Operación Latigazo

Los dos matones de gimnasio que cobraban deudas y se quedaban con el dinero

Un empresario los contrató para que el dueño de un restaurante de Majadahonda le pagara 36.000 euros que le debía. Miden dos metros y son expertos en lucha

Una pistola requisada por la Guardia Civil ISABEL PERMUY
Carlos Hidalgo

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La Guardia Civil ha detenido a dos sujetos extremadamente peligrosos a los que se les acusa de dedicarse al cobro de deudas mediante la extorsión. Fruto de esta investigación, uno de los dos encartados, que ya tenía antecedentes policiales por hechos similares, ha ingresado en prisión . Los arrestos se han llevado a cabo esta pasada semana.

La operación Latigazo arrancó en febrero. Un empresario se presentó en el puesto principal de Tres Cantos para denunciar que había sido víctima de una estafa un tanto singular. Relató que, meses atrás, un restaurante de comida española ubicado en Majadahonda había contraído una deuda con él de 36.000 euros.

Harto de que el dueño del establecimiento le diera largas, el denunciante decidió contratar los «servicios» de una pareja de expertos en el cobro de deudas. Se los había recomendado gente del mundillo empresarial , indicaron a este periódico fuentes de la investigación. Se trataba de sujetos de casi dos metros de alto y extremadamente corpulentos. Muy trabajados en el gimnasio, practicaban además la lucha cuerpo a cuerpo.

Tienen 39 y 37 años, y residían en Valladolid (el que carecía de reseñas policiales previas) y Magán , en la provincia de Toledo (el que contaba con historial delictivo y ha ingresado en prisión). Ahora se les acusa de pertenencia a grupo criminal, extorsión, robo con violencia e intimidación, apropiación indebida, estafa y falsificación de documentos.

Intimidaban con pistola

Estos tipos acudieron al dueño del restaurante majariego y consiguieron cobrar casi todo lo que debía;en concreto, tres partidas que sumaban 33.000 euros. Sin embargo, no le dieron ni un céntimo al empresario que les había contratado, que se enteró, por boca del propio hostelero con el que mantenía el litigio, de que sus matones se habían hecho ya con el dinero. Pero a él no le habían dicho nada.

El «modus operandi» de los dos sospechosos era de lo más mafioso . Se presentaban en los negocios que debían dinero a lucir su aspecto e incluso iban alardeando de que tenían una pistola. También se personaban por los domicilios de sus víctimas y utilizaban los datos de la empresa en la que uno de ellos había trabajado.

Los dos matones de gimnasio que cobraban deudas y se quedaban con el dinero

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