Faroleros, mozos de cuerda y afiladores, los oficios de un Madrid que ya no es

Una exposición recorre las imágenes costumbristas de profesiones perdidas

Dos artistas, pintando una cartela cinematográfica MARTÍN SANTOS YUBERO

Sara Medialdea

El vendedor de grillos recorría las calles con su mercancía alojada en cajitas individuales, y hacían las delicias de la chavalería. El sereno llegaba, con su chuzo en la mano y el silbato en el bolsillo , por si había que proceder. Los limpiabotas le asaltaban a uno en cualquier esquina; eran tiempos de zapatos de tafilete y de hombres y mujeres muy atildados, nada de deportivas con los cordones desatados y vaqueros caídos. Las imágenes de la exposición ‘Oficios de antaño’, en el Archivo Regional –la antigua fábrica de cervezas El Águila – permite un recorrido visual por profesiones que ya solo existen en papel fotográfico.

El afilador, en plena tarea COLECCIÓN MADRILEÑOS

La muestra se expone en el nuevo espacio que se ha puesto a disposición en el Archivo Regional:el hall principal, que llaman espacio Zero Zero. A través de más de 70 fotografías de los fondos de Martín Santos Yubero y Nicolás Muller, y de la Colección Madrileños, además de por diferentes documentos de los fondos del Archivo Regional, se avanza en esos oficios ya descartados, entre ellos los de los faroleros, pregoneros, fotógrafos minuteros , limpiabotas, o afiladores de cuchillos, con su característico acompañamiento musical con la armónica.

Evitar el ‘matute’

Hubo un tiempo, que para los más jóvenes resultará sorprendente, en que había unos trabajadores que controlaban la aplicación correcta del Impuesto de Consumo: se llamaban consumeros, y además tenían también como labor evitar el ‘matute’: el tráfico fraudulento de mercancías.

La castañera madrileña MARTÍN SANTOS YUBERO

Además, en el final de los autobuses madrileños había una cabina donde se sentaban los cobradores de autobús. Y había guardagujas para el tranvía. Yfogoneros en el tren. Y carteros que, sobre todo en los barrios periféricos, voceaban los nombres de los destinatarios de las cartas en cada portal, para que cada cual recogiera las suyas.

Son estampas de otros tiempos, en los que los mozos de cuerda ofrecían sus servicios en las esquinas concurridas para acarrear bultos o hacer portes. O las tejeras trabajaban, protegiéndose del sol con unos amplios sombreros , en los suburbios de Usera. Una ciudad en la que había pintorse de cartelas de cine, apuntadores y señoritas que decoraban soldaditos de plomo;fabricadores de fuelles, tenderos de ultramarinos y aguadoras. Un estilo de vida que algunos querrán recordar, y otros tendrán la oportunidad de conocer.

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