La extinción de las cabinas eróticas de Madrid

Los míticos «sex shop» con espectáculo de las calles de Atocha y Montera no han sobrevivido al imperio de internet

El «sex shop» de la calle de Atocha, Mundo Fantástico, ya reducido a una tienda erótica MAYA BALANYÀ

Aún recuerdan algunos de los asistentes que tuvo el mítico «sex shop» de Atocha, 82 cómo se cerraban las persianas de las cabinas eróticas cuando se agotaban los minutos de espectáculo que concedían las 200 pesetas que introducían en un cajetín del sórdido habitáculo. Era principios de los años 90. Tu Mundo Fantástico despertaba la curiosidad y la asiduidad de numerosos «voyeurs» que ponían fin a su cita con la mujer anónima que se desnudaba tras el cristal con un orgasmo . Con el cliente ya fuera, un operario adecentaba la instalación a golpe de fregona. En los últimos tiempos, hasta cinco bailarinas se lucían en la zona de « peep show» en turnos de tarde y noch e. También existían las cabinas individuales donde el usuario podía elegir visionar entre un catálogo de más de 2.000 películas subidas de tono.

Hoy, en el gran espacio que ocupó aquel lugar de deleite sexual se ha instalado una conocida cadena de supermercados. A su lado, en el número 80, más reducido, aún se mantiene el establecimiento, pero ya sólo vende productos eróticos. « Los hábitos de consumo han cambiado y desde hace aproximadamente dos años nos trasladamos aquí. Las cabinas ya no se usaban», comenta una dependienta sin querer aportar más datos.

Lo mismo ha ocurrido con el establecimiento que esta marca tiene en la calle de Montera, 30. «Internet se lo ha cargado todo», expresa uno de los hombres que hay tras el mostrador. Añade como curiosidad que lo que más tirón tiene de la tienda actualmente son los objetos de BDSM ( Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo ) gracias al tirón de «50 sombras de Grey».

Apuntan en Tu Mundo Fantástico que las chicas que bailaban y hacían «streptease» en sus cabinas se emplearon en un conocido club-cabaret sensual ubicado en una vía perpendicular de la Gran Vía. Allí, se mantiene el espectáculo en el escenario sin cabinas de pago.

El fácil acceso a pornografía de todo tipo y de forma gratuita que permite la red ha sepultado los negocios donde únicamente se contemplan escenas de sexo. Buen ejemplo son las salas de cine X con las que contaba la capital desde los años 80, que echaron el cierre progresivamente desde 2012 con internet como vergudo y el remate de la crisis económica y el incremento del IVA del 8 al 21%. Aquel año pasaron a la historia en cuestión de dos meses el espacio de proyección «porno» en sesión continua de la calle Postas y el que se ubicaba en la Corredera Baja de San Pablo.

El último reducto X

En Duque de Alba, 4 se mantuvo a duras penas hasta 2015 el que fue el último recinto de estas características en Madrid. El administrador de aquella sala llevaba más de año y medio sin abonar las mensualidades del alquiler, un montante de 140.000 euros , como publicó ABC. La propietaria del edificio, la Inmobiliaria Noroeste Barragán, se vio obligada a rescindir el contrato. En 2017 resurgió «Sala Equis» , un bar que mantiene el gran celuloide, pero donde sólo se proyectan películas convencionales mientras se picotea tumbado en una de sus hamacas.

Las Salas X se instalaron en Madrid en marzo de 1984, después de que el gobierno del PSOE desarrollara y aplicara la legislación sobre este cine con la conocida como «Ley Miró» (1/1982). Fue entonces cuando las películas «S», de contenido erótico, pasaron a la historia con Pilar Miró como directora general de Cinematografía. Con esta nueva norma, la exhibición ya no podía ser en una sala convencional, sino en una X. En la última década, todos los «sex shop» se han tenido que reinventar para mantener sus ingresos.

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