvenes, a partir de los 17 años. «Ellas cruzan el puente y cargan bidones y bidones de agua. Menos mal que no tienen niños porque sería horrible que vivieran así. En verano hacen sus necesidades en el parque y da asco. Vas con tus hijos y te encuentras de todo», comentan.
«Están bien organizados porque de vez en cuando aparece un chico rumano bien vestido en un coche deportivo, dando instrucciones a diestro y siniestro».