El joyero que todo lo compraba y vendía

Luis Catalán López tenía un gran ojo para las joyas y fue un gran vendedor de todo tipo de objetos. Apostó también por las papeletas de empeño

El escaparate de la joyería situado en la calle Carretas número 19 muestra joyas antiguas BELÉN RODRIGO

BELÉN RODRIGO

Luis Catalán López fue un hombre que compraba todo tipo de objetos y sacaba provecho al 90% de las cosas que adquiría. Tenía especial buen ojo para las joyas, el negocio de la familia, pero era sobre todo un gran vendedor , daba igual lo que tuviese entre manos para vender, y una buena persona, siempre dispuesto a ayudar a quien pasaba apuros. Su padre Manuel Catalán Raso montó una joyería en la Puerta del Ángel 14, un pequeño local que con el paso de los años acabaría comprando él. «El inicio de la actividad de la joyería data de 1850. Creemos que hace referencia a los negocios de Cristóbal Catalán, guardia civil que acabó en la localidad madrileña de Torrejón de Velasco y allí fue corredor de joyas», cuenta a ABC el hijo de Luis Catalán, con el mismo nombre que su progenitor. «Nuestro abuelo nació en Torrejón de Velasco y estuvo en la guerra de África donde le hicieron escribano porque tenía muy buena caligrafía. Llegó a trabajar en el ABC pero duró poco por la vista. Así que acabó montando la tienda», relata el nieto.

De los cuatro hijos que tuvo Manuel Catalán tres se dedicaron a la joyería: Luis, Cristóbal y Manuel, este último fallecido en un accidente en el 68. Luis y Cristóbal montaron un taller de joyería y Cristóbal acabó por irse a Benidorm donde llegó a tener cinco joyerías y uno de sus hijos, Manuel Catalán Chana, fue alcalde de dicha localidad. «El abuelo Manuel fue un gran vendedor, en su joyería vendía piezas de mucho uso, cosas de santos, cruces, cadenas y sellos, entre otras cosas. Llegó a tener otra tienda en la calle Botoneras que se la quedó el tío Manolo», cuenta el nieto Luis, el mayor de tres hermanos.

Papeletas de empeño

Luis Catalán, en su taller, realizaba las llamadas pulseras húngaras. «Cuando compró la tienda a mi abuelo, en el primer mes se moría de pena porque apenas vendía nada», recuerda su hijo. «Así que sacó la licencia de compra y venta y se dedicó a las papeletas de empeño », añade. Era además coleccionista de monedas de oro y de relojes de bolsillo . «Tuvo que vender sus colecciones para pagar los 27 millones de pesetas que le costó entonces comprar una tienda en Carretas», revela su hijo. Luis recuerda que en su casa siempre había muchas cosas, «compraba de todos, abrigos de visón, capas, cuberterías de plata, juegos de café, vajillas…Por casa anda una pitillera del General Galindo que le dio Franco en La Granja». Hasta compraba en ocasiones objetos únicamente para ayudar a las personas que necesitaban un dinero «pero tenía muy buen ojo y sabía diferenciar las cosas buenas», puntualiza Luis. La actividad de joyero.

En la joyería trabajaron con Luis Catalán hasta tres empleados. «Nosotros ayudábamos, hacíamos recados, pero mi padre no quería que nos dedicásemos a esto , es un gremio muy castigado en el que tienes que invertir mucho dinero para tener género y estás siempre expuesto a los robos», reflexiona Luis. La famosa joyería Yanes comenzó en un local en frente al de su padre «y un día entraron en la tienda y les dieron dos tiros». En otra ocasión, «en la tienda robaron a mi tía y después en el Monte de Piedad tuvimos que pagar por desempeñar nuestras cosas». A pesar de todo, Luis llegó a estudiar gemología, como su hermana Cristina , que ahora trabaja en la sala de subastas Retiro y es la que se ha quedado al frente del pequeño local de la calle Carretas en donde se sigue vendiendo joyas. «Ella ayudó al final a mi padre quien tenía también buen ojo para las subastas, a lo que se dedica ahora Cristina», subraya Luis. Pero la actividad de joyero tuvo también momentos muy buenos. «Mi padre fabricaba pulseras a 12 pesetas el gramo y las vendía a 65 pesetas/gramo. Hubo unos años en los que había un margen muy bueno».

El local donde trabajó Luis Catalán se acaba de vender B.Rodrigo

El local de la Puerta del Ángel lo acaban de vender. «Mi padre estuvo trabajando hasta un año antes de morir», afirma Luis. Estuvo un tiempo alquilado y finalmente han cerrado la venta. Todavía se mantiene el cartel de joyería aunque imaginan que en breve desaparecerá. Ahora a escasos metros, en el número 19 de la calle Carretas , se puede leer “ Joyería Cristina Relojería ”. Es la típica joyería portal que utiliza parte del portal del edificio para la venta. «Tenemos muchas piezas antiguas, anillos, pendientes, colgantes …», explica Cristina Catalán. Luis Catalán alquiló este local en el 73 y lo puso al nombre de su hijo Luis, entonces con 13 años. Aunque siguen manteniendo algunos clientes de toda la vida «tenemos sobre todo clientela de paso , por esta calle pasa cada día muchísima gente y hay siempre alguien que pare», añade. Se vende sobre todo plata y piezas antiguas y también pendientes de bebé. Cristina tomó las riendas de este pequeño local hace 9 años, «cuesta ponerlo al día», reconoce. Pero lo de las joyas es algo que lleva en sus venas. Entre sus proyectos está el de la venta online .

Y aunque ahora solo quede una pequeña parte de lo que en su día fue este negocio, los hermanos Catalán siguen siendo t estigos de esta tradición familiar que de momento van a mantener.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación