Miedo entre los vecinos del anciano muerto en un robo: «Intentamos no salir de casa»
La Policía investiga si el crimen de Emérito, de 87 años, en Leganés, fue un homicidio doloso o involuntario
En la pequeña calle del Faisán, en Leganés , impera el silencio y crece el miedo. Las ventanas de las ocho casas bajas del barrio de las Vírgenes están cerradas. Algunos perros ladran cuando oyen el ruido del tren pasando a pocos metros o cuando se acercan personas. En ese momento, tras las puertas, se escucha el ruido de las llaves en la cerradura. Los vecinos están asustados, temen que se repita el fatídico suceso que acabó con la vida de Emérito Redondo , de 87 años, en Fin de Año. Varios ladrones abrieron un agujero en la valla que rodea la parte trasera de la casa, saltaron una tapia y se colaron en su patio . Esa es la principal hipótesis que baraja la Policía sobre cómo accedieron los delincuentes en la vivienda. Al parecer, Emérito se despertó cuando ya estaban robando. Los agentes del Grupo VI de Homicidios de Madrid investigan ahora si el crimen fue un homicidio involuntario o doloso .
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Antes de entrar en el número 10 de la pequeña vía, los ladrones habían desvalijado ya el primer piso del número 6 . Sabían que no había nadie en el interior. Cuando los inquilinos entraron, días después, se encontraron todo el piso revuelto . Pero no se imaginaban que cuatro números más abajo el robo había terminado en tragedia.
«Intentamos no salir tanto de casa, solo para lo necesario. Tenemos el miedo metido en el cuerpo con todo lo que ha pasado», relatan a este diario. Los familiares del anciano encontraron su cuerpo el pasado miércoles. Su hijo, preocupado al ver que no respondía a sus llamadas, se presentó en el lugar. Emérito estaba tendido en el suelo de su habitación con un fuerte golpe en la cabeza y varios hematomas. «Llevaba 60 años viviendo aquí, ¿cómo vamos a estar? Nos puede pasar a cualquiera. Ahora tengo la puerta cerrada con llave todo el día », dice una de las mujeres de la zona.
Emérito vivía solo desde hace dos años, cuando murió uno de sus hijos, pero era conocido en el barrio . Había trabajado como panadero y también como carpintero. Según aseguran algunos moradores, era «un manitas»: «Lo último que hizo, no hace mucho, fue montar una cocina a uno de los vecinos». «Siempre lo veía pasear solo por aquí. Iba y venía del supermercado. Tenía un fuerte carácter, pero era un buen hombre. No sabemos cómo ha podido pasar esto si es una zona t ranquila », comenta un inquilino del edificio de al lado.
A poco más de 100 metros, otro intento de hurto, en las mismas fechas, altera más la situación de los moradores. En esta ocasión, rompieron la cadena y el candado de un bar cerrado , pero no consiguieron entrar ni llevarse nada: «Hace dos meses ya lo habían intentado». Los vecinos no se sienten seguros, están intranquilos .
Tras conocerse el que puede ser el primer homicidio del año en la región, la oposición municipal pidió una reunión extraordinaria de la Junta de Seguridad para tratar el caso y la oleada de robos; el Ayuntamiento asegura que se trata de «una ciudad muy segura en la que los robos han bajado ».