Julián Camarillo, el polígono con más sorpresas de Madrid

Fábricas y talleres abandonados renacen en el extremo de la calle Alcalá, entre Ciudad Lineal y Suanzes: nace una sugerente oferta arquitectónica y gastronómica en un paisaje inédito para descubrir

Visita guiada a la fábrica de cervezas y bar Mad Brewing ABC
Gonzalo Zanza

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Fuera de la M-30 hay vida. Quizá usted sea de los que desconfían de los polígonos industriales. Igual hasta le generan inseguridad cuando las puertas de sus naves se cierran y sus calles quedan sin vida. Creerá que un polígono es un espacio urbano dispuesto para el trabajo. Y ciertamente lo es. Pero en el de Julián Camarillo ( metros Ciudad Lineal y Suanzes ) tiene una oportunidad única para asistir a una transformación urbana en tiempo récord. Si usted quiere saber cómo de dinámico es Madrid, venga aquí. Sus casi 200 hectáreas comprimen decenas de espacios en situación de abandono, decenas en construcción, decenas en funcionamiento y multitud de establecimientos hosteleros con propuestas sorprendentes. Todo a una velocidad de vértigo para lo que son las parámetros de la construcción. Una zona que si no está ya de moda lo estará en pocos meses, como ocurrió con sus paralelas en otras ciudades, desde Silicon Docks (Dublín) a Shoreditch (Londres) o el más cercano Distrito 22 @ de Barcelona.

Huellas desde 1950 a 1980

Si recorre las calles Julián Camarillo y Albasanz, las dos vías que articulan el polígono, encontrará una larga lista de edificios condenados a la piqueta y en la que quizá correspondería establecer alguna protección. Corresponden a arquitecturas fabriles y de talleres de las décadas de los 50, 60 y 70 del pasado siglo. Fachadas heridas por el tiempo y el vandalismo que el paseante reconocerá en su memoria porque todas las ciudades de este país las tuvieron hasta que la piqueta las transformó. Aquí se destruye casi por sorpresa, de un día para otro, como recientemente ha ocurrido en Julián Camarillo con el Centro Farmaceútico Nacional, colindante con dos brillantes ejemplos de arquitecturas setenteras y ochenteras, como son los Laboratorios Rovi y el Laboratorio de Interoperabilidad Ferroviaria . Y cercano, a una manzana, con la modernidad de nuevos edificios, como el Rioja .

Edificio abandonado de la Seguridad Social en la calle Albasanz Guillermo Navarro

Si avanza por Julián Camarillo en dirección a Hermanos García Noblejas (o Institución Libre de Enseñanza... tras cambios en el nomenclator) encontrará en el número 19 y bien oculto una de las grandes sorpresas del polígono, en su cara hostelera: Mad Brewing , la apuesta más arriesgada y con proyección de todas las abiertas en la zona. Al final de un callejón con sucio aire neoyorquino , el viandante encuentra una fábrica de cerveza donde no esperaría hallar más que los muelles de carga de la Plataforma de la Construcción y un túnel de lavado. Es un lugar tan sorprendente como extremo en el exterior. Alberga bar, restaurante y fábrica de cervezas en el interior, con visitas guiadas incluidas. Todo destaca. Sus cervezas artesanales, desde las lager a las IPA, entre otras variedades. Acompañadas de las redescubiertas banderillas (gildas, faltaría más), a los bocadillos o los sorprendentes asados de costillares de cerdo a baja temperatura. Mad Brewing desarrolla también un programa de monólogos y microteatro , además de otros espectáculos.

Platos del bar y restaurante de la fábrica Mad Brewing ABC

Todo el barrio poligonero está sumido ahora en una transformación digna de contemplar. Es Madrid febril en estado puro . En cuestión de meses desaparecen viejos talleres mecánicos, imprentas o fábricas textiles para albergar nuevas propuestas industriales, hoteles y servicios tecnológicos. Piqueta y ladrillo a partes iguales, para dar respuesta a unas calles por las que, en sus tripas, circula ya el 65% de los datos que se mueven por España y Portugal, entre ellos los que originan los servidores de Google, Facebook, Telefónica y Netflix. Por haber hay hasta edificios industriales protegidos, como las naves originarias de la factoría de Bosch , la pastilla fabril más importante del área (García Noblejas, 19).

Apuestas gastronómicas

En esas mismas calles destacan otras apuestas gastronómicas. La mayor parte cierra los fines de semana, pero una mínima permanece abierta para dar servicio a los escasos habitantes de esta zona medio industrial o para los paseantes que caminan por calles casi vacías, donde la ausencia de tráfico se convierte en aliciente para el paseo. Si usted quiere arroces, los tiene en Mar y Tierra (Albasanz, 68). Si prefiere platos o tapas sencillas puede elegir Rosq (Julián Camarillo, 32), que además cuenta con una sencilla pero tranquilísima terraza de amplísimo horario. O si simplemente quiere desayunar, vaya al Horno (Julián Camarillo, 29). Y si lo suyo son las carnes tiene el buffet de Guanabara by El Rodizio (Medea,4), como apuesta segura y barata. Por tener tiene hasta un asiático de confianza, el Ichibanya (Cronos, 6). Son cinco ejemplos en una lista que en los fines de semana no para de crecer.

Zona de almendros de la Quinta de los Molinos Ángel de Antonio

Cuando se harte de la trama industrial puede acercarse a dos grandes parques históricos . Primero, la Quinta de los Molinos , a pie de la boca del metro Suanzes. Una finca que en su origen combinó con éxito una planificación agrícola (de ahí sus campos de almendros) a una palaciega a principios del siglo pasado y que toma su nombre de los molinos que en su zona norte servían para elevar el agua del freático del lugar. Incluso podrá llevar a sus niños a las actividades del Espacio Abierto , situadas en el palacio (entrada por el parque o, directamente, por Juan Ignacio Luca de Tena, 20) y disfrutar con el buen tiempo de la oferta de su bar en una de las mejores terrazas de la ciudad... aunque en fin de semana muy demandada para desesperación de los residentes de la zona. Segundo, la Quinta de Torre Arias , de similar concepción a la anterior y situada junto a la parada de la línea 5 de Metro con el mismo nombre. Un espacio más pequeño que la Quinta de los Molinos y que sigue en pleno proceso de recuperación monumental y paisajístico. Aviso: no se admiten perros.

Artesonado mudéjar

Y si aún le queda tiempo y ganas, y orienta sus pasos hacia Canillejas todavía le queda dos opciones más, ambas en la plaza Villa de Canillejas. La primera la modesta arquitectura religiosa de la Iglesia de Santa María la Blanca de Canillejas , con fábrica de ladrillo de los siglos XV y XVI y su gran sorpresa: un magnífico artesonado mudéjar, el mejor de todos los de lazo de la ciudad. Y la segunda alternativa es gastronómica, con la sidrería El Llagar , restaurante asturiano de amplia trayectoria en el barrio con buena oferta de pescados y carnes tanto en su interior como en su gran terraza.

Artesonado mudéjar en la iglesia de Santa María la Blanca de Canillejas Maya Balanya

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