«La izquierda llega al ridículo de votar en contra de la aplicación de su propia ley»
Pepu Hernández (PSOE) deja su acta de concejal en el pleno en el que el bloque progresista se rompió
«Quédense ustedes con los comunistas, que Vox ha venido para quedarse con los madrileños y la libertad», amenazan los de Ortega Smith
Cuándo entra en vigor el nuevo Madrid Central

Juego, set y partido para José Luis Martínez-Almeida . El alcalde de Madrid salvó ayer, ya en el tiempo de descuento, su ordenanza de Movilidad . Lo hizo en un pleno en el que el pragmatismo le obligó a romper con su principal ... socio en Cibeles en una jugada arriesgada. Vox se alineó con Más Madrid y PSOE para rechazar la medida, aunque con argumentos radicalmente opuestos e incluso incompatibles. Para resolver la papeleta, PP y Cs aprovecharon la brecha interna en la formación de Rita Maestre para asegurarse los votos de los cuatro ediles díscolos de Manuela Carmena , que desde la semana pasada tienen su propio grupo.
Por la derecha atacaron al regidor popular de ser «amigo de los comunistas» y, al mismo tiempo, le acusaron por el flanco izquierdo de «estar chapado a la antigua» y de crear un «Brexit medioambiental» . Para unos el nuevo texto es demasiado restrictivo y para otros, sin embargo, se queda corto. Sea como fuere, con esta normativa se pone fin al embrollo jurídico que el gobierno de Manuela Carmena generó al no tramitar bien su medida estrella: Madrid Central. Quedaban seis días para que se cumpliera el plazo dado por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) y que todo el sistema quedara anulado, lo que obligaba a volver a una situación previa a 2004, sin ni siquiera las viejas áreas de prioridad residencial vigentes.
Fue el Grupo Municipal Popular quien en su etapa en la oposición llevó a los tribunales Madrid Central por los errores detectados en su tramitación. Martínez-Almeida impulsó a su llegada a Cibeles una moratoria para paralizar las multas de accesos indebidos hasta revisar todo el sistema, pero la Justicia impidió su propósito. A este hándicap se ha sumado en los últimos meses la obligación legal de que todas las ciudades con más de 50.000 habitantes deben tener al menos un área de bajas emisiones que estén vetados los vehículos contaminantes.
«Con tal de oponerse a este equipo de Gobierno, la izquierda llega al ridículo de votar en contra de la aplicación de su propia ley», defendió el delegado del ramo, Borja Carabante . De ahí, la imposibilidad de levantar esta zona como pedían los de Javier Ortega Smith. «Quédense ustedes con los comunistas, que Vox ha venido para quedarse con los madrileños y la libertad», exclamó ayer el edil de Vox Fernando Martínez-Vidal, que hizo hincapié en que el PP incumple así el pacto de investidura que firmaron en el que se incluía la derogación de Madrid Central. Al mismo tiempo, Cs se felicitaba de haber «convencido» al PP de mantener el área, con mejoras.
Lo cierto es que el nombre de Madrid Central desaparecerá . Pero incluirá nuevas mejoras como la equiparación de los permisos a los comerciantes con los vecinos. El concejal socialista, Ignacio de Benito denunció el «cobarde regate en corto» de Martínez-Almeida –que solo piensa, dice, en las elecciones de 2023– con «la responsabilidad a largo plazo» del Gobierno de España que obliga a implantar estas zonas de bajas emisiones. «Elimina de facto Madrid Central con la entrada de 50.000 coches más, un 40 por ciento más», lamentó Maestre, por su parte. Sus excompañeros, ahora en Recupera Madrid, sin embargo, no ven el fin del proyecto de Carmena, sino todo lo contrario. «No podíamos permitir que MadridCentral se pierda y nos quedemos sin medidas de restricción al tráfico», defendió el edil José Manuel Calvo, que cree que Más Madrid se opone a la ordenanza «tras darse cuenta de que había que hacer oposición», aunque lo han hecho «eligiendo el tema más inoportuno». En este difícil juego de equilibrios y matices ha jugado Martínez-Almeida todo el partido.
El vodevil plenario culminó con una noticia ya anunciada: la despedida de Pepu Hernández de Cibeles, que nunca se llegó a mover tan bien en la carena política como en la cancha.
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