Sucesos
Dos homicidas lideraban el clan de atracadores más salvaje de Madrid
La Policía Nacional los detuvo en un intento de robo a un banco. Tenían orden de disparar a víctimas y agentes
Extremadamente peligrosos y violentos y con orden de disparar a las víctimas si se resistían, a los policías o a los testigos en caso de que vieran sus rostros, ya que llevaban caretas.
Así actuaba una banda de delincuentes cuyos dos cabecillas tienen antecedentes por homicidio. El líder, Juan Carlos Martínez Bertoli, asesinó a un agente en un atraco a una estafeta de Correos el 12 de diciembre de 1996 , para llevarse 85.000 pesetas. Su lugarteniente, Juan Carlos G. G., también ha estado en prisión por herir de gravedad a un vigilante.
La red, integrada por cinco personas, de entre 27 y 62 años, fue apresada a las 6 de la mañana del día 11 por el GEO, en una operación liderada por el Grupo XII de la UDEV de Madrid , cuando se disponía a perpetrar un asalto a una sucursal bancaria de López de Hoyos (Chamartín). En ese banco había mucho dinero en efectivo, producto de los subsidios y las pensiones. Los delincuentes realizaban vigilancias previas y conocían los horarios de los vehículos que transportaban las sacas.
La operación Lobo frustró el golpe y provocó que los cinco delincuentes estén en prisión. Se les imputa, al menos, once atracos en los últimos tres años (ocho de ellos en 2015), en los que se apoderaron de 200.000 euros; en uno solo obtuvieron 150.000 de botín.
Reparto de tareas
El «modus operandi» de la banda era siempre el mismo. Solían actuar a primera hora de la mañana, aprovechando la entrada del primer empleado, esperándole cerca del cajero. Uno de ellos, que era taxista, ejercía de conductor y se quedaba fuera, listo para la huida. La única mujer del clan vigilaba en el exterior y se encargaba de visitar el banco con anterioridad para fijarse en todos los detalles. Los otros tres perpetraban los asaltos, disfrazados con máscaras, pelucas, ropa de trabajo y lentillas de colores.
Siempre iban armados . En el robo de Chamartín llevaban dos revólveres, una pistola y bridas. Maniataban a los empleados y, tras obligarles a abrir la caja fuerte, esperaban los diez minutos de retardo para huir con el botín a toda prisa. Además, llevaban munición para recargar las armas y abrir fuego.
Delatados por el pádel
Los zapatos de pádel de uno de los asaltantes fueron la pista que condujo a la identificación del grupo, amante de este deporte. Tenían planeado un butrón a un banco de Tetuán en el que pensaban reventar las cajas cajas fuertes y obtener, junto al asalto al de Chamartín, otros 200.000 euros .