Premio Feel Good 2020

Ana María Ruiz: «Como dijo Ramón y Cajal, los libros son la botica espiritual. El mío nace del amor a la gente»

La enfermera del Summa 112 que creó la biblioteca «Resistiré» en el hospital de Ifema, premiada por el libro en el que recoge su historia

Ana María Ruiz, la enfermera del Summa 112 que ideó la biblioteca «Resistiré», en el hospital de emergencias que se levantó en Ifema, durante la primera ola del Covid-19 Ángel de Antonio
Adrián Delgado

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Hay «libros sedantes, como el veronal y el bromuro de potasio». También los hay «analgésicos, como la cocaína y la morfina». E, incluso, los hay «fúnebres que hagan llorar, como la pilocarpina». Los libros, como no se cansa de repetir Ana María Ruiz (Valdepeñas, 1978) son, parafraseando a Santiago Ramón y Cajal, «la botica espiritual». Alimento para el desconsuelo, ventanas abiertas capaces de diluir los barrotes que ha impuesto esta pandemia y que alivian los males paralelos a esta enfermedad –la insaciable Covid-19– como son la soledad y el miedo. La enfermera del Summa 112 que dio vida a la célebre biblioteca «Resistiré» del hospital de emergencia de Ifema en los peores compases de la crisis sanitaria ha recibido, este mediodía, un nuevo reconocimiento a aquella solidaria idea, cuya historia ha recogido en «Libros que salvan vidas. Una biblioteca de campaña en tiempos de pandemia». Una obra «nacida del amor a los libros y a la gente» que le ha hecho alzarse con el Premio Feel Good 2020 que impulsa Plataforma Editorial y la Fundación «la Caixa».

Aquella improvisada colección de volúmenes literarios ya cuenta en su haber con el galardón Antonio de Sancha , que anualmente concede la Asociación de Editores de Madrid (AEM) . «Todavía no he aterrizado», confiesa. «Fue un proyecto que inicié yo, que se hizo muy grande al día siguiente y en el que participó mucha gente. Estoy profundamente agradecida a todos mis compañeros por ayudarme. Pero este es que es mío, por mi libro, y me cuesta hasta creérmelo», explica a ABC exultante. Ávida lectora, Ana María es, además, una gran comunicadora para su entorno. Relata con ilusión las cosas que vive de «forma natural y espontánea», despertando el interés de amigos, familiares y de cualquiera que tenga la suerte de intercambiar unos minutos con ella. «Yo tengo un primo que me decía: "Tú, tal cual me has contado tus partos, los tienes que escribir". Con este experiencia, me ha pasado lo mismo. Todos me decían que lo tenía que escribir», explica entre risas.

Reconoce, no obstante, que de no haber sido por esta experiencia tan radical «no sabe si se habría atrevido a escribir un libro». «Yo siempre les decía:"es que soy lectora, no escritora". Pero empecé a escribir... Con el mayor respeto y admiración a los escritores, eso sí. Ha sido muy difícil, pero también ha sido un reto emocionante. Soy una persona muy perfeccionista», añade. Su nivel de autocrítica es muy elevado. «Leo libros constantemente, en casa a mis hijos también les gusta leer –dice emocionada al recordar cómo Gonzalo, Martina y Adriana le ayudaron, a su corta edad, clasificando y limpiando libros para aquella biblioteca–. Participo además en un club de lectura . Enfrentarme a lo que escribía cada día ha sido todo un reto, la verdad», confiesa.

A ello se suma la dificultad añadida de sobrellevar su extenuante actividad laboral que, como enfermera de emergencias , ha tenido que compaginar con la escritura de este libro. «En casa me lo han puesto muy fácil. Mi pareja, Tomás Sánchez-López –repite varias veces su nombre completo, con agradecimiento– ha sido mi soporte. No he tenido más que hacer que comer, descansar y escribir cuando llegaba del trabajo. Sin ellos no hubiera sido posible contar esta historia», destaca. «De todas formas es un libro pequeño...», dice con modestia.

Ana María Ruiz, durante la entrega del Premio Feel Good 2020 con el que ha sido galardonada esta mañana en CaixaForum Madrid Isabel Permuy

Historias «bonitas» en momentos críticos

Ana María derrocha optimismo a pesar de haber estado –y aún hoy, lo está– en primera línea de esta cruenta batalla contra el coronavirus. «En la época en la que estamos me parece necesario contar las cosas bonitas, que las ha habido», apunta recelosa de desvelar más detalles antes de que su libro llegue a las estanterías de las librerías el próximo 11 de noviembre. «No solo ha sido la relación con los pacientes. Gracias a este proyecto he conocido a bibliotecarios, escritores , a gente que está muy metida en el mundo de las letras y ellos también me han recomendado libros maravillosos», explica. «Hay conversaciones e historias muy bonitas, todas reales, que van a hacer sonreír a la gente», promete sin lograr arrancarle uno de los terapéuticos títulos que contienen sus páginas –durante la conversación solo menciona el Quijote, cuando presume orgullosa de su tierra, La Mancha–.

Pero, más allá, de la apasionante relación que esta enfermera ha desarrollado con la lectura, y de la emoción con la que intenta contagiar a quien se cruza en su camino, están las ganas de seguir luchando. «Yo ahora mismo me encuentro bien: sana y con fuerzas. Es lo que le digo a todo el mundo cuando me pregunta», asegura. Sin embargo, es plenamente consciente de que no todo el mundo tiene esas «fuerzas» vitales para seguir: «Espero que este "Libros que salvan vidas" sirva de alivio contra la desesperanza y la tristeza en esta situación que estamos viviendo y que tantísima falta nos hace. No solo necesita cuidados el enfermo, los necesitamos todos».

En su lista de deseos está que el Hospital Enfermera Isabel Zendal, que ultima estos días su construcción, disponga de una gran biblioteca . Esa «botica espiritual» de la que hablaba el premio Nobel de Medicina, Ramón y Cajal, y que Ana María Ruiz cree indispensable para sobrellevar esta pandemia. «Se lo dije a las autoridades por redes sociales y me contestaron que sí...», concluye. Preguntada por si los políticos no cumplen su palabra, asegura que se ve con «fuerzas» para volver a montar una nueva biblioteca «Resistiré» allí dónde haga falta. «¡Pues claro!», espeta, convincente.

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