Jesús Nieto Jurado - LAPISABIEN
Mi epitafio de campaña
Se votará en un día raro. Y por eso, después de votar no habrá ni Casa Mingo, ni Casa de Campo
Se ve en perspectiva la campaña y todo queda lejano. Acaso porque, como dijo el otro, de todo hace veinte años. O veinte días. O quince días. En la campaña hemos madurado y recorrido Madrid de pitón a rabo, si se me permite este dicho tan frase hecha y tan mostrenco. Pero es que es verdad que la Región, y particularmente la ciudad, ha tenido como un carnaval, una tragicomedia de Calixto y Melibea con aportes de las industrias de las respectivas cuerdas: a saber las artes escénicas con los JJ Vázquez, los Bardemes, y hasta el pagafantas de 'Aquí no hay quien viva'. Todo eso es Madrid, y quien más quien menos se ha apasionado frente al televisor como cuando toreaba Chenel o Induráin sacaba su único gesto rumbo a Val Louron.
Contamos el debate en un bar, el Finisterre, porque la hostelería es la vida que se abre, con los toques de queda y con toda la profilaxis que mantendremos de aquí al Día del Juicio. La cursilada de 'Fiesta de la Democracia' quizá no quepa ahora, porque andamos en una guerra mundial, aunque algunos han aprovechado los mensajes cruzados para hablarnos de aquello que decía Terencio de que nada humano debe sernos ajeno. Y nada más humano hay que el amor, el amor por el que clama un primaveral Almeida con una inocencia de Abogado del Estado que nos conmueve hasta en las habitaciones últimas de la sangre. O el mensaje de bondad universal de Gabilondo, tan refractario al sanchismo como anacrónico en esta España que se mata en 'tuiter'.
Más allá, se ha visto el epitafio de Iglesias y su nueva vida, la que adelantó este periódico, y que pasa porque Pablo sea 'chico Hermida' de sí mismo de la mano de Roures, el filántropo que metió el 1-O en todas las televisiones de un país a la deriva.
Se votará en un día raro. No será domingo en las claras orejas de mi burro peruano del Perú, que escribió Vallejo. Y por eso, después de votar no habrá ni Casa Mingo, ni Casa de Campo, ni siesta celiana con el orgullito de haber participado en algo histórico. Porque todo voto es histórico. Habrá que votar con lo que se tenga, y con el miedo relativo a esa Sagrada Trinidad del macutazo: Tezanos, Moncloa y Correos.