La Fiscalía de Madrid denuncia al polémico promotor de los 'pisos colmena' por un delito de estafa
Marc Olivé ha generado una tormenta mediática y cobrado reservas por adelantado para unos habitáculos ilegales que jamás erigió en la capital
Tras meses prometiendo el oro y el moro con sus 'pisos colmena' , los bandazos de Marc Olivé han saltado a la Justicia. La Fiscalía Provincial de Madrid ha presentado este martes una denuncia contra el polémico promotor por un delito de estafa continuada . La autoridad fiscal de la región ha solicitado al juez que le tome declaración en calidad de investigado, a raíz de un escrito de la concejal del PSOE Mercedes González que criticaba la puesta en marcha de su negocio de habitáculos ilegales .
La empresa Haibu 4.0, que nació en 2018, ha estado marcada por la controversia desde el principio. Las condiciones de habitabilidad de la suerte de cápsulas japonesas de un par de metros cuadrados que ofrecía Marc Olivé por poco más de 300 euros al mes siempre fueron cuestionadas. Los ayuntamientos de Barcelona, donde desembarcó la marca, y Madrid, se opusieron al proyecto porque incumplía la normativa urbanística. Pero Olivé ignoró la ilegalidad de su negocio y consiguió levantar dos 'colmenas' en la Ciudad Condal. El Consistorio de Ada Colau apenas tardó unos días en derribarlos; el poco tiempo que estuvieron en pie fueron un lugar caótico de peleas y robos , según la versión de un puñado de residentes.
El propio seno de la sociedad mercantil, Haibu 4.0 Colmenas S.L., es un avispero . Eduardo Jaussi es el administrador único y apenas tardó un año en separarse de Olivé. Los discursos hiperbólicos, las amenazas a políticos y la actitud empresarial agresiva de su socio culminaron en su despido, en diciembre de 2019 , según ha podido saber ABC. No obstante, Olivé continuó su empresa bajo el paraguas de Haibu 4.0, anunció por todo lo alto 'megacolmenas' y nuevos diseños en la capital y retó al alcalde José Luis Martínez-Almeida. «Vamos a degüello», dijo a este diario en febrero del pasado año.
Generó una tormenta mediática, pero jamás erigió un 'piso colmena'. Las recientes investigaciones de la Fiscalía lo corroboran: los funcionarios adscritos se desplazaron a las siete ubicaciones de la región donde Olivé pretendía levantar sus habitáculos, «confirmando en todos los casos que no se han construido, ni existen indicios de que se vaya iniciar actividad alguna en los mismos».
Ninguno de los terrenos pertenecía al denunciado, de hecho, Olivé aseguraba tener los cabos atados para construir tanto en solares públicos como privados. Además, en las bases de datos de los ayuntamientos de Madrid y Pozuelo de Alarcón no constan solicitudes de licencias para la apertura y funcionamiento de los 'pisos colmena' a nombre de la sociedad Haibu 4.0. Y, en todo caso, las solicitudes habrían sido denegadas.
Una estafa anunciada
Sin licencia y sin rumbo, el último año de Olivé ha sido la crónica de una estafa anunciada . Como la cara visible del negocio, sin escatimar en comunicados a través de redes sociales y apariciones en varios medios de comunicación, Olivé ofrecía a los futuros inquilinos de los 'pisos colmena' pagar por adelantado para resevar su plaza. A finales de febrero del año pasado, según dijo, «más de 3.000 residentes» se habían inscrito. De ser ciertas sus palabras, habría recaudado entonces más de 22.000 euros.
En enero de 2020, Carlota Canaveris pagó 315 euros por una solución habitacional urgente para ella y su pareja. En dos meses quiso recuperar su dinero y Olivé, con quien mantenía contacto regular a través de Whatsapp, le garantizó su reembolso. Ha pasado un año. «Él nunca devolvió el dinero» , critica Carlota, al otro lado del teléfono. Olivé se esfumó con un tercio de su salario mensual como cuidadora de una anciana en Murcia. La Policía Nacional, que seguía los pasos del empresario desde que aterrizó en Madrid, se puso en contacto con ella para conocer los detalles y recabar pruebas. Si no ha denunciado, asegura, es porque no tiene tiempo.
Las prioridades de Carlota son otras: «Quiero traer pronto a mis hijos y a mi perrita de Venezuela». Los habitáculos de Olivé le parecieron entonces la solución más asequible para reunirse en Madrid con su marido, Tony, un primer paso para encontrar trabajo y, más pronto que tarde, un nuevo hogar. «Tanto llenarse la boca diciendo que era un proyecto de ayuda social y terminan quitándole al que menos dinero tiene», le recriminó Carlota a Olivé en uno de los últimos mensajes que le envió y que, aún hoy, continúan sin respuesta. Tony vagó de hostal en hostal, gracias al sueldo de su mujer, hasta que pudo refugiarse en un albergue para inmigrantes. El matrimonio se encuentra una vez cada dos, tres, incluso cuatro meses.
Este martes, una hora después de recibir el comunicado de la Fiscalía madrileña, Olivé no ha salido de su realidad paralela . «Por fin podremos explicar nuestro modelo de vivienda a un juez y así aclaramos de una vez quién tiene la razón», ha declarado en un mensaje de Whatsapp. Ha aprovechado, una vez más, para pregonar su proyecto irrealizable.
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