La larga batalla nunca resuelta de la jornada continua en los colegios
Un 60% de centros públicos y sólo un 3% de concertados la aplican en la actualidad, más desde la pandemia

Jornada continua , sí o no;he ahí el dilema que tiene revolucionados a los centros escolares madrileños . La elección de la jornada continua –mayoritaria entre los centros públicos– es la preferente para los profesores, aunque no ocurre igual con los padres, que ven aún más complicada la conciliación de la vida laboral y la familiar. Durante la pandemia, se facilitó que los centros optaran por este horario, para reducir las entradas y salida. Pero esta flexibilidad termina y la situación, para el próximo curso, vuelve a la de la época pre-Covid .
Noticias relacionadas
El horario de los colegios en jornada partida, la tradicional, es de 9.00 a 16.00 horas ; en medio, hay un recreo y el tiempo libre para la comida, que suele organizarse por turnos y da lugar a otro recreo antes de las clases de la tarde. En la jornada continua, el horario es de 9.00 a 14.00 , dejando para después la comida. Esto es válido para centros de Educación Infantil y Primaria. En los colegios públicos y concertados, se permite abrir antes, desde las 7.30, y cerrar más tarde, hasta las 17.30.
El procedimiento
Para que un colegio pase de la jornada partida a la continua, existe un procedimiento reglado. Es necesario reunir al Consejo Escolar del centro, y éste debe aprobar el cambio por mayoría absoluta de todos los representantes de padres, alumnos y profesorado . Después, ha de convocarse una reunión para informar a las familias y fijar un día para efectuar una votación, que, para ser válida, tendrá que contar con un mínimo de dos tercios del total de personas que componen el censo.
Casi irreversible
La documentación de este proceso se remite entonces a la autoridad educativa antes del 15 de marzo del año en curso , con objeto de ponerlo en marcha a partir del curso siguiente. Una vez conseguida la unanimidad, resulta una decisión en la práctica irreversible.
Durante la pandemia, la Consejería de Educación introdujo una medida que permitió, en el curso 2020-21 y en el 2021-22, que los colegios pidieran la jornada continua sin pasar por este tr ámite. Se hizo, explican, para «facilitar la organización» y evitar las entradas y salidas del colegio varias veces al día, por haber más riesgo de contagio en las aglomeraciones. Pero esa disposición dejará de tener efecto el próximo curso: los centros que se acogieron a esta excepción tendrán que revertirla.
Lo que quieren los docentes
La preferencia de los docentes, tanto de la escuela pública como de la concertada y privada, coinciden en la jornada continua. Isabel Galvín (CC.OO.) lo argumenta así: «Durante la pandemia hemos notado que se incrementaba una tendencia que ya venía de atrás; cada vez más colegios y más familias quieren la jornada continua ».
Plantear este asunto, reconoce Galvín, genera «tensiones muy grandes en la comunidad educativa» . De hecho, incluso hay casos judicializados, pues el cambio se ha desestimado pese a amplias mayorías a favor pues éstas no eran suficientes según lo marcado por la ley. A su juicio, «necesitamos que la Consejería haga una nueva normativa, porque la actual está obsoleta». Y avisa: «Después de la pandemia, muchas cosas han cambiado. No se puede hacer con las jornadas como han hecho con las ratios : volver al punto anterior como si nada hubiera pasado ».
Teresa Jusdado (UGT) llama la atención sobre el hecho de que retornar a la situación previa a la pandemia «complica la organización de los centros, que ya llevaban dos años con la jornada continua» aprovechando la moratoria que se concedió durante el Covid. Bajo su punto de vista, «tenemos que tener claro que la función primordial de los colegios es la educativa ». Y señala que aunque «los centros públicos tienen que dar servicio a la ciudadanía, no debe hacerse a costa de que los docentes alarguen su jornada laboral». Es decir, ocurre que «también los padres los utilizan para la conciliación».
Para Jusdado, la solución pasa porque «las administraciones se hagan cargo de las ampliaciones de jornada, poniendo recursos: espacios y personal». E, insiste, «tampoco es bueno que se ‘castigue’ a los niños con un alargamiento de jornada porque sus padres lo necesitan para conciliar ».
