Madrid se ha puesto en pie, pero Correos sigue de rodillas
Sin limpiar buzones, después de no repartir Prensa en una fase del Estado de alarma
Madrid se levanta, está en pie y camina de nuevo, aunque sea a paso corto y con mascarilla, después de haber sido ciudad fantasmal en los meses de reclusión por el Covid-19. Madrid, «tan eternamente literaria», como ha escrito Antonio Gómez Rufo, «ha vuelto a ser malherida y esta vez por la traicionera plaga del coronavirus que ha convertido sus calles, plazas y monumentos en un escalofriante mapa de espacios fantasmales». Pero Madrid ha vuelto, el confinamiento ha terminado y sus ciudadanos encaran con coraje y esperanza la crisis económica que la pandemia ha traído agregada. Parques, jardines y plazuelas han dejado de ser espectrales y se llenan de voces, de alegres risas infantiles, mientras el paseante en Cortes reanuda su deambular por la ciudad y cavila sobre lo que cambiará tras los días de la ira mientras implora que desaparezcan las mascarillas para que dejen de hurtarnos miradas, sonrisas, muecas y expresiones de quienes se cruzan en nuestro callejeo.
Y en este correteo el paseante en Cortes vuelve a ver lo que vio hace meses: que numerosos buzones de Correos del barrio de Chamberí y aledaños tienen aún en su boca una insultante pintada contra el alcalde de Madrid que reza: «Almeida/Carapolla/y fascista». Un corregidor que en los meses de cuarentena, de lucha sin cuartel contra el Covid-19, ha dado ejemplo de humildad, de unidad, de proceder, de qué decir y de cómo decirlo. Ha sido en estos meses cuando ha nacido un líder político y un futuro hombre de Estado.
Pero volvamos a los buzones. Como es la misma letra en todos los escritos, tiene pinta de que esos insultos son la gamberrada de un niñato resentido que no aceptó el resultado de las elecciones municipales. Y lo clamoroso no son las pintadas, sino que Correos , propietaria de esos receptáculos y encargada de su mantenimiento y pulcritud, no las haya borrado ipso facto. ¿Se comportaría con la misma indiferencia si el injuriado fuese Pedro Sánchez Pérez-Castejón? No creo que Juan Manuel Serrano Quintana, actual presidente de la Sociedad Estatal Correos y Telégrafos, S.A., S.M.E, e inmediatamente antes Jefe de Gabinete de Sánchez en el PSOE, mirase para otro lado si el vilipendiado en «sus» buzones fuese su jefe en Moncloa.
El pernicioso ambiente guerracivilista en el que estamos instalados, la ausencia de valores, la falta de respeto al contrario y al diferente, al que se convierte en rojo o en facha ; la crispación y el insulto entre políticos; el declive de la democracia liberal que nació tras la II Guerra Mundial y parió el Estado del bienestar; la deriva hacia otras formas de gobierno autoritarias y dictatoriales surgidas del renacimiento del populismo y del vitriólico nacionalismo resucitados con la globalización y las nuevas tecnologías, es lo que se consigna en nuestras calles. Pintadas insultantes que jalean unos y otros y consienten las Administraciones.
El cartero es una figura entrañable asociada en España a Correos por mucho que hayan florecido los carteros comerciales (¡hay la perversión del lenguaje!) ¡Quién no recuerda El cartero de Neruda, o de Bukowski o de Brin o de Sánchez Calveiro o de Cain; o Miguel Strogoff, el Correo del zar, de Julio Verne! Correos es una gran compañía pública nacional que se ha transformado para adaptarse a los tiempos de Internet, del correo electrónico, del trasiego de paquetes con toda clase de objetos y alimentos, al todavía con valor jurídico y respiración artificial burofax, y al final de la carta postal, incluida la de los enamorados y, en consecuencia, a la muerte de la rica y romántica literatura epistolar de nuestros antepasados.
Lo que no ha muerto y debería saberlo el señor Serrano Quintana es la prensa de papel, que además de muchas otras cosas en un servicio público. Y como tal nunca debió excluirla del servicio postal universal entre el 18 de marzo y el 6 de abril, por mucho que la pandemia y el estado de alarma afectasen a Correos.
Reparto de periódicos
Cancelar unilateralmente la distribución de las suscripciones de diarios y revistas en toda España fue una puñalada trapera a la libertad de prensa porque, como escribió en estas páginas de ABC el consejero delegado de Vocento, Luis Enríquez, «los periódicos siguen poniendo orden en el caos. Ordenan, jerarquizan. Puede que no lleguen los primeros a informar, pero desde luego explican». Para Serrano Quintana, a lo que se vio, el ciudadano tenía suficiente con la propaganda, el marketing político y la autocomplaciente matraca que su jefe distribuía durante horas en los medios audiovisuales.
Correos debe volver a ser de todos, alejarse del partidismo actual, distribuir prensa en cualquier situación que se decrete, incluidos los estados de excepción y guerra, y mantener pulcros y limpios de graffiti y de pasquines a sus populares y vertebradores buzones amarillos, en los que no reza, como en los rojos del Royal Mail (Correo Real) del Reino Unido, la leyenda «Post Office Elizabeth II Regina» (oficina postal. Reina Isabel II), pero sí nuestra corona real sobre la popular cornamusa (corneta postal) que diseñó en 1977 el gran escultor, grabador, pintor y diseñador José María Cruz Novillo, artífice de la mayoría de los anagramas que dieron identidad en la Transición a numerosas organizaciones, cuerpos y empresas, desde el del PSOE, hasta el de la Policía Nacional, pasando por los de Renfe y Repsol.
El paseante en Cortes y millones de defensores de la libertad y amantes de la estética y la armonía se lo agradecerán.