Juerga sangrienta en Lavapiés: cruce de denuncias, cuchilladas, cocaína y un falso culpable
Acusan a una joven de acuchillar a un conocido en su piso y ella afirma que actuó en legítima defensa

La del 8 de agosto fue una madrugada de fiesta, excesos y sangre en el número 80 de la calle del Mesón de Paredes, en el corazón de Lavapiés. Una mujer telefoneaba a las siete y media de la tarde alertando de que a ella y a un amigo les habían atacado en su casa con un arma blanca y que él se encontraba en muy malas condiciones. Señaló a un tercero como autor de los hechos, fue detenido, pero al final ella es la que ha acabado en la cárcel. Asegura que tuvo que actuar en legítima defensa, para no acabar muerta. Esta es la historia.
Adriana es una joven de 23 años de origen colombiano, pero nacionalizada francesa. Reside desde hace tiempo en el ‘loft’ donde ocurrieron los hechos y fue arrestada el año pasado por un robo con violencia , precisan fuentes policiales. Trabaja como ‘scort’ (prostituta) y hasta hace no mucho compartía vivienda con otro chico, Álex, un joven venezolano con el que la convivencia acabó mal. La madrugada de los hechos, ella acudió a un cumpleaños en la plaza de Nelson Mandela. Allí coincidió con Óscar, un compatriota suyo conocido.
Este joven, de 22 años, con antecedentes por robo con violencia, hurto y atentado a agente de la autoridad, le comentó a la chica que había discutido con su novia y se había ido de casa. Se presentó allí incluso con las maletas. De este modo, acabaron la juerga en casa de la mujer. Ambos afirmaron luego que no tuvieron relaciones y que ni siquiera tenían un vínculo sentimental. Lo que sí hubo, según declaró ella, fue una ingesta importante de alcohol, muchas litronas de cerveza y consumieron 5 gramos de cocaína.
Ella dijo que en un momento dado, cuando se encontraban en bastante mal estado, recibió un mensaje. Y que Óscar se enfadó y se puso muy violento. Le dio varias bofetadas y la cogió por el cuello, para estrangularla. Tomó un cuchillo, la golpeó y le rajó muy cerca del ojo. Un centímetro más abajo y se habría quedado tuerta. En la pelea, ella consiguió hacerse con el arma y para evitar que la matara le asestó dos navajazos, junto a una oreja y encima de la clavícula. Él, en cambio, aseguró que fue ella quien le apuñaló «por celos». Tras avisar a los servicios de emergencia, Óscar fue trasladado a la Fundación Jiménez Díaz. Ingresó en estado muy grave, aunque parece que finalmente va a salir de esta.
En su inmediata declaración ante la Policía, Adriana afirmó que el culpable de todo era Álex, su excompañero de piso, que se había presentado allí y, por celos, les había acuchillado. Los agentes buscaron a este joven y acabó detenido.
Sin embargo, cuando al arrestado le tomaron declaración las tornas cambiaron. Porque resulta que Álex es homosexual e insistió en que «nunca había estado con una mujer en toda su vida» . Relató que la relación de compañeros de piso con la chica había terminado muy mal. Se acusaron mutuamente de haberse acuchillado, ella dijo que él dejó de pagar el alquiler y que Adriana llegó a cambiar la cerradura de la vivienda.
Los investigadores acudieron al domicilio actual de Álex, comprobaron que residía en esos momentos allí y se entrevistaron con la amiga con la que vive ahora, que le dio una coartada para el momento de los hechos. Finalmente, el muchacho venezolano quedó en libertad.
Las miradas se fueron entonces hacia la mujer. Su abogado, el veterano penalista Juan Manuel Medina, asegura que la chica actuó en legítima defensa al ver peligrar su vida. Y pone énfasis en la heridas en la región ocular y en el parte de lesiones, que especifica las lesiones que presenta en la cabeza y en el cuello, estas últimas fruto del intento de estrangulamiento. Él se mantiene como investigado por estas agresiones , precisan fuentes policiales.
A prisión
La mujer pasó a disposición judicial y ha sido enviada a prisión provisional, comunicada y sin fianza, por homicidio en tentativa. Se encuentra en Madrid I (Alcalá Meco).
El fiscal mantiene que el cuchillo fue encontrado escondido en el altillo, entre la cama, aunque ella autorizó el registro y colaboró. Su defensa asegura que el arma no estaba escondida, sino sobre una camiseta, y que acusó a Álex porque temía que la deportaran.
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