LAPISABIEN
El Madrid de Scorsese
Morir en Madrid ya es una lotería, y empieza uno a recordar los primeros dosmiles y ese miedo que nos entraba a nosotros, de larga visita, por no ser de tribu urbana alguna
La ciudad alegre y confiada recibió la primavera. Van alargándose los crepúsculos, sí. Hay en El Retiro alguna floración temprana. Pero Madrid sangra en la noche. Una vez me dijo Calamaro en otro periódico que esto (Madrid, España, Europa), comparado con Buenos Aires, era Disneylandia. Y ahora ya no lo comprendo como entonces. Hay lugares, que son el todo Madrid, donde la noche tiene el peligro del DF, dadas las proporciones del DF y las de aquí, de nuestro pueblo. Pero lo cierto es que siempre amanecemos con un informe forense y sangre reseca o escarchada y con velas en un parque, junto a un seto mal podado. Y un columpio con una cinta policial que nadie se ha molestado en retirar.
Morir en Madrid ya es una lotería, y empieza uno a recordar los primeros dosmiles y ese miedo que nos entraba a nosotros, de larga visita, por no ser de tribu urbana alguna. La ciudad, con todo, debe volver a ser lo que he escrito al principio: alegre y confiada. La Policía se desvela, claro.
Pero a quien esto escribe le ha entrado, le viene entrando, una jindama inopinada cuando de noche sale a correr con su lámpara frontal y ve lo que ve. Porque este cronista, y bien que lo siente, no es Harry el Sucio, sino un contribuyente al que una vez le pusieron una catana en la garganta, en una gasolinera lejana, y desde entonces, teme a la noche y a la soledad aunque las afronte.
De la muerte en Madrid, de la delincuencia, no tiene uno solución. Ni siquiera aquello que decía Joaquín Costa de «educación y despensa«. Lo cierto es que mañana, o pasado, o el otro, volverá ese amanecer sangriento: la cruz de navajas de Mecano y en otro parque habrá guantes de látex «que nada pudieron hacer por reanimar a (las iniciales que desgraciadamente toquen)». Y paso de vivir en una ciudad que sea una peli de Scorsese.
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