Galeán, el último superviviente de la «calle de los ortopédicos»

Galeán sigue siendo el lugar elegido por los estudiantes de medicina y veterinaria para adquirir el material para sus prácticas

Ortopedia Galeán sigue siendo uno de los locales de referencia de este sector BELÉN RODRIGO

BELÉN RODRIGO

Durante muchos años, la calle Carretas era conocida en Madrid como la « calle de los ortopédicos », debido a los muchos locales que se ocupaban de esta actividad. Galeán fue uno de los pioneros y de los pocos que siguen hoy abiertos en el centro de la capital. Benito Galeán , natural de un pueblo salmantino, empezó a trabajar en Madrid como mozo de una tienda de ortopedia y poco después, en 1900, abrió su propio negocio. «Fue un gran visionario y de los pioneros en Madrid en este tipo de tiendas», explica a ABC su nieto, Enrique Galeán.

Él se puso al frente de la tienda hace 37 años, cuando tenía 30, y pensaba que sería algo temporal. «Mi padre sufrió un infarto y la idea era sustituirle un tiempo pero al final ha sido para toda la vida», señala. Su abuelo Benito llegó a tener tres tiendas (la primea en Carretas 22) y en ellas trabajaron su padre y sus tíos.

Ortopedia Galeán fue y sigue siendo una referencia en el sector . «Antiguamente incluso teníamos taller y este negocio tuvo unos años muy buenos, entre los 20 y los 40». Enrique no vivió esa época pero tal y como le contaron su padre y su abuelo fueron los años en los que los intelectuales vivían en el centro de Madrid, como Jacinto Benavente, quien junto a otros compañeros «se reunían en la rebotica de esta tienda y de otras de la zona». Muy cerca de las tiendas se encontraba el conocido Café Pombo , donde se celebraban tertulias literarias. Durante la Guerra Civil el negocio siguió abierto, «mi padre y mi abuelo se quedaron en la tienda separados de mi abuela y de mis tíos que estaban en San Rafael».

Clientela

La única tienda de los Galeán que sigue abierta es la de la Calle Carretas 31. «Antiguamente fue una joyería y se conservan los muebles y vitrinas originales», explica Enrique. También se puede contemplar una máquina registradora de más de 100 años «que todavía funciona», aseguran los dependientes. Este local se especializó en aparatos médicos, de diagnóstico y ortopedia para servir tanto a las personas que están de paso como a los profesionales. Entre sus mejores clientes se encuentran los estudiantes de medicina o veterinaria . «Acuden sobre todo a comienzo de curso o de trimestre para adquirir todo el material necesario para sus prácticas», aclara el propietario. En esta calle se llegaron a juntar nueve tiendas ortopédicas. «Yo llegué a conocer hasta siete y por entonces todo el mundo venía a Carretas para buscar este tipo de productos y utensilios porque lo que no encontraban en una tienda lo encontraban en la de al lado», recuerda Galeán.

Ahora existe mucha competencia «porque prácticamente todo lo que tenemos se encuentra en diferentes sitios, las farmacias sin ir más lejos. Aunque no es tan fácil encontrar un sitio donde se venda todo junto», añade. Los artículos que se vendían hace unos años con los que venden ahora «han cambiado mucho, no solo por los avances tecnológicos sino también porque la sociedad ha envejecido mucho y hace falta ayuda técnica». Para Enrique Galeán no todo lo moderno significa que sea mejor, «en el caso de las sillas de ruedas, por ejemplo, eran mucho mejores las de hace 15 años». Cuenta con la ayuda de sus empleados , todos ellos en la casa desde hace muchos años, siempre vestidos con su profesional bata blanca.

Soltero y sin descendencia, Enrique Galeán (ya con edad de poder estar jubilado) mantiene abierto el negocio por el que tanto ha luchado su familia. «Es un negocio muy esclavo, se convierte en tu vida», afirma, y ve difícil que tenga continuidad una vez que él lo deje. Algunos de sus empleados llevan allí prácticamente toda su vida, lo cual permite un trato muy personal con sus clientes. El contable Félix Moreno, ya jubilado, es una de las eminencias de esta casa. «Trabajó con mi abuelo, con mi padre y conmigo y es el más conocido en esta zona. Con una gran memoria, sigue viniendo a visitarnos, saluda a todos y nos va contando anécdotas».

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