Cartas a la alcaldesa

Lotería

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Resulta que con el cuplé de semáforos para peatones que se monta en orillas de Sol, ya hay copa de comerciantes indignados. Resulta que el peatonaje se arbitra en romería, tras la orden del semáforo, y el peatonaje se entera poco o nada del escaparatismo. Se entibia el negocio. Eso, y que la cola de Doña Manolita es una multitud en sí misma, una multitud muy bien alineada, pero multitud. De modo que ya tenemos el jaleo previsible, alcaldesa. Los comerciantes dicen que la subida y bajada de calles del peatón, en una dirección única, disuade al paseante del brujuleo, que es lo preceptivo para que exista la compra, con rebajas o sin rebajas.

Esto ya lo sospechábamos, y aquí en algún momento lo hemos comentado, porque comprar es divagar. En cuanto a la cola masiva de Doña Manolita , pues ocurre que es algo así como el cocido de Lhardy, o el paseo por Plaza de Oriente, una cosa de obligado cumplimiento, un zigzag de visita ineludible. La gente se pega un voltio por Madrid, un fin de semana, y se hace un selfie con La Cibeles de fondo, o con el Bernabeu, y pilla papel en Doña Manolita, porque cómo vas a desaprovechar la posibilidad de hacerte millonario, si pasas por el foro. La cola lleva semanas, y es siempre la misma cola, sólo que cambiando los particulares. Parece que es una cola de figuración, ésta de Doña Manolita, una cola promocional para reunir mayor clientela, pero no, la cola es la clientela misma, que se lleva sus décimos prestigiosos de este despacho, donde parece que la suerte insiste, con los años.

A veces, la espacian de tramos, porque si no la calle del Carmen , y otras, estarían perfectamente invadidas por los clientes de la lotería, que tienen la paciencia de quienes pisan la víspera del multimillonario. La cola, en estos días, la iban pautando unos empleados, para resolverla en tramos, y evitar desórdenes. Hay prisa por echarse la suerte al bolsillo. Y hay prisa, aunque no tanta, en el personal que espera que el semáforo se les ponga en verde. Los comerciantes se asoman a la experiencia desde el cabreo.

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