El guardián del reloj de la Puerta del Sol: «A ver si este año vuelve la alegría»
Lleva 24 años poniendo al día el reloj más famoso de España y vigilando que nada falle en el rito anual de la Nochevieja. Y antes, siempre, un ‘bocata’ de calamares en la Plaza Mayor
El metódico sonido de fondo del mecanismo del reloj más famoso de España mece la conversación con uno de los hombres que se encarga, desde hace 24 años, de vigilar que todo funcione. En sus manos están las campanadas que seguimos, entre risas y lágrimas, el 31 de diciembre.
¿Desde cuándo se ocupa de esta maravilla?
Somos tres, Pedro, Santi y yo –Pedro y Santiago Ortiz–, que estamos en la Relojería Losada, que es la que ganó el concurso, y somos los que venimos siempre, desde 1997.
¿Y hasta cuándo?
Ni me lo planteo. He aprendido en esta vida que las cosas vienen cuando vienen. Nosotros hacemos lo que nos gusta y lo disfrutamos. Ha habido varias cosas en la vida que me han producido auténtico placer: una fue escuchar el reloj de la catedral de Toledo, posiblemente uno de los mejores del mundo, cuando se restauró y estaba ‘tic, tac, tic, tac’. Y este me pasó igual: cuando se puso a funcionar, dije ‘qué placer total y absoluto es ver una máquina de 1886 y ahora como nueva’.
150 años casi.
Si, 155.
¿Y las piezas son las originales?
Si. Hay dos o tres cosas que hubo que hacerlas porque el tiempo no pasa en balde, como las palas de control de la velocidad
¿Se hacen a mano?
No, no, no, ni se hacen ahora ni se hacían a mano entonces. La idea que se tiene del relojero en una sillita con una lucecita... es una tontería. Si ahora hay fresadoras eléctricas, antes eran manuales. A este reloj, la rueda de escape, posiblemente la más compleja, hubo que hacerla nueva porque estaba destrozada.
¿Qué mantenimiento tiene el reloj?
Venimos una vez a la semana. Las pesas están abajo, y hay que subirlas: son tres, de 122 kilos, 50 y 122. Luego, se empieza a limpiar y se van viendo cómo están las ruedas, el piñón, vas engrasando...
¿Alguna vez se ha estropeado?
No
¿No se retrasa?
Este reloj hace 4 segundos a la semana, hacia adelante o hacia atrás, porque tienes cuatro juegos de minuteros al exterior, sopla el aire y aunque están muy compensados por los contrapesos, siempre influye algo. Se corrige y ya está: son 4 segundos.
¿Cuándo llegan el 31 de diciembre?
Nos venimos a las 21.30-22.00 horas, y dejamos el coche en la Plaza Mayor. ¿Porqué ahí? Porque están los bares con los bocadillos de calamares (rie). Y ya luego te vienes. Te quedas ahí abajo a escuchar las once. Yluego subes aquí y esperas a que de un cuarto, dos, hasta que llegan las doce.
¿Y no hay que hacer nada más?
Nada. Tienes que preparar la bola, y cuando faltan 28 segundos retiras la palanca, y cae por su peso. Está calculado para que pueda caer pero no como una bala de cañón, sino en 6 segundos. En ese momento, a menos 22 segundos, deja de caer, deja de sonar, y empiezan los cuartos, porque no pueden estar mezclados dos sonidos. Cuando faltan 4 segundos, deja de funcionar. Y a las doce en punto, da la primera campanada. Y cada tres segundos, el resto.
Hubo un año que fueron más rápidas, se atragantó media España. ¿Pueden regular lo que tarda en sonar?
Tres segundos, clavado. Puedo hacer que sean 4 o 1, pero se cogió 3 segundos, que es la velocidad media para que unos abuelos con sus nietos puedan comerse las uvas tranquilamente.
¿Recuerda alguna anécdota aquí el 31 de diciembre?
Pues no; si venimos cada semana es para que no haya anécdotas; sería ya el colmo.
El año pasado, tan especial, ¿se notaba que la plaza estaba vacía?
Oh, madre mía, qué pena, acostumbrado al escándalo y al ruido cuando suena la última... el año pasado no se oía nada; como si fuera un funeral.
A ver si este año...
A ver si es verdad; aunque no sea tanta gente como otras veces, por lo menos la mitad.
¿Que es este reloj para usted?
Para que la sociedad francesa de restauración de relojes antiguos nos dijera que en Notre Dame hay algo parecido... no igual, parecido, ¿cómo tendría que ser? Nos gusta, esa satisfacción es profesional.
¿Y usted las uvas cuándo se las toma?
Noo, no las tomamos. Una vez que han pasado las doce, ¿para qué quieres uvas después? Nuestras uvas son las que se comen las personas en su calle. Y el salto de alegría, y el griterío que se oye después...
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