Desde FSIE, el sindicato mayoritario en la enseñanza concertada, Francisco José del Castillo apoya la jornada continuada, pues «siempre se buscan las mejores condiciones laborales para los compañeros». Pero cree que eso «no significa reducir el cómputo anual de horas». De hecho, explica que aunque apuestan por la jornada continua para las horas lectivas , ello no impide que los centros estén abiertos más allá de ese horario con otros fines.
En general, esta modalidad apensas se aplica en los centros concertados: en torno al 3%, según datos de la Consejería , frente al 60% de los públicos. «El servicio de comedor –recuerda Del Castillo– supone una de las principales fuentes de ingresos de estos centros, pues el módulo público del concierto no llega». Pero con la jornada continua, dice, no se suprimiría el comedor, porque «después de este, seguiría habiendo otras actividades» de manera que se concentraran «por las mañanas las clases, y por la tarde las tutorías no lectivas».
Lo que dicen los padres
La otra pata de este asunto son los padres. Carmen Morillas , responsable de la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos Giner de los Ríos , destaca que «hay muchas opiniones sobre qué es lo mejor: es, evidentemente, una mejora laboral para los docentes. En eso no entramos, todos queremos mejoras para los trabajadores». Pero, añade a renglón seguido, «el interés prioritario tiene que ser el menor».
Problemas para elegir
Además de las diversas opiniones, a favor y en contra, Morillas llama la atención sobre un efecto colateral que está observando: «En las zonas donde está muy implantada la jornada continua, si unos padres necesitan que su hijo se matricule en un centro con jornada partida, no la hay; tienen que desplazarse a otra zona».
Advierte que «con las actuales políticas sociales y familiares, necesitamos los centros educativos también como herramienta de conciliación; no verlo sería obviar lo evidente». Y «dependiendo de la dirección de área, en algunas escuelas concertadas tiene un cero por ciento de jornada continua, mientras que en los centros públicos llegan al 80% ».
Hablan los expertos
Y los expertos, ¿qué opinan? Hay opiniones para todos los gustos y ningún estudio definitivo que cierre la cuestión. De hecho, se han publicado más investigaciones contrarias a la jornada intensiva. Hay autores que basan sus análisis en la cronopsicología , la ciencia que estudia las variaciones en la actividad que desarrollamos a lo largo del día. Y señalan que la atención presenta un aumento de eficiencia en el curso de la mañana, con un pico máxio al final de la misma, una bajada al inicio de la tarde y una recuperación que se estabiliza hasta el final.
Uno de los informes que los propios expertos consideran entre los más completos fue el realizado por José Antonio Caride Gómez en 1993 . En él indicaba que en los centros con jornada continua se producía entre un 10% y un 20% más fracaso escolar.
Un estudio de la doctora en Psicología por la Complutense y profesora titular de la Autónoma de Madrid Elena Martín afirma que los alumnos entre 3 y 11 años necesitan de momentos de ruptura que les permita descansar y recuperar la atención. Y recuerda que en los recreos se aprenden cosas tan valiosas como en las aulas: interacción, afectividad o aficiones.
El doctor en Sociología por la Complutense Rafael Feito Alonso defiende en sus escritos que la jornada continua está relacionado con los puntos de vista corporativos de un grupo profesional: los profesores. Y ya es un clásico Mariano Fernández Enguita , catedrático de Sociología de la Universidad Complutense, autor de un informe sobre la jornada continua para la Comunidad de Madrid realizado en 1989. Es un convencido de que la mejor jornada para los niños es la partida, «biológica y psicológicamente». Reconoce y comprende la reivindicación sindical a este respecto, pero no la considera adecuada y cree que tiene efectos sobre los resultados académicos.
Repercusión económica
El último estudio, presentado hace unos días por el Centro de Políticas Económicas EsadeEcPol, se titula ‘Jornada escolar continua: cómo la pandemia está acelerando un modelo social y educativo regresivo’. Y concluyen sus responsables que la jornada continua supone una pérdida de 8.000 millones de euros al año para las familias y perjudica sobre todo a las madres, que son mayoritariamente quienes tienen que ajustar su horario laboral para atender a sus hijos.