LAPISABIEN
Travesías de Madrid
Atrás van quedando las legañas del confinamiento y quizá por eso y con precaución la ciudad se va afinando
Madrid son los habitantes que encierran. Madrid es mi compañero de piso que cobra en negro y es pensionista, pero también el Tío Peri, que lleva su taxi como un bólido por las calles cachondas de Madrid. Y Madrid es también Carmelo, institución del Barrio de Huertas, que pega monólogos de siete horas y le puedes cambiar al interlocutor. Gentes que hemos ido olvidando y hay que rescatar: acaso porque nos hicieron quienes somos.
En este ir pasando la vida, que es Madrid, cada cual intenta sobrellevar una existencia como puede. Atrás van quedando las legañas del confinamiento y quizá por eso y con precaución la ciudad se va afinando. Volviendo a ser la Babel lírica que tanto quisimos.
Las gentes de Madrid dan para un tratado entero, y este trabajo de cronista permite ir viéndolas, trabajándolas. Lo mismo una violetera que una vedete, un gourmet que un quiosquero que me vende mi novela con poco éxito. Hacía mucho, demasiado tiempo que no paseábamos Madrid, ese momento de ir al refresco en el Paseo de Rosales y creernos, por un momento, en La Concha.
Por eso hay que salir de la zona de confort de Madrid, conforme las razones sanitarias lo permitan. Disfrutar la ciudad aun en el verano. Solearnos de vitamina D estas pieles tan blancas que nos dejó el secuestro civil. Ir, en suma, a vivirnos en la ciudad. Un breve paseo es una historia que sale así, al paso. Con solo prestar oído.